Lo ha dicho el mundo científico y también reiteradamente las autoridades de Salud: mientras no exista una vacuna contra el COVID-19, el virus seguirá circulando entre la población y habrá que acostumbrarse a convivir con él tomando resguardos como el uso obligatorio de mascarillas, distanciamiento social y lavado frecuente de manos.
Cuando en Chile -según el último reporte entregado por el Ministerio de Salud- en las últimas 24 horas se registraron 1.372 casos nuevos y 24 personas fallecidas, ha generado debate la propuesta del Ministerio de Educación de retomar las clases presenciales, en lo que queda del segundo semestre. Decisión que se da de la mano del desconfinamiento, la reactivación económica y el avance de las comunas en el llamado Plan Paso a Paso.
Según las medidas adoptadas por el gobierno, los establecimientos ubicados en comunas que estén en etapa de Preparación (Fase 3) pueden solicitar la apertura y es la Secretaria Regional de Salud la encargada de verificar que se cumplan las condiciones sanitarias para que dichos espacios puedan abrir sus puertas y recibir nuevamente a sus alumnos y comunidad en general.
Con más de mil casos nuevos de coronavirus al día en nuestro país, cabe preguntarse, ¿es posible realmente regresar a clases presenciales? El investigador del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE) de la Universidad de Chile, Juan Pablo Valenzuela, enfatiza que “cuando las condiciones sanitarias lo permiten, es relevante volver al tema de las clases parcialmente presenciales”.
¿Por qué? El académico profundiza en los efectos que ha tenido en los escolares tener clases remotas durante gran parte de este año. Según él es importante retomar de manera presencial y parcial en las aulas porque no tener clases de manera física conlleva a situaciones asimétricas en las oportunidades que tienen niños, niñas y jóvenes.
“La desigualdad se acrecienta en los más vulnerables, en aquellos que no tienen conectividad, que tienen un domicilio más pequeño, papás o adultos responsables con menos capital cultural, con menos capacidad de aporte o de soporte, o inclusive también aquellos dónde los adultos responsables tienen que comenzar a salir a trabajar”, sostiene.
Agrega Valenzuela otros factores que también repercuten, como en la desigualdad de género, al verse las niñas y adolescentes obligadas a cuidar a hermanos menores, o a labores domésticas, al estar todo el día en la casa, y en otros casos también, la preocupación por un aumento en la deserción escolar. Ante el impacto en el aprendizaje de los estudiantes, el investigador insiste en que “no es que uno abra el país completo y vuelvan a clases como se denomina la experiencia comparada híbrida en todos los lugares, sino que donde las condiciones sanitarias lo permitan”.
Asimismo, Bernardo González, académico del Departamento de Estudios Pedagógicos de la U. de Chile, afirma que “en las actuales circunstancias es irresponsable una vuelta a clases presencial, básicamente por criterios de salud, por razones de control de la pandemia”. González, considera que es poco recomendable iniciar este proceso porque conlleva no solo la movilidad entre estudiantes, sino que también involucra a apoderados, profesores, equipos directivos y dentro de ellos personas de riesgo.
Sin embargo, el académico también considera que las clases online han generado un impacto, sobre todo en alumnos con condiciones diferentes, como quienes tienen síndrome de Asperger o trastorno del Espectro Autista. “Es fundamental que el equipo PIE (Programa de Integración Escolar) esté interactuando y eso se vuelve casi imposible en las circunstancias actuales de una educación a distancia que en el fondo es sincrónica y asincrónica dependiendo de las condiciones del colegio”, asegura González.
Además, insiste en las diferencias que se dan entre el nivel socioeconómico de las escuelas y la importancia de retomar prontamente a las clases presenciales, afirmando que “un colegio con más precariedad socioeconómica tiene solo posibilidades de algo asincrónico, que los colegios con mejores condiciones, donde el cien por ciento de los alumnos está conectado. Esto ha demostrado la desigualdad social y económica que tenemos en el país, entonces se ha perdido mucho en cuánto a desarrollar competencias y habilidades fundamentales que entrega solo el contacto en vivo y la sociabilización en comunidad educativa”.
Otros factores a considerar
Por su parte, Gabriela Martínez, doctora en Ciencias Biomédicas y directora de Educación del Instituto de Neurociencia Biomédica de la Facultad de Medicina, profundiza en los efectos que ha dejado la pandemia y las clases remotas y que se verán a largo plazo en los estudiantes, y apunta al desarrollo psicoemocional de los escolares.
“Los niños requieren tener contacto social. Los seres humanos somos sociales, durante el proceso evolutivo hemos desarrollado habilidades que nos permiten generar comunidad, y eso también nos genera seguridad, aprendemos también por imitación, aprendemos de los otros, y eso dentro de un espacio donde tú estás solo frente a un computador, se pierde”, concluye.
Y, advierte que no se sabe con claridad cómo afectará a largo plazo.“Es algo que vamos a tener que evaluar y tendremos que desarrollar mecanismos no solamente a nivel educativo, sino que también desde la psicología, desde las habilidades sociales de los niños para enfrentarlo”.
Para la doctora en Ciencias Biomédicas el sistema online puede impactar en el desarrollo de habilidades sociales, de comunicación, y de trabajo en equipo. “Hay cosas que tienen que ver con cómo nos desarrollamos, con cómo nosotros pertenecemos a una comunidad, donde tienes que ponerte en el lugar del otro, donde tienes que compartir esas cosas, el hecho de solamente de generar lazos emocionales con otra persona”, situaciones que no se estarían dando actualmente por la crisis sanitaria, asegura.
Entonces, ¿cómo llevar a cabo las clases presenciales?
El ministro de Educación Raúl Figueroa en sus últimas declaraciones ha dicho que el proceso debe ser “seguro, voluntario y gradual”. Desde la visión de la salud, Lorena Rodríguez, pediatra y académica de la Escuela de Salud Pública de nuestro plantel, dice que “no podemos hacer el análisis en forma general porque dentro del país, hay regiones y dentro hay comunas que están en distintas situaciones. Entonces, lo primero es que el análisis tiene que ser más territorial que nacional”.
La especialista insiste en que mientras no exista una vacuna ni un tratamiento para combatir el coronavirus será necesario revisar minuciosamente las condiciones de cada recinto, sumado a planificar cómo sería el regreso en lo práctico, pensando en el manejo conductual de los niños, que se respeten las medidas de prevención (uso de mascarillas y distanciamiento en salas y patios) y cambios en la infraestructura de los recintos.
Para la pediatra, es necesario “hacer un análisis muy específico para mirar si están dadas todas estas condiciones que se requieren para volver en forma segura”, sentenció. Asimismo, Gabriela Martínez afirma que “hay que generar un espacio que sea seguro no solamente a nivel sanitario, sino que también sea seguro y que permita estos procesos de aprendizaje y de desarrollo tanto emocional y también a nivel educativo de contenidos que estén asociados a ese proceso”.