Fue el lunes 30 de marzo de 1863 cuando se inició la construcción del que se convirtió en el primer edificio de la Universidad de Chile, “El palacio de la Universidad de Chile”, como se le conocía en aquel entonces a esta infraestructura neoclásica. Así lo plantea la vicerrectora de Extensión y Comunicación de la Universidad de Chile y arquitecta de profesión, Pilar Barba, quien describe al edificio como una construcción equilibrada de inspiración francesa que estuvo a cargo del arquitecto Lucien Hénault. “Lo francés simbolizaba en ese momento aires nuevos, aires de revolución, de república y, desde el punto de vista formal, es un edificio simétrico, tranquilo, equilibrado y austero”, señala la vicerrectora.
Este espacio ubicado en el centro de la capital, según describe la vicerrectora, nunca fue muy ostentoso y también recoge elementos propios de la arquitectura chilena, como son los patios interiores. “Este edificio tiene este piso de madera. Uno lo ve muy estable, pareciera que todo fuera como de piedra y hormigón, pero no, es un edificio de albañilería con este piso de madera”, comenta Pilar Barba.
Fue el paso de los años lo que fue transformando a esta infraestructura a la par de la institución, empezando por su nombre Palacio de la Universidad de Chile. Esta denominación, según relata Gabriel González, encargado de extensión del Archivo Central Andrés Bello, fue reemplazada por el de Casa Central en 1949, justamente en la época que la Universidad de Chile se abre a los sectores sociales más populares. “Esto va indicando el itinerario que va a adquirir la Universidad y que indudablemente va a ser parte de los motivos de la discusión pública que la van a atravesar en las décadas posteriores de ese siglo”, señala.
La Casa Central ha tenido protagonismo no solo por su estructura en sí, sino también por lo que alberga en su interior, como el Salón de Honor, ubicado al centro de la edificación y considerado por muchos como su corazón. Este lugar resguarda el escudo original de la institución, elaborado por el escultor Nicanor Plaza, así como la estatua de Andrés Bello, situada actualmente en el patio del mismo nombre. Esta escultura fue inaugurada en 1881, a cien años del nacimiento del primer Rector de la U. de Chile, en la entrada principal del Congreso Nacional por calle Catedral. Luego, en 1931, se instaló en el bandejón central de la Alameda, frente al edificio de la Universidad, hasta 1974, año en que ingresa a la Casa Central para ocupar su posición actual.
Sus constantes cambios se aprecian en distintos aspectos de este recinto, como la sala de reuniones de Rectoría, que antes era la sala en que se entregaban los títulos y grados de las y los estudiantes, dependencia que hoy se ubica en la Torre 15, en calle Diagonal Paraguay. Otra instalación nueva es la Sala Museo Gabriela Mistral, nombrada así por la Premio Nobel de Literatura, quien fue velada en el Salón de Honor de la Casa Central, un espacio que hoy está destinado a la cultura y la educación, y que antes solo albergaba oficinas. Esto es solo una muestra del constante movimiento que registra este edificio declarado Monumento Histórico en 1974.
No fue hasta hace poco que este edificio patrimonial fue abierto a toda la ciudadanía. Según relata el funcionario Jorge Ramírez, portero de la Casa Central con más de 40 años de experiencia, durante el período militar esta se mantuvo cerrada al público general. “Las personas se intimidaban mucho al ingresar. De hecho, no sabían lo que era e incluso pensaban que era una iglesia (…) Uno debía inferir que es la Universidad, pero no todo el mundo la conoce”, señala. Es por eso que en las últimas décadas se ha buscado abrirla a la ciudadanía mediante el desarrollo de distintas actividades de extensión y participación ciudadana en sus salones y patios, tal como la iniciativa que a partir de este mes de noviembre invita a conocerla en el marco de los 180 años de la institución.
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