“Ha nacido la televisión universitaria en Chile” Fue la primera noticia que dio el destacado periodista Luis Hernández Parker en la primera transmisión del Canal 9 de la Universidad de Chile el día 4 de noviembre de 1960. Tras las cámaras, el director de la señal, Raúl Aicardi y su equipo, monitorean paso a paso que todo salga a la perfección después de arduos ensayos y una minuciosa planificación de más de un mes y medio de antelación. La jornada, tras dos horas de transmisión en el actual Departamento de Física de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas, finaliza sin inconvenientes y el ambiente es de triunfo y alegría.
Finalmente, la señal de televisión de la Casa de Bello daba veía la luz para iniciar una primera etapa que sentaría las bases, según varios integrantes de su equipo inicial, de una televisión con contenido, educativa y cultural dirigida a no solamente a las elites intelectuales, sino que también al ciudadano de a pie que en esos años veía con gran expectación el desarrollo tecnológico de las comunicaciones y que dos años más tarde tendría como hito la transmisión del Mundial de Fútbol de 1962.
El rector Juan Gómez Millas, en la Casa Central de la Universidad de Chile y frente a un pequeño televisor, recibe las felicitaciones de todos los invitados y asistentes y a los pocos minutos se dirigió a la Escuela de Ingeniería para felicitar a todo el equipo, mientras festejaban con un cóctel y los periodistas de prensa escrita corrían a despachar las crónicas de este importante hecho.
60 años después, el rector Ennio Vivaldi se dirigió hoy a las dependencias del Consejo Nacional de Televisión para presentar un renovado proyecto de televisión universitaria, el que iniciará sus pruebas a fines de este año y cuyo objetivo es entregar una oferta programática de calidad a todo el territorio nacional. Así, el plantel retoma el espíritu inicial de la iniciativa que a fines de los 50, se sumaba a las transmisiones que habían realizado las universidades Católica y Católica de Valparaíso, gracias a la experimentación tecnológica de las escuelas de ingeniería de los tres planteles y no por iniciativa propia de las autoridades universitarias.
“La motivación de sus gestores fue generar una transmisión de imagen y sonido a distancia, con equipos técnicos fabricados por ellos, adaptados o importados” indica María de la Luz Hurtado en el capítulo “Paradojas de los inicios de la televisión en Chile” en el libro Los primeros 50 años de la televisión chilena”.
Hurtado señala que en ese entonces, las universidades gozaban de un alto prestigio y legitimidad frente a la opinión pública, que se demostraba en su constante perfeccionamiento en las ciencias y humanidades y además en un alto nivel en actividades de extensión culturales y deportivas dirigidas a todo público. Así, en los parques se exponían muestras colectivas de artes visuales, ferias del libro, conciertos, ballets y presentaciones teatrales que convocaban hasta cincuenta mil personas.
Este ambiente de renovación, que daba espacio a las nuevas generaciones según Hurtado, fue clave para que proyectos como la televisión pudieran ser una realidad que en el resto del continente ya lo eran hace más de diez años, pese a los obstáculos legales y políticos que impidieron su desarrollo a la par del resto de América Latina.
Experimentando en la Escuela de Periodismo
1958 y 1959 fueron años cruciales para el inicio de las primeras transmisiones en televisión en Chile y bajo ese marco, la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile no se quiso quedar atrás en experimentar en un lenguaje clave para el desarrollo de las comunicaciones en los próximos 60 años. Es así que en 1958 se desarrolló la primera experiencia práctica de televisión en la Escuela.
Con el apoyo de algunos técnicos de la firma Oettinger, el profesor de televisión Alfonso Merlet presentó la transmisión de un programa a cargo de los alumnos de la Escuela. Hermógenes Carril y Pedro Soto, egresados de Periodismo y autores de la memoria de título “30 años de la Escuela de Periodismo”, señalan que el espacio contó con un foro periodístico, un concierto y un teletatro “que evidenciaron las posibilidades del arte de la TV en Chile, desde el punto de vista periodístico, musical y escénico. Por primera vez se hacían clases de TV en la Escuela, sistemáticamente, antes de que ésta comenzara oficialmente en Chile”.
