A días de las elecciones presidenciales, todos los candidatos han presentado sus programas, los que incluyen políticas de transporte. Estas políticas son muy relevantes para todas las personas: sin ir más lejos, un alza de cerca del 5% en el valor del pasaje del Transantiago generó el estallido social de 2019 y el actual proceso constituyente. Por esto, es importante analizar qué proponen los candidatos en materia de movilidad.
Los programas abordan el tema del transporte con diferentes niveles de profundidad: desde propuestas vagas – como ampliar las líneas de metro en cada ciudad grande (Artés) o volver a los antiguos recorridos del Transantiago (Parisi) – hasta programas más articulados y detallados. Dentro de ellos, las candidaturas de Gabriel Boric, Yasna Provoste y Sebastián Sichel (en orden alfabético), fueron expuestas de manera resumida (diez minutos), por sus coordinadores temáticos en el marco del vigésimo congreso de la Sociedad Chilena de Transporte (Sochitran). Sin querer dar cuenta exhaustiva de las propuestas, acá nos interesa enfatizar los puntos centrales, las coincidencias y diferencias entre ellas.
Las propuestas de los candidatos Boric y Provoste eran las más coincidentes entre sí. Ambas dan un impulso enérgico a la movilidad activa (caminata y bicicleta), buscando alcanzar alinear estas propuestas con objetivos medio ambientales, esto es, de reducción de emisiones contaminantes. Al tiempo, proponen suspender la construcción de nuevas autopistas urbanas, mientras por otro lado impulsan de manera importante el transporte público (a través mayores subsidios o esquemas gratuitos), especialmente en regiones. Desde el punto de vista de la gobernanza, ambas propuestas buscan, con diferencias menores, descentralizar el manejo del transporte público a los gobiernos regionales, aumentando las atribuciones de estas entidades y los recursos asignados al transporte de pasajeros. Por último, en materia de seguridad vial las dos candidaturas ponían el acento del modificar el rol actual de la Comisión Nacional de Seguridad de Tránsito (Conaset), convirtiéndola en una entidad de gestión de tránsito al alero de los gobiernos regionales, y con metas más claras en la reducción de accidentes.
El representante del candidato Sichel puso un fuerte énfasis en el transporte de carga, los taxis colectivos y la formación de capital humano (conductores). Además, relevó la importancia de renovar la infraestructura portuaria. Coincidió con sus pares en la necesidad de mejorar el estándar del transporte a nivel regional, poniendo énfasis en la construcción de futuras autopistas urbanas, destacando la comodidad que moverse en auto representa para las personas. Dentro de su intervención no hubo mayores menciones a cambios en la gobernanza de las políticas de transporte ni a cambios en el rol de Conaset.
Las propuestas presentadas en Sochitran dan cuenta, en última instancia, de las visiones de ciudad de los tres candidatos. Las dos primeras asumen que es necesario dar un cambio de dirección fuerte en la forma en que es gestionada la movilidad en las ciudades, que en hoy día entrega más recursos y espacio vial al automóvil, el modo más contaminante y menos eficiente. Muy en la dirección de lo que están realizando ciudades como Paris, o Londres, o la propuesta de infraestructura de Biden en Estados Unidos, estos programas buscan alinear objetivos medio ambientales con los de transporte. La propuesta de Sichel es mucho más tímida al respecto, insistiendo en la conveniencia del automóvil particular como actor privilegiando en la ciudad, aunque nivelando el estándar transporte público de regiones al santiaguino.
La ventaja de la democracia es que nos permite imaginar cada cuatro años cómo queremos vivir, cómo imaginamos nuestras calles y espacios públicos. En el caso del transporte, estas propuestas afectan de manera muy clara nuestros estilos de vida, tanto los actuales como los futuros. Por eso, es importante saber pa´ donde va la micro: no vaya a ser que lleguemos al destino equivocado...