Por primera vez luego de la irrupción de la pandemia, la Universidad de Chile entregó la Medalla Doctoral a sus nuevas y nuevos graduados en una ceremonia totalmente presencial que se realizó en el Salón de Honor de la Casa Central este martes 15 de noviembre. En la oportunidad, recibieron el reconocimiento 174 estudiantes de postgrado de los distintos Programas de Doctorado de las unidades de nuestro plantel e interfacultades. El hito marcó la obtención del máximo grado académico que entrega nuestra institución.
Como es tradición, la ceremonia se realizó en el marco del aniversario de la Universidad, que este 2022 cumple 180 años de historia, y fue presidida por la Rectora Rosa Devés. Participaron, también, la Prorrectora Alejandra Mizala; el vicerrector de Asuntos Académicos, Claudio Pastenes; la vicerrectora de Extensión y Comunicaciones, Pilar Barba; la vicerrectora de Asuntos Estudiantiles y Comunitarios, Josiane Bonnefoy; la directora de Postgrado y Postítulo, Laura Gallardo; además de decanas, decanos, directoras, directores, integrantes del Consejo y Senado Universitario, autoridades, familiares y amigos de las y los graduados, académicas, académicos y estudiantes.
En su saludo, la Rectora recordó la época en la que le correspondía dar un discurso en esta ceremonia como directora de Postgrado y Postítulo, y mencionó que el doctorado "es uno de los motores fundamentales del cambio académico hacia la excelencia, porque es la actividad de más alta exigencia y porque implica formación vinculada a la creación de conocimiento". Estos programas, señaló, "se adelantan a los cambios estructurales" y evolucionan en el tiempo. Así, la Rectora se preguntó qué se espera de la formación de doctorado.
Apoyándose en la definición del educador norteamericano Lee Shulman –quien señaló con respecto a los estudiantes de doctorado que "mientras más comprenden, mayor es la obligación moral de usar su conocimiento y sus habilidades con integridad, con responsabilidad y generosidad"–, la máxima autoridad de la U. de Chile aseguró que la formación de doctorado debe incluir prácticas de investigación, de docencia, de supervisión y tutoría, de servicio público, de participación cívica y de extensión, entre otras.
"¿Cómo formamos para todo aquello?", se preguntó, y propuso tres conceptos que deben atravesar la formación de doctorado. En primer lugar, mencionó la "integración de las funciones académicas de la investigación y la enseñanza", seguido de fomentar "la participación en una comunidad intelectual", alejándose de la idea de que la formación doctoral se limita a la relación entre el supervisor y el doctorante. "Los problemas de la investigación se abordan de otra manera, multigeneracional y más amplia, y por eso tenemos que formarnos en relación con otros", dijo.
Por último, mencionó la "gestión responsable" entendida como "el deber moral y ético de las y los académicos con su propio trabajo y hacia su disciplina". "Hay un momento en que uno pasa de decir 'estudio algo' a 'soy algo', y no tiene que ver con la obtención del título o el diploma, sino con hacerse cargo de aquello a lo que uno pertenece, con la responsabilidad de esa disciplina o de ese problema, y eso también se educa: progresivamente, en distintos contextos, en la colaboración con pares y profesores y profesoras, en un proceso profundo y extendido. Por eso agradecemos a todos quienes están trabajando o trabajaron con ustedes para llegar a ser esto que describo. Los y las felicito por este enorme esfuerzo", cerró.
Nuevos doctores y doctoras para el mundo
La cohorte que recibió su reconocimiento corresponde a 174 estudiantes que provienen de 42 programas y 11 facultades e institutos, incluyendo 33 que lo hacen desde programas interfacultades e interinstitucionales. De ellos, cerca de un 60% son de sexo masculino y un 40% de sexo femenino, y se graduaron entre el segundo semestre de 2021 y el primero de 2022.
La directora de Postgrado y Postítulo, profesora Laura Gallardo, destacó el rol que cumplen tanto las y los profesores guías como el de funcionarios y funcionarias que "han mantenido salas, talleres y laboratorios o que los han acompañado a expediciones de campo para recoger datos y observar fenómenos", además de destacar el aporte que las y los nuevos doctores pueden hacer al mundo actual.