Un año después, sería Raúl Aicardi -el primer profesor de radio en la Escuela de Periodismo de la U. de Chile y uno de los principales impulsores de la televisión universitaria -quien acogería nuevamente a personajes como Toño Freire, Lidia Baltra, Raquel Correa, Abraham Santibáñez, entre otros, para una experiencia similar en este proceso de experimentación en el curso de Periodismo Cinematográfico. Para esta generación de notables periodistas era el último año y lo despidieron con un relato que paradójicamente recordaba los inocentes “mechoneos” de chaya, agua y harina de aquellos tiempos.
En paralelo, Bartolomé Dezerega, un joven egresado de ingeniería de la U. de Chile, se reunía con el rector Juan Gómez Millas para presentarle su proyecto de título: un transmisor de televisión. Así, el llamado rector de la modernidad se entusiasmó con implementar un proyecto de televisión en el plantel. Puso a Dezerega en contacto con Álvaro Bunster, secretario general, quien posteriormente le ofreció al historiador Leopoldo Castedo hacerse cargo del nuevo Departamento Audiovisual que englobaría a la Cinemateca, al Departamento de Cine Experimental y al nuevo Canal de Televisión. Castedo aceptó y para la creación del proyecto televisivo, llamó a Raúl Aicardi.
Según la investigación realizada por los egresados de Periodismo Jaime Liencura y Raúl Thiers en su memoria de título “El canal de la Chile: Historia y desarrollo de la Corporación de Televisión de la Universidad de Chile entre los años 1960-1993”, para el rector Juan Gómez Millas, la televisión debía ser un medio que trabajara tanto la educación y el arte como la investigación. Nada de esto podía quedar excluido de los contenidos que transmitiría próximamente el canal universitario.
De esta forma, Aicardi tomó contacto con Luis Hernández Parker, famoso comentarista radial de la época, Domingo Tessier, reconocido director de teatro, Adriana Borghero, Fernando Valenzuela, Edmundo Urrutia, todos ellos relacionados con las comunicaciones, aunque no todos pertenecían a la Universidad de Chile, y “logró constituir un equipo programático permanente con el que se iniciaría el canal. También se interesó por capturar a profesionales de áreas como la fotografía y el teatro. Su importancia era la amplitud de mirada que podían aportar al nuevo medio de comunicación", relatan Liencura y Thiers.
“Desde el primer momento entendimos que se trataba de una nueva forma de expresión y que por esa misma razón se necesitaba de gente nueva abierta a la experimentación, gente que debía provenir de todos y cada uno de los sectores más relacionados con las artes gráficas e interpretativas”, señala Raúl Aicardi de forma inédita en el documento “La Televisión: Qué es eso”, que recogen Liencura y Thiers en su investigación y que el ICEI alberga como testimonio inédito del borrador de su libro “En Vivo y en Directo”, siendo parte de la donación que su familia realizó al Instituto tras su fallecimiento en 2013.
Así, Aicardi agrega que recurrieron a estudiantes de teatro en vez de locutores de radio para presentar los programas; reporteros gráficos de diarios y revistas en vez de camarógrafos de cine para manejar las cámaras. “Porque sabíamos que los animadores de radio se iban a concentrar en la palabra hablada, mientras que el estudiante de teatro trataría de crear un personaje visible y audible, utilizando sus propios medios interpretativos; porque estábamos casi seguros de que el camarógrafo de cine, por su parte, estaría más preocupado de la calidad de la imagen que de la espontaneidad o inmediatez de la imagen necesaria para la TV”. Y para fomentar la educación, que se tradujeron en la innovadora experiencia de las teleclases, Aicardi y Gómez Millas fueron a buscar a Viola Soto, destacada profesora del Liceo Experimental Manuel de Salas.
