Olga Grau (75), filósofa y docente de la Facultad de Filosofía y Humanidades, estaba en Concepción preparando una clase para dictar en la universidad de la capital de la Región del Bío Bío el 11 de septiembre de 1973. “Caminando por el costado del río Bío-Bío, pasó un camión y los hombres que venían allí me gritaron algo que no entendí. En el camino me encontré con un hombre que lloraba amargamente, que gritaba que habían bombardeado La Moneda”.
Adriana Asenjo (80), artista visual, aún no se levantaba de su cama cuando ocurrió el Golpe. Desde su ventana escuchó la radio que sonaba en el auto de su vecino, que estaba puesta a todo volumen. “Lo primero que sentí fue consternación, angustia y una incertidumbre por lo que vendría después”.
Nelson Báez (73), actor y dramaturgo, caminaba por la Alameda para ir a firmar un contrato de trabajo. Participaría en la creación de una nueva sección infantil en un canal de televisión que se inauguraría. “El trayecto marcado por los tanques y las tropas por la gran Avenida Bernardo O”Higgins evidenciaba que el sueño había terminado”.
“Hasta el día de hoy me ha marcado profundamente lo que ocurrió ese día, después de la partida de mis seres queridos, ha sido la pena más grande y que no superaré jamás”. Comenta Adriana, al recordar lo que pasó y reconoce este suceso como un momento que fue determinante para su experiencia personal y profesional. “Los artistas somos muy sensibles a todo lo que es el atropello de la dignidad humana y nuestro trabajo, por lo menos en mi caso, siempre estará vinculado a aquel tema, es indispensable separarlo”.
Por su parte, Olga no quedó ajena a lo que ocurría en el país, y decidió adquirir un rol crítico y participativo desde su disciplina. “Pasé por muchos momentos, con muchas carencias, interrogantes, amenazas y temores, pero nunca abandoné el pensar, la voluntad de pensar con otros y otras, participar en los movimientos sociales, participar en la generación de espacios donde el pensamiento se expresara”.
La dictadura fue el hecho más trascendente de mi vida. Mi sueño de un país libre, en igualdad, solidario, con gran desarrollo de las artes y la cultura, con más educación de calidad y las mismas oportunidades para todas y todos, se esfumaron”.
Nelson debió abandonar la Escuela de Teatro debido a la represión intensa, cruel y despiadada de los militares. “Se trataba de imponer el terror y vaya que sí lo lograron. Miedo, incertidumbre, impotencia, abandono. Ver a muchos seres queridos desaparecer. Mucha, mucha tristeza”.
El arte de resistir
Durante la dictadura cívico militar en Chile, muchas de las actividades artísticas culturales se vivían desde la clandestinidad, debido a la persecución de la época. Este contexto permitió que las expresiones artísticas se alzaran como una herramienta de resistencia y organización ante las atrocidades que se cometían. “La cultura ha sido un gran apoyo, los artistas somos incondicionales a la injusticia social”, aclara Adriana.
Así, el arte y la cultura lograron sobrevivir a la represión, y poco a poco avanzaron hacia un rol activo de denuncia. “Artistas de distintas disciplinas fueron capaces de sacar la voz en la música, el teatro, la poesía, la plástica”. Para Nelson, las artes despertaron un instinto de supervivencia ante el clima de destrucción que imperaba en el país. “Pese al terror que imponía la bestialidad reinante, el pensamiento no logró ser doblegado. Los cuerpos pueden ser mutilados, desaparecidos, pero jamás silenciados”.
Olga cree que las artes y la cultura fueron fundamentales para sobrevivir al periodo.
Fue muy importante la emergencia de las acciones de arte, la producción artística, literaria, crítica. La creación de espacios de encuentro protegidos, las intervenciones en los espacios institucionales, etc. Para nada estaba de acuerdo con el apagón cultural del que se hablaba. Hubo mucha producción intelectual, comunicacional, búsqueda de formas de expresión”.
Esas formas de expresión fueron sinónimo de resistencia y sobrevivencia ante un régimen que torturaba, asesinaba y desaparecía a lo largo de todo el país. “En la apuesta por la vida, en tiempos de amenaza y crisis, la creatividad humana emerge siempre. Actualmente está sucediendo lo mismo. Se buscan formas para que no muera la cultura que piensa más allá del tiempo presente, como apuesta.”
La reflexión de Olga abre el espacio hacia la observación del rol de las artes y la cultura en un episodio histórico más reciente: el estallido social. Las expresiones artístico culturales actuaron de una forma similar a lo que ocurrió en la dictadura, y tomaron un rol activo ante las denuncias de la excesiva represión y la violación constante de los Derechos Humanos durante las manifestaciones populares en las calles de todo el país.Para Adriana, lo que ocurre actualmente en Chile no está alejado de lo que pasaba en esa época. “En estos momentos lo siento muy similar, otra forma de dictadura”. Por su parte, Olga cree que es necesario reconocer las similitudes que existen entre el rol de las artes y la cultura durante esa época y la actualidad, pero insiste en tener presente las particularidades del proceso histórico que vivimos. “Actualmente, estamos con una pandemia, con una experiencia de estallido social que se renueva de distintas maneras, donde puede encontrarse una similitud de la afirmación de la vida personal y social. Pero también, con sentido histórico, hay que pensar y reconocer su particularidad”.
Para Adriana, lo que ocurre actualmente en Chile no está alejado de lo que pasaba en esa época. “En estos momentos lo siento muy similar, otra forma de dictadura”. Por su parte, Olga cree que es necesario reconocer las similitudes que existen entre el rol de las artes y la cultura durante esa época y la actualidad, pero insiste en tener presente las particularidades del proceso histórico que vivimos. “Actualmente, estamos con una pandemia, con una experiencia de estallido social que se renueva de distintas maneras, donde puede encontrarse una similitud de la afirmación de la vida personal y social. Pero también, con sentido histórico, hay que pensar y reconocer su particularidad”.
“Actualmente el tránsito creativo es expectante. La gente está sacando la voz y exigiendo sus derechos”. Pese a eso, Nelson ve con desconfianza todo el proceso de reformas y cambios sociales que se alzan en las calles. “Para mí como sobreviviente de una pesadilla sangrienta, como pocas, el futuro es una incógnita ante la cual soy más bien pesimista, por lo que me cuesta embarcarme en un sueño. Eso fue lo que hizo esta dictadura cívico militar, en muchos y muchas de mi generación, nos extirpó el sueño de un mundo mejor”.