Incluso antes de la pandemia, el teletrabajo era una modalidad ampliamente usada en el ámbito laboral. Sin embargo, fue la llegada de la pandemia el hecho que la masificó y extendió a la mayoría de los rubros en Chile y el mundo. De esa forma, lo que previamente se asociaba al trabajo freelance, rápidamente se estableció como una alternativa ampliamente usada.
El fenómeno es confirmado por el psicólogo Carlos Díaz, académico del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, quien junto a un equipo de la Facultad de Medicina estudió los alcances del teletrabajo con el desarrollo de la pandemia. “Lo que había más frecuentemente era home office, vale decir, personas que trabajaban entre 1 a 3 días por semana fuera de la organización”, puntualiza. Aquello, indica, se traducía en roles que gozaban de cierta autonomía en la definición de su objetivo, particularmente en la manera relativamente autónoma de realizar el trabajo.
Sin embargo, la pandemia marca un antes y un después para esta modalidad de trabajo. La transición súbita de este formato a la masividad afectó a cada persona de manera diferente, sostiene el psicólogo. “En algunos, tuvo la posibilidad de regular mejor su tiempo y, por lo tanto, de poder agenciar de mejor manera sus necesidades personales en el hogar, por los niños, etcétera (…) Pero para otros significó efectivamente perder un nexo con su red laboral. Mucho de lo que se hace en el trabajo tiene elementos tácitos que, de alguna manera, están asentados en el contacto personal, en lo que se conversa y eso se diluyó”, sostiene Díaz.
Esta mirada también es compartida por Matías Sanfuentes, profesor del Departamento de Administración de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile. El académico ve en casos como el del movimiento Arriba Mamás Chile un ejemplo donde el teletrabajo se vuelve beneficioso para distintos sectores de la ciudadanía. “Muchas tareas parentales se han consolidado o se han mejorado para muchas personas que pudieron y han podido seguir desarrollando de manera paralela, pero que van a verse interferidas por un retorno a una antigua forma de presencialidad”, observa.
El teletrabajo para las nuevas generaciones
Con el progresivo retorno a la presencialidad, se vuelve importante pensar en cómo se constituye una manera de trabajar que sea efectiva para las necesidades del tiempo y que logre articular estas dos dimensiones de manera simultánea. Al respecto, Sanfuentes llama a abordar el teletrabajo desde una perspectiva socio-técnica. “Tiene que ver con poder aprovechar las condiciones o los aspectos positivos que yo creo que abrió el poder introducir el teletrabajo como una herramienta que fue obviamente de emergencia durante la pandemia, pero que aceleró un proceso que yo creo que ha sido muy positivo en un nivel para las personas”, sostiene el académico de la Facultad de Economía y Negocios.
Algo que coincide con la voluntad de parte importante de la fuerza laboral juvenil, que en muchos casos se incorporó a trabajar cuando el teletrabajo era la única alternativa y ahora han manifestado su preferencia por esta modalidad. Sin embargo, para Carlos Díaz, un segundo estudio realizado sobre el teletrabajo durante la pandemia revela que esto también implica un desafío en las jefaturas. “Efectivamente, aquellos que tienen roles de dirección o supervisión vieron incrementada en forma negativa su carga de trabajo en relación con otros cargos, y también la carga mental de trabajo”, señala el académico de la Facultad de Ciencias Sociales.
Por ello, Díaz llama a un teletrabajo que sea más específico en definir los tiempos de trabajo frente al computador, considerando cómo muchos trabajadores mediante esta modalidad suelen trabajar más allá de la hora laboral. “Muchas personas ocupan parte de su tiempo durante el día a algún aspecto personal, digamos, ir a buscar a los niños, preparar la comida, la vida en pareja, etcétera, lo que implica que trabajen a menudo en horas tardías”, advierte.
De cierta forma, para Díaz, Chile ha avanzado a una modernidad sin modernización, por lo que antes de cualquier transición hacia un teletrabajo debieran ser evaluados los distintos factores contenidos en este. “Hay un desafío importante sobre cómo poder generar un escenario donde la construcción de las comunidades de trabajo pueda sostenerse en el teletrabajo (…) Hasta ahora, cada uno ha ido inventando soluciones por su lado para enfrentar los distintos desafíos, lo cual también redunda en confusión y mucho ensayo y error”, concluye.