A comienzos de 1960, mencionan Liencura y Thiers, el canal de la Universidad de Chile ya cumplía todos los requisitos técnicos para comenzar sus transmisiones. Sin embargo, el objetivo de Gómez Millas era comenzar una estación de televisión con material de televisión hecho en Chile y por miembros de la Universidad.
“Nos enfrentamos con el momento de establecer, en la práctica, el concepto básico que guiaría el proceso de desarrollo de una televisión universitaria de nacionalidad chilena, que fuese capaz de representar, en imagen y contenido a la Universidad de Chile, no a nivel de docencia sino desde su actividad de extensión cultural. El programa inaugural debía ser estructurado dentro de esos parámetros”, explica Raúl Aicardi.
El primer programa en vivo de la televisión chilena
Por lo tanto, el lanzamiento se retrasó para el segundo semestre de 1960 y cuando ya quebaba una semana para aquel 4 de noviembre de 1960, “los periodistas amigos de Aicardi que sabían del proyecto dirigido por él se encargaron de calentar el ambiente redactando interesantes artículos donde informaban sobre el nacimiento de la televisión universitaria”, explican los egresados de Periodismo.
La presión de la prensa era tal, que el mismo Aicardi decidió organizar una reunión el miércoles 2 de noviembre del 60 para contarles detalles exclusivos de lo que sería un hito en la televisión chilena: el primer programa transmitido en vivo. Según cuentan Liencura y Thiers, el espacio comenzaría su emisión el viernes 4 de noviembre a las 21:30 horas con las palabras del secretario general Álvaro Bunster. Le seguirían una presentación del Coro de la Universidad de Chile y la exhibición del documental del camarógrafo Edmundo Urrutia, “Santiago 1929”. Esta obra, que mostraba paisajes de la capital metropolitana de principios de siglo XX, no tenía sonido. Para evitar la monotonía que pudiese producir tal situación, Rafael Frontaura se encargaría de narrar la obra.
La programación seguiría con la charla de Darío Moreno, profesor del Instituto Pedagógico, sobre el tamaño de las moléculas y luego vendría la presentación de la folclorista Margot Loyola. “La musicóloga interpretaría canciones araucanas y montaría un espectáculo junto a los músicos del pueblo mapuche Aurelio y Ramón Nancucheo”, relatan los egresados de la Escuela de Periodismo.
Después de Loyola, el escritor Jorge Edwards mantendría un diálogo literario con su par y Premio Nacional de Literatura de 1957, Manuel Rojas y el crítico de cine Antonio Romera presentaría el documental “Rembrandt, pintor del hombre”, para posteriormente pasar a un enfoque más científico donde el periodista Mario Céspedes entrevistaría al profesor y director del Instituto de Geofísica y Sismología de la Universidad de Chile, Cinna Lomnitz, acerca de una estación sismológica que la Universidad había instalado en la Antártica.
Finalizada la conversación, Liencura y Thiers cuentan que las cámaras, de acuerdo con la planificación prevista, captarían la obra de teatro Relatos Mineros, dirigida por Domingo Tessier y basada en el cuento Llampo de Sangre de Óscar Castro. Para esa presentación se contaría con la participación del Teatro Experimental y de los actores Franklin Calcedo, Emilio Martínez y Alfredo Marino.
Y en el último bloque, el periodista Lautaro Alvial haría una lectura a un boletín informativo cultural de la Casa de Bello y, para cerrar, el periodista Luis Hernández Parker realizaría una síntesis informativa nacional, donde la primera noticia sería que había nacido la televisión en Chile.
