Hace unas semanas, en medio de la inauguración del año académico del Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile (INAP), se presentaron los resultados de un estudio desarrollado por el Banco Mundial y la University College London, con el apoyo de la Dirección Nacional del Servicio Civil. La investigación arrojó que un 89 por ciento de los 24 mil funcionarios públicos chilenos quieren seguir con una modalidad híbrida de trabajo.
A poco más de dos años de la irrupción del teletrabajo provocado por la pandemia, hay quienes este año volvieron a una presencialidad total, mientras que otros siguen en una modalidad híbrida. El académico de la Universidad de Chile, especialista en psicología del trabajo y de las organizaciones, Carlos Díaz, sostiene que “todavía estamos en una modalidad de tránsito”. Sostiene, asimismo, que el teletrabajo se estaba instaurando de manera paulatina desde antes de la crisis sanitaria. “Antes se trataba de personas que hacían dos a tres días máximo de trabajo en el hogar, roles que eran bastante particulares, analistas, personas, que por lo general tenían tareas de alta autonomía, por lo tanto, podían regular el ritmo de aquello que hacían e ir fijando sus objetivos cotidianos”.
Sin embargo la llegada de la pandemia significó la irrupción del trabajo remoto, que “es una herramienta muy potente para las tareas que son de naturaleza autónoma, pero para aquellas que requieren colaboración entre muchas personas, el teletrabajo se ha vuelto un dolor de cabeza, en el sentido de que las personas requieren de mucha energía y de mucho tiempo para tratar de ponerse de acuerdo”, afirma.
Este diagnóstico es compartido por la profesora, Nella Marchetti, jefa del Programa de Salud Ocupacional, de la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile. “El teletrabajo venía desde antes, como que nos estábamos preparando. Lo que hizo la pandemia fue acelerar el proceso de implementación del trabajo remoto. Y, como fue un poco apresurado, tiene ventajas y también se evidenciaron todas las falencias que tenemos para trabajar a distancia o en teletrabajo”, sostiene.
Por otra parte, “la vuelta a la presencialidad ha sido también a trastabillones, en el sentido que se vuelve, que algunos han tenido que volver también esporádicamente a teletrabajar”, agrega Carlos Díaz, profesor del Departamento de Psicología de la U. de Chile.
Desde el punto de vista de la salud pública, la profesora Marchetti, plantea que “fue la forma de no paralizar al país, frente a la pandemia y frente a las cuarentenas absolutas que teníamos. Permitió dar continuidad a todas las actividades productivas durante la pandemia y permitió, frente al confinamiento, cortar la cadena de contagios, que es lo esencial”.
Desafíos a futuro
Nelly Marchetti sostiene que el teletrabajo “va a quedar como una forma de trabajar. Eso sí, no todos los rubros productivos son susceptibles de incorporarse al teletrabajo, pero hay actividades como, por ejemplo, las tecnologías que tienen muchísimas ventajas de trabajar a distancia. En cambio, no podemos pensar que la construcción se haga de manera no presencial, pero sÍ todos los servicios financieros, de comunicaciones, tienen más ventajas tanto para el individuo como para las empresas”.
El profesor Díaz señala que para las mujeres con hijos trabajar desde la casa también es un gran desafío, dado que deben cumplir con los quehaceres labores y también de cuidado y crianza. En este sentido, vislumbra dos aspectos a considerar a futuro para continuar con el desarrollo de las labores en formato remoto:
Como primer punto, plantea “establecer mecanismos de transacción entre las personas y sus organizaciones para poder generar modalidades de presencialidad en el trabajo y de ocuparse de los temas del hogar de una manera un poquito más flexible. Han aparecido software ofertados a las empresas para tener un control de las personas en teletrabajo. Por lo tanto, de algún modo de tener la capacidad de saber cuándo están o no conectados”.
El segundo punto, dice el académico, “tiene que ver con cómo seguir desarrollando soportes que faciliten el trabajo colaborativo entre las personas que están desarrollando teletrabajo. Eso, como ya le mencionaba, se ha transformado en un problema. Cuesta sincronizar no solo las acciones, sino que sincronizar el significado de lo que se está haciendo juntos”.