Las universidades, instituciones abocadas a la generación de conocimiento, se distinguen por su capacidad de anticipación y la voluntad de ampliar los horizontes de lo posible. En un mundo sometido a múltiples cambios que ponen en cuestión nuestras formas de vida, se hace más evidente su responsabilidad de contribuir, desde el conocimiento, a un futuro que nos incluya a todas y todos como personas preparadas para aportar al bien común y cuidar de nuestro entorno.
La pandemia, que tanto dolor ha significado, nos ha enseñado sobre nuestra capacidad de enfrentar las adversidades colaborativamente y de imaginar nuevas aproximaciones para construir sociedades más sostenibles y resilientes. Igualmente, los cambios acelerados nos han llevado a comprender que se requiere una transformación profunda de nuestras sociedades, que reconozca la fuerza de la impronta humana sobre los destinos de nuestro planeta.
Desde la Universidad de Chile entendemos que nos corresponde asumir un rol principal en el esfuerzo de enfrentar los problemas que observamos. Para ello es necesario promover el diálogo nacional e internacional a través de la creación de plataformas de cooperación que, abocadas a la generación de conocimiento, la creación y a la formación de personas, se sumen al esfuerzo de enfrentar los desafíos, avanzar en derechos y reducir las inequidades que cruzan nuestras sociedades.
Por su historia y contexto latinoamericano, nuestra Universidad tiene un compromiso con la transformación social. Es el compromiso que se expresó en la resistencia a la dictadura, y que jugó un rol preponderante en la construcción de la República. Es también el compromiso que hoy sustenta la defensa de la educación pública y que moviliza el saber pensando en el país, cuando es Chile el que se piensa a sí mismo.
El reconocimiento de la complejidad pone en cuestión las aproximaciones tradicionales de la academia y nos llama a impulsar una universidad más abierta, más diversa y accesible, más flexible y más transdisciplinar. La diversidad es un sello característico de nuestra Universidad, y en eso hemos dado pasos precursores, generando institucionalidad para reconocer la identidad y expresión de género, ampliando la participación de estudiantes de distintos contextos socioeconómicos, con capacidades diferentes, y reconociendo a quienes provienen de nuestros pueblos originarios. Estamos preocupados de profundizar estos cambios promoviendo ambientes de respeto, libres de acoso, abuso y violencia de cualquier tipo, resguardando con especial atención la situación de las mujeres, los pueblos indígenas, afrodescendientes y migrantes, las personas en situación de discapacidad, los integrantes de grupos LGBTIQ+ y todos aquellos grupos tradicionalmente excluidos.
Consistentemente, el análisis de la propuesta constitucional demanda un enfoque prospectivo que debe considerar cómo se instala Chile en los desafíos globales, cómo enfrentaremos la crisis climática y de la biodiversidad, el debilitamiento de la democracia, las demandas crecientes de la ciudadanía, las exigencias de la educación para el siglo XXI, la precariedad de las nuevas clases medias, el envejecimiento de la población o, incluso, nuevas pandemias. Por ello, valorando el proceso constituyente y el debate ciudadano que se realiza en estos días, seguiremos aportando con nuestras capacidades en los distintos ámbitos para la construcción de un orden social más justo y solidario, ofreciendo espacios de diálogo pluralista y crítico; buscando al mismo tiempo coherencia en nuestra propia vida institucional con los fines y principios que nos inspiran.
En un escenario de polarización y de decisiones de altas consecuencias, nuestro compromiso seguirá siendo aportar a la discusión pública con las mejores verdades disponibles, siempre abiertas y abiertos a abordar nuevas perspectivas y a resignificar las distintas visiones.