En medio de todo el nerviosismo, el programa resultó impecable. Las cámaras manejadas por el fotógrafo Fernando Valenzuela y construidas por el ingeniero Rodolfo Baffico, se pudieron coordinar a la perfección con el sincronizador de imagen elaborado por Carlos Haramoto y el transmisor obra de Bartolomé Dezerega. “Este último tenía una potencia de 1.500 watts, lo que significaba que la señal tendría un alcance de 30 kilómetros a la redonda desde la ubicación de la antena. Con estas instalaciones, casi todo Santiago podría captar la señal con total claridad. Las zonas de excepción eran los lugares cercanos a los cerros Santa Lucía y San Cristóbal, pues ambos hitos geográficos transmitían un cono de sombra que devolvía la imagen y dificultaba su recepción”, agregan Liencura y Thiers.
Los primeros despachos en vivo desde la calle
Pasada esta prueba, ya en 1961 la programación de Canal 9 tenía una duración de cuatro horas, de las cuales dos eran teleclases a cargo de Viola Soto, que se transmitían en colaboración con el Liceo Manuel de Salas. Y a comienzos del año del mundial de fútbol de 1962, la televisora tenía un noticiario permanente y varios programas que en total sumaban 9 horas de transmisión semanal”.
Para este fin, contribuyeron de forma significativa la actriz Diana Sanz, la que puede ser considerada la primera presentadora o animadora de la televisión chilena, muchos estudiantes universitarios y la incorporación de Patricio Bañados, Fernando Reyes Matta, el egresado Antonio “Toño” Freire, de quienes Aicardi fue maestro y mentor; el ex director de la Escuela de Periodismo de la U. de Chile, Mario Planet, Octavio Lomboy, la asistente de dirección Adriana Borghero; Fernando Valenzuela y Enrique Mella, en las cámaras; Francisco Cares en la operación de audio, Isabel y Ángel Parra-los hijos de Violeta Parra- en labores de producción, entre otros.
“La parrilla ofrecida por la estación laica en aquella época era miscelánea. Había espacios de corte periodístico, como Chile TV -con la producción de Boris Hardy y la conducción de Patricio Bañados-; el comentario internacional de Mario Planet; No Pasar, programa de terror y misterio con Poncho Merlet; Actualidad Deportiva con Alfredo Olivares, entre otros”, relatan los egresados Jaime Liencura y Raúl Thiers.
Junto a los teleteatros, sin duda el espacio más innovador de quienes trabajaron en los primeros tres años del canal fue “Primer Plano”, programa de corte magazinesco con entrevistas, crónicas, análisis informativos y debates. Dirigido por Raúl Aicardi, producido por Fernando Reyes Matta y Toño Freire, bajo la dirección técnica de Bartolomé Dezerega y conducido por Patricio Bañados, “se emitía cada viernes y para comienzos del mundial de Chile, se había convertido en uno de los espacios más emblemáticos de Canal 9”, añaden Liencura y Thiers.
“Entre los temas que recuerdo y que podrían dar una mejor idea sobre la forma y contenido del programa está una entrevista con un boxeador -por aquellos días uno de ellos había muerto en un hospital a consecuencia de los golpes recibidos en un encuentro- hecha por Patricio Bañados. La idea era averiguar hasta qué punto el box era un deporte, un negocio o simplemente una carnicería humana; una explotación de personas de escasa habilidad mental. El boxeador explicaba la visión de su profesión, sus riesgos y sus ventajas. Entretanto, fuera del estudio, el siquiatra Roberto Sarah escuchaba las declaraciones del boxeador y una vez que este había salido del estudio, entraba el Dr. Sarah y junto con Patricio Bañados analizaban las respuestas del boxeador y las motivaciones sicológicas que habrían influido en algunas de sus respuestas”, dice Aicardi en el documento donde relata todos los detalles del nacimiento de Canal 9, disponible en la Colección Raúl Aicardi de la Biblioteca del Instituto de la Comunicación e Imagen.
