Como "Paposoa Nic. García" se denomina el nuevo género de la flora chilena y tiene una única especie: Paposoa laeta (Phil.) Nic.García, también conocida como “añañuca rosada”. Esta planta fue descrita originalmente por Rodulfo Amando Philippi en 1860 como Rhodophiala laeta Phil., sin embargo, como parte de su tesis doctoral, el profesor Nicolás García la investigó, sumando nuevos hallazgos para la botánica de nuestro país.
“Esta especie había sido recientemente ubicada en el género Rhodolirium, como Rhodolirium laetum (Phil.) Ravenna. Pero al estudiar mejor su morfología y ADN, ésta no calzaba dentro de los géneros existentes. Por eso fue necesario crear este nuevo género para ubicar esta planta”, afirmó el profesor García, quien es académico del Departamento de Silvicultura y Conservación de la Naturaleza.
La Paposoa laeta pertenece a la familia de las amarilidáceas (Amaryllidaceae), que es un grupo de monocotiledóneas de flores muy atractivas y que tienen un bulbo subterráneo. Dentro de esta misma familia se encuentra la cebolla, el ajo, los narcisos y todas las añañucas nativas de Chile.
Esta planta en particular se encuentra en la localidad de Paposo, de ahí viene el nombre del nuevo género, y es representativa del desierto costero de Taltal, que es una zona vegetacional distribuida aproximadamente entre Chañaral y Antofagasta. La vegetación típica de esta zona se denomina oasis de neblina o lomas, que constituyen franjas en los cerros donde las plantas se mantienen gracias a la humedad aportada por la neblina costera o camanchaca.
De acuerdo con el profesor García, este es un avance importante en el conocimiento de nuestra biodiversidad ya que es un nuevo género endémico para la flora chilena, siendo el resultado de una investigación de casi 11 años que el académico realizó como tesis de su doctorado en Botánica en la Universidad de Florida, Estados Unidos.
“Este proyecto consistió en el estudio de la sistemática, es decir de la evolución y taxonomía, de Amaryllidaceae tribu Hippeastreae, que es un grupo muy diverso en el Neotrópico, distribuido entre Chile y el sur de Estados Unidos, y en el cual se encuentran la mayoría de las añañucas chilenas”, explicó el profesor García.
Uno de los objetivos principales de esta investigación era proponer una clasificación al nivel de género para este grupo de amarilidáceas, que, de acuerdo con el académico experto en botánica, “se han caracterizado históricamente por una taxonomía poco clara y complicada”.
En este trabajo se propuso un nuevo sistema de clasificación de las Hippeastreae al nivel de géneros, basado en su filogenia, es decir, en su historia evolutiva. “Este estudio tiene implicancias más allá de nuestras fronteras, por ejemplo, al redefinir los géneros Hippeastrum y Zephyranthes que son muy diversos en el Neotrópico y tienen relevancia en la horticultura a nivel internacional”, explicó el profesor García.
“Inferimos la filogenia de las Hippeastreae mediante análisis comparativos de secuencias de ADN y además estudiamos sus cromosomas y morfología de las flores y hojas, principalmente. Fue a partir de estos resultados que determinamos que esta especie constituye un linaje aislado dentro de la historia evolutiva de las Hippeastreae y que correspondía describir un género aparte para acomodarla con el fin que la clasificación propuesta reflejara la complejidad de este grupo”, agregó el académico, quien también es curador del Herbario EIF.
El nuevo género, cuya investigación fue parte de un trabajo colaborativo que incluyó profesionales de Chile, Brasil, Argentina y Estados Unidos, quedó descrito oficialmente en la revista oficial de la Asociación Internacional de Taxónomos de Plantas “Taxon” y dio cumplimiento a todo lo estipulado en el Código Internacional de Nomenclatura Botánica, referente a los nombres formales de estos grupos de organismos.
La Paposoa laeta se encuentra en una localidad rica en especies endémicas, reconocida por su valor entre los amantes de la flora nativa; sin embargo, la zona no cuenta con todos los resguardos adecuados para su conservación. Las únicas áreas protegidas en esta zona son el Parque Nacional Pan de Azúcar y el Monumento Natural Paposo Norte, ambas administradas por Conaf.