Óscar Aguilera, Vicepresidente del Senado Universitario:

“Es fundamental conectar los espacios democráticos de los gobiernos de las Ues Estatales”

Entrevista a Óscar Aguilera, Vicepresidente del Senado Universitario
Vicepresidente del Senado Universitario
Óscar Aguilera es profesor asociado y ex director del Departamento de Estudios Pedagógicos (2017-2021) de la Facultad de Filosofía y Humanidades. Además, es representante de Rectoría en el Consejo Asesor del Liceo Manuel de Salas.
Vicepresidente del Senado
El doctor en antropología social y cultural de la Universidad Autónoma de Barcelona, fue escogido por el pleno del Senado Universitario como el primer Vicepresidente de la actual legislatura (2022-2026), cargo que deberá desempeñar hasta el mes de agosto del presente año.
Plenaria Senado
Para el Vicepresidente del Senado, aún falta poner en valor, en el conjunto de la Universidad, el trabajo que se hace al interior de este espacio triestamental.

¿Qué lo motivó a ser Senador Universitario?

La Universidad de Chile es una institución compleja en su funcionamiento, y está interconectada. Lo que uno vive cotidianamente es resultado de los distintos espacios y lugares en que se ejerce el gobierno y se toman decisiones que impactan al trabajo que desarrollamos, independiente del estamento y la función desempeñada.

En ese contexto, cuando era director del Departamento de Estudios Pedagógicos en la Facultad de Filosofía y Humanidades, vi al Senado Universitario como un lugar de encuentro multiestamental. En este caso, académicos/as, personal de colaboración y estudiantes trabajan en torno a cuestiones comunes para la Universidad, esa fue una primera dimensión que me pareció relevante de acompañar y seguir.

Lo segundo tenía relación con la posibilidad de aportar al desarrollo integral de la U. de Chile, más allá de mi unidad. Me movilizaba algo que está pasando a nivel país pero que también se vive en la Universidad: la ausencia de lo que yo entiendo como comunidad, como proyectos compartidos, por un lado, pero también como relaciones humanas y laborales que se inscriben en una visión común de futuro. Por eso me parecía clave poder estar, aportar y discutir en este espacio.

En tercer lugar, sentía que ya había cumplido con el trabajo y aporte a mi unidad específica. Por lo tanto, tenía la disponibilidad y algunos/as colegas me habían sugerido presentarme a Senador Universitario. Entonces, coincidió el interés, la disponibilidad de tiempo y las ganas de seguir aportando al proceso, entendiendo que estamos en una nueva etapa como país y como Universidad.

¿Cómo evalúa el trabajo de la actual legislatura en sus primeros meses de ejercicio?

Asumimos en septiembre. Son poquitos meses de trabajo, pero hemos podido conocernos poco a poco, con nuestras formas de entender la Universidad y nuestros énfasis. Nosotros inauguramos una nueva cohorte, es decir, esta es la primera mesa con nuevos/as senadores/as. Si bien hay algunos/as integrantes de legislaturas anteriores, la gran mayoría somos nuevos/as. Por lo tanto, existe un necesario proceso de entender no solo la función y la reglamentación, sino que también los códigos que forman parte de este trabajo, y creo que poco a poco eso se ha ido logrando.

Asimismo, ha sido bastante provechoso que haya coincidido el ingreso de nuevas autoridades tanto en el Ejecutivo como en el Senado. Hubo un recambio a nivel de Universidad. Entonces, muchas cosas se facilitan, porque estamos todos en un momento de apertura y disposición para conversar.

Ha sido un proceso de profundo reconocimiento, pero también de voluntad para construir en conjunto y no asumir a priori que hay contiendas o fronteras. Desde ese punto de vista, nos tiene bastante satisfechos el hecho de que no solo se ha dado continuidad a temas que venían de cohortes anteriores del Senado, sino que se han reforzado también conversaciones con otras unidades de la Universidad, para así seguir trabajando articuladamente.

Un ejemplo es lo que estamos haciendo con la Política de Patrimonio Institucional. Si bien era un mandato muy anterior, en esta legislatura le hemos podido dar prioridad. Este proceso se ha llevado muy en colaboración con las unidades de la U. de Chile que están vinculadas con temas patrimoniales, partiendo por el Archivo Andrés Bello.

¿Cuál es la proyección del trabajo del Senado Universitario para este 2023?

Hay varias cosas para este año que son muy importantes, no solo desde el punto de vista normativo, que es quizás la atribución más visibilizada, sino también desde la función estratégica. Si bien el Senado no es un órgano ejecutivo, sí tiene un rol respecto a cómo se va implementando aquello que sale del propio Senado.

En este periodo también tenemos que empezar un proceso de evaluación y diseño del Proyecto de Desarrollo institucional (PDI). Nuestra cohorte debe dejar un nuevo PDI. Actualmente, estamos analizando el último tercio del PDI vigente y ya toca empezar a ver qué cosas van bien, cuáles van a quedar pospuestas, qué hay que modificar, y, fundamentalmente, cómo empezamos a proyectar a la Universidad de cara a otro momento; considerando todo lo ocurrido en el país y en la Universidad.

Entonces, hay que empezar a ponerle más foco a esta misión estratégica y a la colaboración con las otras unidades de la Universidad en temas de desarrollo estratégico.

¿Qué temas prioritarios deberían ser zanjados antes de la nueva elección de Mesa en agosto?

Yo identificaría temas relacionados con el Senado mismo y otros externos. Respecto a lo primero, creo que tenemos la necesidad de actualizar nuestro Reglamento Interno.