Una innovación que fue más lejos y que en febrero de 1962 se coronó con la primera transmisión en vivo de la televisión chilena: la llegada a Santiago del Cardenal Raúl Silva Henríquez tras su nombramiento por el Papa Juan XXIII en Roma. El encargado de narrar en cámara aquella experiencia, donde lo más importante era que aparecieran los chilenos comunes y corrientes, fue Patricio Bañados.
“Ese fue el objeto que Raúl me declaró. Quería esta transmisión más que lo otro. Casi era un pretexto la llegada del Cardenal, pues nunca se habían mostrado por televisión las calles chilenas, la vida chilena, cómo son los chilenos hablando, lo que piensan en su propio hábitat que es la calle”, recuerda Bañados en conversación con Liencura y Thiers.
La transmisión fue dirigida desde un camión por el mismo Aicardi, con el apoyo de “Toño” Freire y Bartolomé Dezerega, quienes tuvieron que luchar con un sinfín de inconvenientes técnicos para que la transmisión en vivo desde el Parque O’Higgins resultara exitosa y fuera replicada como una experiencia innovadora en la naciente televisión universitaria en los medios nacionales.
De esta forma, siguieron más transmisiones, como la cuenta pública del Presidente Jorge Alessandri, el mundial de 1962, donde en el entretiempo destacaba el público conversando y mirando la cancha y la Parada Militar de aquel año. Hitos que marcaron un antes y un después en el desarrollo del periodismo televisivo en Chile. Cuya primera etapa culminó en 1963 tras fallas en los primeros equipos construidos por los ingenieros de la Escuela de Ingeniería, los altos costos que implicaba realizar televisión y la imposibilidad de su financiamiento vía publicidad, la renuncia de miembros fundamentales, como Bartolomé Dezerega, Patricio Bañados, quien aceptó una oferta de la Radio Televisión holandesa, entre otros.
Raúl Aicardi fue becado para un seminario de perfeccionamiento en Radio y Televisión en la Universidad de Syracusa a fines de 1963 y al año siguiente se radicó definitivamente en Estados Unidos al aceptar un ofrecimiento como periodista en el Servicio Informativo de Estados Unidos en Washington. Después se convertiría en el Jefe de la Sección Iberoamericana de Radio de Naciones Unidas durante toda la década del 70 y entre 1980 y 1984, director del Departamento de Televisión de la misma Organización, hasta jubilarse. Todos sus archivos personales, como los documentos y películas inéditas que fueron parte de las primeras transmisiones de Canal 9 se encuentran almacenados y resguardados en el ICEI, luego de la donación de su familia. Una gran parte se encuentra en la Biblioteca Mario Planet.
Construir una televisión universitaria y pública para el nuevo Chile
“El sello que le imprimió Raúl a la televisión universitaria fue el de servicio público y no el de espectáculo, que quedó impreso durante algún tiempo. En esa época teníamos un cierto marco de sobriedad de respeto por el televidente, la forma de hablarle, tener conciencia que el espectador estaba en su casa en reposo. Todo eso debíamos considerarlo para hablarle en el tono adecuado a esa persona, nada de gritos. Pero eso se fue perdiendo lentamente a medida que entraba con más fuerza el auspicio comercial y se erradicó con la Dictadura”, sostuvo Patricio Bañados, en una entrevista otorgada para una investigación sobre Raúl Aicardi, a las periodistas Victoria Ramírez y María Paz Donoso.
Para la profesora Loreto Rebolledo, directora del Instituto de la Comunicación e Imagen de la Universidad de Chile, recordar los 60 años de este hito desde el lugar donde actualmente se enseñan y reflexionan las comunicaciones en la Casa de Bello es importante al reafirmar la lucha por el sentido público de nuestra televisión.
“Aquí, donde formamos a los futuros periodistas y comunicadores audiovisuales; e investigamos sobre el rol de la televisión y otros medios de comunicación, a la par que desarrollamos la creación audiovisual, el hito que hoy se conmemora es trascendental pues ocurre en un contexto en que la televisión se ha privatizado ha abandonado el rol público que en su tiempo cumplió la televisión universitaria y a la cual contribuyeron con entusiasmo y profesionalismo los periodistas formados en la Universidad de Chile”.
