- ¿De dónde nace este cortometraje? ¿Qué te motivó a retratar el pueblo de Pachica?
En «Estrellas del desierto» quería explorar el conflicto de la crisis hídrica desde la mirada de la infancia. Y hacerlo desde la región de Tarapacá, un territorio que viene atravesando por esta problemática desde hace ya muchos años y con el que además me he sentido muy conectada toda mi vida, porque ahí nací, crecí, vive mi familia y están todos mis recuerdos de infancia. La primera imagen que me inspiró a escribir este cortometraje fue una noticia que vi hace unos cuantos años en la televisión regional, en donde un niño en un pueblo del interior estaba peloteando solo contra la pared porque todos sus amigos del pueblo se habían ido. Esa imagen me acompañó durante años y se transformó finalmente en la reflexión en torno al sentimiento de pérdida que quise explorar en este cortometraje. Esa pérdida de los afectos más importantes, de los lazos de amistad, y de los recuerdos asociados al lugar en donde vivimos.
Respecto al pueblo de Pachica, para mí representa a tantos otros pueblos del norte de Chile que hoy están atravesando precisamente por problemáticas medioambientales y de migración. En ese sentido, quería que el lugar se transformara en un personaje más. Creo que los lugares y paisajes nos cuentan mucho sobre la historia, los personajes, sus sensaciones y emociones.
- ¿Cómo fue el proceso de creación de la película? ¿Cuáles crees que fueron los desafíos más importantes?
Hacer cine en una región extrema como la nuestra conlleva una gran cantidad de desafíos y complejidades de toda índole. Las condiciones son literalmente extremas, porque no hay formación en todas las áreas, no hay suficiente equipamiento técnico para afrontar un rodaje, por ejemplo. De hecho, tuvimos que traernos un camión desde Santiago viajando durante tres días por tierra para transportar equipos, sumado a que además estamos en el desierto más árido del mundo. Afrontar un rodaje ahí es humanamente muy duro.
Por otra parte, el rodaje fue en octubre de 2019, justo en pleno Estallido. Estábamos en Pachica, a días de comenzar el rodaje, y empezamos a enterarnos de las noticias y de todo lo que estaba pasando. Fue sobrecogedor para todes, porque aunque queríamos estar en la calle, contar esta historia vinculada a la crisis hídrica cobraba un significado muy profundo, precisamente porque era una de las tantas razones que nos estaba movilizando como sociedad. No fue fácil sacar adelante el rodaje en medio del contexto. De hecho, estuvo al borde de suspenderse. Hubo compañeres de equipo que no pudieron viajar, no dejaron pasar cámaras y equipos técnicos que venían desde Santiago en el aeropuerto, por lo cual nos retrasamos y tuvimos que acortar los días de rodaje. También hubo que lidiar con el toque de queda para trasladar personas de Iquique a Pachica y viceversa, etc. Todo sumado a lo complejo que es ya levantar un rodaje en pleno desierto.
Luego nos tocó la pandemia y tuvimos que hacer toda la posproducción en medio del complejo panorama. Decidimos esperar para estrenarlo porque no queríamos iniciar su recorrido online. Soñábamos con poder estar en sala dialogando con el público, así que estamos felices de que finalmente así pueda estar sucediendo.
- ¿Qué significa para ti participar de la long list y representar a Chile en los Premios Óscar?
Primero que todo es una sorpresa absoluta. Totalmente impensado, pero sin duda que es una noticia que nos llena de emoción, sobre todo porque es una obra regional, realizada en una región extrema. Esta es, además, la primera obra que puedo realizar cien por ciento en mi región, así que todo lo que está sucediendo tiene un especial simbolismo para mí. Quienes somos del norte siempre hemos vivido con esta sensación de desolación, de sentirnos parte de un territorio olvidad, un elemento que de hecho está presente como parte de la narrativa del cortometraje. Así que me resulta aún más emocionante pensar que una obra nortina, realizada en un pueblo que muchas y muchos seguramente no conocen ni han escuchado, pueda hoy estar representando a Chile en esta instancia. Es hermoso saber que con esta calificación Iquique y el pueblo de Pachica hoy quedarán en el registro de la Academia.
- La película ha tenido una amplia participación en festivales y ha obtenido varios galardones ¿Cómo ha sido esta experiencia para ustedes como equipo?
Ha sido un recorrido muy emocionante para todo el equipo. Creo que ninguno de nosotres esperaba todo el reconocimiento que está teniendo porque además uno no hace obras pensando en ello, sino que creamos desde la convicción, desde lo que nos moviliza. Hemos tenido la oportunidad de poder estar compartiendo con el público en algunas exhibiciones y es muy lindo sentir como un relato con una historia local, con nuestros paisajes, protagonizada por niñes de Tarapacá, resuena y conecta de manera tan honesta y profunda con diversas personas y comunidades alrededor del mundo.
- Siendo muy joven ya eres cofundadora del Festival Internacional de Cine de Iquique y además del Festival de Cine de Personas Mayores de Barcelona ¿Cómo has vivido estas experiencias? ¿Qué podrías recomendar a cineastas que estén recién egresando?
Siento que mientras más podamos nutrirnos de visiones y experiencias diversas, más herramientas tenemos para construir. Y, en ese sentido, creo que los festivales de cine han sido para mí un espacio único de mucho aprendizaje e intercambio, que me ha permitido ver y escuchar mucho. El Festival de Cine de Iquique lo comenzamos cuando tenía 19 años, entonces siento que he crecido con y en este espacio, lo que me ha permitido estar siempre muy conectada con lo que está pasando en mi región. Lo más esencial para mí en la construcción de mis historias es que resuenen de manera honesta con mi propia identidad. Creo que esa conexión con lo que representamos, de alguna manera, nos permite sumergirnos en espacios de mayor profundidad.
- Estás trabajando en el guion de tu primer largometraje, que también es en Tarapacá ¿Podrías contarnos un poco de esta próxima película?
No puedo decir mucho, pero es también un relato muy territorial. Un coming of age protagonizado por una niña de 14 años, enmarcado en la celebración de la fiesta de la Virgen de la Tirana.