"Son tiempos desafiantes para el intelecto, para el propio y el colectivo. No hay mejor hora para ser doctor philosophiae. Estamos en tiempos de cambios paradigmáticos en todos los ámbitos y ello requiere crucialmente de más doctores y doctoras para el siglo XXI que miren desde el sur, sea desde el arte o desde el mundo natural o desde el social, posiblemente de modo cada vez más interconectado. Es desde las voces que hasta ahora no han sido escuchadas, desde dónde emanen las nuevas formas de ser y hacer", dijo.
Cada graduado y graduada recibió una Medalla Doctoral, que consiste en un disco de plata de 38 milímetros, con argolla y contra argolla para colgar, que lleva grabado el escudo de la Universidad de Chile, el grado académico, el Programa de Doctorado correspondiente, el nombre de quien la recibe y el año en el que se otorga.
La voz de las y los nuevos doctores
A nombre de la generación, primero tomó la palabra el Doctor en Ciencias Sociales, Ricardo Amigo, quien destacó que tras una breve revisión de los temas que abordan las tesis doctorales de las graduadas y graduados, pudo identificar que "se lee como un muestrario de los principales desafíos que enfrentan hoy nuestra sociedad y el mundo, así como las grandes preguntas de nuestro tiempo". Entre ellos hay trabajos sobre la búsqueda de exoplanetas, la crisis climática, la evolución tectónica de la cordillera, el tratamiento del VIH, las baterías de litio y la electromovilidad, entre muchos otros.
"Sin duda, el tiempo en el que nos tocó desarrollar nuestras investigaciones y escribir nuestras tesis fue excepcionalmente rico en acontecimientos que obligaban a desviar la atención de los estudios y preguntarse por el contexto más amplio de nuestras investigaciones", recordó. Este periodo se vio marcado por hechos como el mayo feminista de 2018, el estallido social de 2019 y la pandemia de COVID-19. "El hito que celebramos hoy se inserta en trayectorias y vivencias que no son sólo individuales, sino que también son colectivas", comentó.
De su experiencia, el graduado resumió que "estudiar un doctorado en la U. de Chile fue, sin duda, una experiencia formativa en el más amplio sentido de la palabra". Esto porque "no solo contribuyó a forjar una convicción en torno al compromiso ético y político de nuestras investigaciones, también fue una experiencia que contribuyó a templar el carácter y a desarrollar una conciencia crítica sobre los contextos sociopolíticos y condiciones de producción del conocimiento, tanto en términos personales como institucionales", añadió.
Luego emitió un discurso la Doctora en Fluidodinámica, María Belén Barraza, quien hizo un claro diagnóstico de las diferencias de género dentro de las carreras científicas y matemáticas, tanto con cifras mundiales y nacionales como a partir de su propia experiencia. "En mi paso por el doctorado, de 17 estudiantes solo éramos dos mujeres y ambas nos graduamos en esta ceremonia, por lo que lamentablemente ya no existe participación de mujeres como estudiantes en el programa. Durante todo el programa, solo tuve una profesora mujer", contó.
En este contexto, abordó las diferencias genéricas en el acceso a estas carreras, pero también la que existe en el avance de las carreras docentes. "¿Cómo podemos atender a las brechas y violencias transversales y estructurales que condicionan y enlentecen la progresión de las científicas, académicas e investigadoras?", se preguntó. "La diversidad en la academia constituye un catalizador para generar una mayor diversidad de estudiantes y personas graduadas. Creo profundamente que es nuestro deber moral, social y político continuar trabajando para alcanzar posiciones de poder y liderazgo que contribuyan al desarrollo e implementación de nuevas políticas que equiparen la cancha", apuntó.
"Las y los invito a que en nuestro camino en la investigación, la innovación y la docencia no solo nos limitemos a lo que aprendimos en el doctorado, sino que juntos y juntas movamos la barrera del conocimiento de la forma más creativa posible, considerando que la diversidad solo enriquece a una institución, a un proyecto educativo y a la sociedad. Es necesaria la visibilidad y representatividad transversal de todas las diversidades y grupos sistemáticamente excluidos de la sociedad o las posiciones de poder", añadió. "No basta con reconocer, tolerar o respetar la diferencia, sino que necesitamos abrazarla, apreciarla y encontrar, en su complejidad, las distintas miradas, historias, vivencias, experiencias y saberes que permitan construir una sociedad mejor".
Revisa la galería fotográfica del encuentro, acá.
Puedes ver el video de la ceremonia completa en el siguiente enlace: