Por estos días se discute en el Congreso la iniciativa de la Moneda de extender el estado de catástrofe frente a la pandemia, medida que -en principio- debería finalizar el 13 de marzo y que se acerca a cumplir un año de vigencia el 18 de este mes.
Según la Constitución, el estado de catástrofe se usa para enfrentar situaciones de “calamidad pública” y permite, por ejemplo, restringir el libre tránsito y establecer toques de queda. La zona afectada, además, queda bajo control del Jefe de Defensa Nacional designado por el Presidente, es decir, por las Fuerzas Armadas.
¿Qué tan necesaria sería una nueva extensión de esta medida? Claudia Heiss, jefa de la carrera de Ciencia Política del Instituto de Asuntos Públicos (INAP), señala que el gobierno debería "justificar claramente el bien público del uso del estado de excepción". Plantea, en esta línea, que "persisten dudas legítimas de que se esté usando el estado de catástrofe y los toques de queda no sólo para prevenir que empeore la situación sanitaria, sino también por razones de orden público asociadas al estallido social".
El subdirector del INAP, Felipe Agüero, señala que hay "razones políticas" y no puramente sanitarias para la prolongación de esta medida. "Creo que el interés del gobierno en continuar con el estado de excepción se debe a su enorme debilidad, que quiere compensar con la capacidad de control y vigilancia que le permite el despliegue de las Fuerzas Armadas", sostiene.
Restricciones a la libertad como el aforo reducido en lugares como bares, gimnasios y cines o la limitación de su funcionamiento son razonables debido a los altos niveles de contagio, dice el profesor Agüero. "Pero estas restricciones no requieren del estado de excepción y pueden realizarse por la vía de las facultades de que dispone la autoridad sanitaria", señala.
El Congreso ahora debe aprobar o rechazar la iniciativa del Ejecutivo "sobre una base carente de información", indica el profesor Agüero, quien plantea la necesidad de una mayor transparencia por parte del Gobierno en esta medida. "Se debería haber incluido información sistematizada sobre las formas de aplicación de las medidas del estado de excepción y del toque de queda, pero no hay nada de eso, sólo suposiciones", afirma.
Por eso, en vísperas del inicio de las funciones de la convención constitucional, la profesora Heiss propone dar mayor poder al Congreso para contrapesar al Ejecutivo al invocar un estado de excepción e "implementar mecanismos de rendición de cuentas y una justificación pública" sobre su uso. Además, señala una "falta de delimitación clara" entre las atribuciones del presidente y las del Jefe de Defensa Nacional durante estas situaciones.
¿Qué dicen los datos?
Consultada sobre la utilidad de las medidas que restringen la movilidad, como el toque de queda o las cuarentenas dinámicas, la Dra. Claudia Cortés, académica de la Facultad de Medicina, hizo hincapié en que permiten que menos personas salgan a la calle y se expongan, y que si son bien implementadas y supervisadas deberían ser eficaces.
"Es entendible que después de un año estemos aburridos de las medidas que restringen el movimiento, pero el que nos estemos enfrentando a una nueva ola con números en ascenso y UCIs llenas en todo el país porque se aliviaron estas medidas, se dieron permisos de vacaciones y la gente salió, hace que sean necesarias", enfatizó.
Sin embargo, indicó que este tipo de definiciones no tienen por qué ser homogéneas en todo el país, ya que no todas las comunas tienen la misma situación. De esta manera, comunas que tienen menores tasas de positividad y menos contagios quizás no necesitan un toque de queda, mientras que sectores donde los números van en alza y la trazabilidad es deficiente, medidas como las cuarentenas y toques de queda son útiles epidemiológicamente hablando.
Respecto al relajo en las medidas sanitarias en el contexto de las vacaciones, y frente al inicio del proceso de vacunación, la profesora Cortés aseguró que para que exista inmunidad de rebaño se necesita vacunar con la segunda dosis al 80 por ciento de la población, alrededor de 15 millones de personas. "La eficacia de la primera dosis es bastante baja. Yo tengo pacientes que se contagiaron y enfermaron en el período de espera de la segunda dosis y están enfermos graves, por lo que es muy importante que se entienda que una única dosis no es suficiente", explicó.
Por su parte, el académico de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas y director del Instituto Sistemas Complejos de Ingeniería (ISCI), Leonardo Basso, afirmó que los datos del país permiten ver que las primeras cuarentenas establecidas el 2020 tuvieron un efecto menor al esperado, con comunas con un 50 por ciento de reducción del movimiento y otras con sólo un 25 por ciento. Las segundas y terceras cuarentenas, en tanto, tuvieron un impacto aún menor.
"Da la impresión de que hay que echar mano a estas estrategias sólo en un contexto en que se logra transmitir a la población que es una medida de shock que requiere una adhesión estricta, pero por tiempo limitado. Pero pareciera ser que, dado que en la práctica Chile se mueve, hay que insistir en los mensajes de cuidado individual: distancia física, mascarilla, lavados de mano y, si por la razón que sea no logra estar separado, entonces guarde silencio", aseguró.
Consultado en particular por el toque de queda, el profesor Basso afirmó que se observa un contagio comunitario relativamente alto que ocurre cuando se dejan caer las medidas de protección individual. Este descuido se daría especialmente en el "efecto noche", lo que haría útil el toque de queda, aunque hay que evaluar el horario para no saturar el transporte colectivo.
"Una cosa es la movilidad en horario laboral, porque eso significa economía y trabajo, pero eso es diferente al derecho o a las ganas de juntarse socialmente tarde en la noche cuanto tenemos las tasas de contagio comunitario que tenemos. Hay que recordar que seguimos en pandemia y que no estamos cerca de la inmunidad de rebaño aún, por lo que sigue siendo una situación excepcional", concluyó.