Los ríos de tinta vertidos sobre la sequía que está viviendo Chile, se han evaporado con las primeras gotas de lluvia caídas en este invierno de pandemia. Esto ha promovido entre el imaginario colectivo, la falsa sensación de que el seco de los suelos ya es cosa del pasado. Pero unas gotas – aunque sea varios días seguidos - no vencen a una década de prolongada aridez.
Sequía, cuyos severos efectos nos han llevado a plantear soluciones tan extremas como miles de kilómetros de infraestructura, para mover el agua hacia la zona centro norte desde el favorecido sur, relegando en un segundo plano la necesidad de los ecosistemas y del medio ambiente.
Como en una fábula del pasado, la lluvia caída ha sido interpretada como solución al problema, un error que puede costarnos muy caro en el futuro cercano. Los sistemas hidrogeológicos del país, que nos proveen de agua, han estado sujetos a una presión creciente que mermó sus capacidades hasta niveles críticos. Por ello, pensar que estos escasos días de lluvia hayan podido subsanarlos, es la simplificación más extrema de la crisis hídrica que tiene Chile.
El problema es, por cierto, muy articulado. Está bien lejos de una solución, pues los datos de los últimos 10 años reflejan una situación alarmante, con años entre los más secos desde el 1900, que han llevado a declaraciones de catástrofe por escasez hídrica en distintos puntos del territorio chileno.
Los escenarios del cambio climático, la creciente demanda, el complejo código que gobierna el recurso vital de Chile, no han cambiado. Entonces ¿por qué se ha instalado la idea que David ha realmente ganado a Goliat?
Probablemente la visión a corto plazo del problema y las múltiples facetas de la incertidumbre asociada a la situación actual, nos aferran a pequeñas señales positivas amplificadas por la prensa. Sin embargo, la realidad es que muy pocas veces un problema gigante que se resuelve solo. Quizás este 2020 lograremos un año hidrológico normal, pero seríamos extremadamente inocentes en poner todas nuestras apuestas en las posibles lluvias para asegurar un futuro con agua para Chile. ¿Cuántos años de lluvia normal son necesarios para contrarrestar la sequía?
Saber qué país deseamos ser en las próximas décadas y elaborar una visión estratégica del recurso hídrico, son realmente los elementos que nos permitirán alcanzar los objetivos más importantes a nivel país. Una visión estratégica hidrocéntrica es lo que permitirá un desarrollo social, económico y territorial más sustentable.
Chile, un país de sequías recurrentes, necesita hoy más que nunca medidas que respondan de manera adecuada al cambio climático, poniendo el foco de atención en los territorios y en la gente que los habita. Porque sea cual sea nuestro modelo, no podemos olvidar que el agua es nuestra misma esencia vital.
Linda Daniele
Hidrogeóloga y Profesora del Departamento de Geología de la Universidad de Chile
Investigadora del Programa de Riesgos y Desastres (CITRID) de la Universidad