Hay cuestiones que tienen que ver con el fortalecimiento, adecuado reconocimiento y regulación de la Secretaria Técnica que hoy trabaja en el Senado, bajo dependencia de su vicepresidencia. Esto genera un conjunto de desafíos, pero a la luz de los hechos -más aun volviendo a la presencialidad después de dos años de pandemia- se requiere darle prioridad a esta dimensión interna-organizativa del órgano superior. Ya hemos avanzado en algunas cosas, faltan otras relacionadas con el diseño organizacional y con cómo este apoyo técnico va fortaleciendo el trabajo del Senado.

Por otra parte, creo que hay un gran tema -ya en un plano más externo-  en dos niveles: comunidad Universidad de Chile y país.

Respecto a lo primero, creo que aún falta puesta en valor -en el conjunto de la Universidad- del trabajo que se hace en este espacio. Eso es muy importante desde un punto de vista democrático, porque en la medida en que no veas que algo es significativo tu interés por aportar disminuye o no existe. Para mí no deja de ser sintomático que en estas elecciones del Senado tuviéramos facultades con candidaturas únicas. Cuando esto es resultado de un proceso de consenso es bienvenido. Pero si la candidatura única es el resultado de que nadie más está dispuesto a entregar su tiempo y su trabajo a la tarea del Senado, me preocupa.

Es tremendamente importante lograr esa conexión con la comunidad universitaria. Para eso hemos hablado de llevar las sesiones de las comisiones o de la plenaria a los propios territorios y comunidades -en las facultades y campus-. 

En cuanto al contexto país, creo que la experiencia de nuestro Senado es relevante, a lo menos, para el conjunto de Universidades Estatales y sus modos de gobierno. Por lo tanto, a nosotros como Mesa nos parece fundamental conectar los espacios democráticos de los gobiernos de las Universidades del Estatales ante problemáticas comunes. Inevitablemente lo que hace nuestra institución repercute, se visibiliza, se valora en una u otra dirección a nivel nacional. No descuidar eso es clave.

¿Cuál cree que es el rol que le cabe al Senado Universitario en el actual contexto nacional, como por ejemplo en lo referido al posible nuevo proceso constituyente?

La U. de Chile tiene una tremenda valoración pública por el conjunto de la ciudadanía y, por lo tanto, ésta legítimamente espera que pueda generar un aporte, canalizando debates o liderando procesos.

Veo al Senado fuertemente comprometido con ese tema. Sin embargo, más que el Senado en específico, es la Universidad en su conjunto la que debe liderar y poner a disposición sus capacidades. En ese sentido, la solicitud que le hace el Gobierno de Chile a la Universidad para que ponga sus capacidades al servicio de materias como, por ejemplo, el conflicto del Estado nación chileno con el mundo y el pueblo mapuche, es la señal correcta para involucrarse.

Quizás hay cuestiones en las que nos va tocar liderar: tenemos un tema no resuelto con la educación superior y también con cómo ésta se vincula con la educación escolar. Me parece que ahí la U. de Chile tiene un tremendo rol que jugar, desde sus experiencias de articulación, de pensar más integradamente esto. Ese es el papel estratégico, político e institucional que le cabe a la Universidad de Chile y creo que el Senado no puede sino sumarse a ese llamado.

Durante el mes de diciembre de 2022 se anunció la creación de una Mesa de Trabajo donde participará tanto el Gobierno como los/as rectores/as de universidades estatales. En este espacio se abordarán, entre otros, temas como el financiamiento, dimensión que ha suscitado el pronunciamiento de diversos actores, incluyendo a legislaturas anteriores del Senado Universitario, debido a la necesidad de contar con un financiamiento basal en desmedro del actual sistema de subsidio a la demanda. ¿Qué piensa sobre este proceso? ¿Y cuál es el rol que está tomando o que debiera tomar la actual cohorte de senadores/as al respecto?

Cuando uno ve que los problemas de la U. de Chile en términos financieros y presupuestarios no son solo de esta universidad, sino que, del conjunto de instituciones estatales, se refuerza la idea de articularnos para avanzar en la modificación estructural del sistema de financiamiento de la educación superior estatal pública. Eso es una prioridad.

No sé si hay otro tema estructural que tenga tanta importancia como avanzar hacia un sistema de financiamiento que supere la lógica subsidiaria. Sabemos que eso no se va a producir de un día para otro, ni de un periodo gubernamental a otro. Lo más probable es que forme parte de un ciclo, pero hay que construirlo, producirlo, diseñarlo, y para eso es necesario que nos pongamos de acuerdo, que nos auto convoquemos y asumamos esta tarea, porque esto no lo va a resolver la U. de Chile y tampoco un gobierno de turno por pura voluntad. Va a ser el resultado de un proceso de articulación y de acuerdo mucho más amplio y es probable que nosotros como cohorte en ejercicio del Senado ni siquiera lo podamos ver. Sin embargo, contribuir a aquello es fundamental.

La Ley de Universidades Estatales ya entró en vigencia y también se están constituyendo órganos de gobierno con representación democrática de las comunidades. Por lo tanto, ahora que ya hay contrapartes del Senado en otras universidades, hay que avanzar por ahí también. No basta con que se reúnan las rectoras y rectores, también es importante que las comunidades dialoguen, lleguen a acuerdos, construyan programas comunes que permitan superar el estado actual.

En este proceso es relevante visibilizarnos, conectarnos con las otras comunidades, mostrar la experiencia que tenemos en la U. de Chile a los/as representantes de sus comunidades en los órganos de gobierno de cada universidad. Eso forma parte de este proceso natural de construcción de acuerdos y movimiento.

Entonces, hay que recuperar lo aprendido, fortalecerlo, ponerlo como un norte estratégico. Creo que esta dimensión relacionada a la incidencia pública es muy importante de retomar y fortalecer.