Asimismo, agrega que “con ese mismo entusiasmo, creatividad y profesionalismo, quienes formamos parte del ICEI, académicos, estudiantes y funcionarios, queremos aportar al nuevo canal de TV de la Universidad de Chile. La concreción del proyecto nos parece especialmente necesaria en un momento en que el paìs se enfrenta a un proceso constituyente donde la ciudadanía debe participar de la manera más amplia, más aún en un contexto de restricción de la libertad de expresión y de carencia de miradas pluralistas desde los medios de comunicación.
De acuerdo con Dino Pancani, director de la Escuela de Periodismo de la U. de Chile, para la unidad es un orgullo, es parte de su historia y patrimonio el haber sido parte de esta primera emisión de Canal 9, cuyo contenido orienta los lineamientos que debería tener la televisión pública en el país.
“En esta primera edición participó Luis Hernández Parker, el primer profesional en ser reconocido con el premio nacional de periodismo; escritores, folkloristas, músicos, actores y actrices, en fin, es una experiencia que relevó la cultura, la educación, la información, y la entretención; elementos fundamentales de la Universidad como proyecto formativo. Elementos que estarán presentes en el nuevo proyecto de canal universitario que que la universidad implementara prontamente”, apunta Pancani.
Sobre el actual proyecto de televisión universitaria que se elabora en el plantel, el director de la Escuela de Periodismo más antigua del país expresa que es una iniciativa fundamental, debido a que actualmente la Universidad no tiene participación en la televisión pública. “Cuando se recuperó la democracia, nos fuimos convocados a construir una TV pública de calidad, más bien lo que se buscó fue una televisión que se auto sustentara y que la convirtió en otro canal comercial. Hoy, además del canal universitario que vamos a implementar, tenemos que repensar la televisión pública, proceso que nos obliga a reflexionar sobre la TV que queremos y que rol debería cumplir en la construcción de un nuevo Chile. Es una discusión que debiese darse en un marco democrático, plural, diverso, y con una clara participación de la sociedad civil”.
Según Carlos Saavedra, director de la Escuela de Cine y Televisión de la U. de Chile, rememorar los 60 años de la señal universitaria significa revivir lo que fue una gran alternativa de lo público, donde a través de un lenguaje innovador “se creó un tremendo proyecto no sólo informativo, sino que de discusión de los grandes temas. Esto fue trascendental porque marcó una diferencia radical con otras opciones mediáticas”, afirma.
Saavedra añade que hoy, el gran reto para crear una nueva televisión universitaria desde la Casa de Bello es reinstalar la discusión de lo público, la importancia del bien común y la vinculación con los territorios. “Para eso debe repensar sus metodologías y sus formatos, no hacer lo mismo que hace la televisión comercial de la que muchos están agotados. Puede informar, pero a través del debate y la discusión profunda de temas que no se abordan en la televisión tradicional. Así, la pregunta es a que públicos va a apostar y desde que lugar se va a posicionar”.
En esa línea, el académico opina que el gran desafío desde el ICEI es “pensar nuevos formatos que se dirijan a una propuesta pública de televisión y que disputen el poder que hoy ostenta la televisión tradicional”.
*El material con el logo de ARTV está extraído del programa "Memorias de la TV Universitaria", emitido en el Canal ARTV en noviembre de 2000. Dirigido por Francisco Vargas y conducido por Toño Freire en los estudios de la Escuela de Altos Estudios de la Comunicación y Educación. Toño Freire le envió a Raúl Aicardi una copia de este material, cuyo original en VHS está resguardado en las dependencias del lnstituto de la Comunicación e Imagen de la U. de Chile, por ser un material de alta importancia para la historia de la TV chilena.