Nora Pojomovsky, segundo lugar del Concurso de Cuentos Marta Brunet:

“La palabra es una manera genuina de ocupación del espacio”

Entrevista a Nora Pojomovsky, segundo lugar del concurso Marta Brunet
"Yo creo que la escritura es lo único que lo único espacio es legítimo para ocupar, porque por ahí una dice lo que lo que tiene que decir", señala la autora.
"Yo creo que la escritura es el único espacio legítimo para ocupar, porque por ahí una dice lo que tiene que decir", afirma la escritora argentina.

Nora Pojomovsky vive en Córdoba, Argentina, y a pesar de sus 72 años, es nueva en la escena literaria Argentina. Más bien, no se siente parte de esta, pues solo fue el año pasado que se atrevió a encarnar el rol de escritora y postuló al Primer Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet, en el cual obtuvo el segundo lugar. Por esa razón, llega a Chile junto a su compatriota Valeria Tentoni, quien se llevó el primer lugar del certamen que honra a la Premio Nacional de Literatura, y al cual concursaron más de 600 cuentos provenientes de Uruguay, Argentina y Chile.

Es así como este miércoles 22 de marzo será parte de la premiación, pero también de un hito mayor: la Universidad de Chile pondrá el nombre de Brunet en la placa de benefactores del plantel, rol que le fue declarado en el año 1967, luego de que se hiciera efectiva su voluntad de donar sus obras a la institución, lo que ocurrió luego de su fallecimiento ese mismo año.

- ¿Desde dónde nace tu aproximación a la literatura? ¿Cómo surge ese proceso?

Yo no sé cómo hice, pero me arreglé toda la vida para vivir de la escritura, no solo para escribir, sino para vivir de ella, pero no de la literatura. Fui periodista, después decidí que me pasaba a la publicidad, trabajé como redactora muchos años de mi vida. En Barcelona yo era editora y redactora de libros para empresas centenarias, hacía sagas de empresas familiares. Durante diez años hice libros para estas empresas y fue una experiencia maravillosa. Gané premios como el Lápiz de Oro, pero un día dije bueno, ¿hasta cuándo vamos a seguir contando la vida de los otros, escribiendo cosas para otros? Hace poco, ya grande -yo soy una persona grande- me apunté en un taller como un rasgo de profunda rebeldía con esto de siempre ser la escritora de otros.

- ¿Cuán distinto es ahora que estás en este nuevo paradigma, en este cambio de escribir para otros a escribir tu imaginario literario?

El día que decidí que hasta ahí llegaba mi amor hacia los otros y empezaba el mío propio, me metí a un taller de escritura con Lolita Bosch, una escritora que me gusta mucho en Barcelona. A los dos días de apuntada en el taller -que nadie lo sabía- recibo de mi madre 15 páginas donde me dice 'mira, esta es la historia de la familia' y fue como una herencia. Entonces, bueno, empecé a escribir la historia, la historia no, porque no me interesa la literatura como historia, ni la novela histórica, ni mucho menos. Me interesa el rescate de la lengua, de la construcción, del habla. Eso me apasiona tanto como a Marta Brunet, que es una arqueóloga, es una buscadora de esa habla, de diferentes hablas, y eso es maravilloso.

- ¿Qué sabías sobre Marta Brunet?

Nada. Lo único que supe fue más o menos en el año 2003, que estuve en Berlín, en la casa de una amiga, y ella tenía un libro de Marta Brunet entre mil libros en alemán. A la noche, para dormirme, lo saqué y me puse a leerlo. Era maravilloso, pero después me olvidé porque bueno, estaba de paso. Siempre me quedó su recuerdo, este libro era María Nadie y me fascinó. Ahora me he leído todo lo que he podido encontrar en PDF, porque aquí en Córdoba no hay un solo lugar que venda un libro de Marta Brunet.

- ¿Qué puntos en común, de encuentro, ves en tu trabajo y en el de Marta Brunet?

Para empezar, me indigna que digan que es criollista en su primera etapa. Ella, por ser de una familia catalana, sin generalizar, tiene un registro bilingüe. Imagínate lo que es estar todo el tiempo siendo bilingüe durante mil generaciones. Entonces, ella tiene una maestría en registrar esto. Yo también tengo ese registro. El cuento “La trocha es una herida abierta” tiene partes así con la voz de su protagonista. A mí también me interesa esa manera de respirar, porque no es el otro idioma, sino cómo respiramos desde la palabra, cómo sentimos desde el habla.

- Tu cuento aborda el tema de la migración ¿Por qué te interesa ese tema y desde qué lugar lo miras?

Mi escritura es itinerante porque yo misma soy una migrante permanente. Me interesa el desarraigo. Yo viví en Caracas, me exilié por razones políticas. En ese tiempo, me venían a cuidar los niños mujeres que venían por la trocha [frontera], por Colombia, que se veían obligadas a migrar, y me tocó en un oportunidad una mujer que llegó embarazada, violada en la trocha. Entonces, siempre que migré a algún país, el hecho de no haber tenido que irme pasando por una trocha, pensaba, ¿de qué te estás quejando si al final siempre estás ocupando un escritorio?

Pensando en estas mujeres, que ahora migran al revés, en ese momento era de Colombia a Venezuela y ahora es de Venezuela a Colombia, quise hacer la historia de estas mujeres. También me interesan las literaturas de frontera, esa literatura del límite, esa literatura de taponamiento, donde aparentemente hay una prohibición por un lado, pero también es el lugar donde circula la esperanza, porque prefieren ser maltratadas por el trochero, pero migrar. Del otro lado está la esperanza siempre.

- ¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto editorial? 

Era complicado construir este relato cuando empezó la pandemia. Se llama “Parir en tierra ajena”. Tengo ofertas. Ahora lo presenté a un concurso a ver qué pasa y seguro que no pasará nada, porque esto de ganar es algo tan azaroso. Este libro es producto de la pandemia. Yo quería parir algo, por eso se llama “Parir en tierra ajena”, y parece es parir esas historias. No, perdón. Me rebelo porque la literatura no es historia.

- ¿Cuál sería el concepto en vez de historia?

Yo creo que un descubrimiento de tu habla es dejar que tu ser -no sé cómo decirlo- se exprese con propiedad, que pueda romper el silencio con tu mismidad, con tu corporalidad. Como ocupar el único espacio que yo considero que uno puede ocupar en la vida, fuera de los roles espantosos del género a los que jugamos en la vida. Yo creo que la escritura es el único espacio legítimo para ocupar, porque por ahí una dice lo que tiene que decir. Como los catalanes dicen vengo a decir la mía. Ahí está impresa tu palabra, tu emoción, lo que tú eres, lo que puede interesar.

- ¿Qué le dirías a quienes hoy están pasando por la experiencia de atreverse a escribir y concursar, como tú lo hiciste en este primer Concurso Latinoamericano de Cuentos Marta Brunet?

Hay un enorme ejercicio de ocupar la palabra. La palabra es una manera genuina de ocupación del espacio, porque la literatura es un arma de paz, la literatura construye, la literatura es una condición de existencia. Escribir es un lugar de absoluta verdad, donde tienes que desnudar la palabra hasta que quede sin forma, hasta llegar al corazón del otro, que es para lo que uno escribe. Y presentarse a concurso, bueno, depende del grado de seguridad que tú tengas en lo que haces, porque esto de haber sacado un reconocimiento es algo que me va a pasar supongo que una vez en la vida, qué se yo, pero el resto es arar en el desierto, como decía Simón Bolívar. Mira mi edad y yo aquí empezando. Yo escribo para que me lean. Escribo porque tengo la pulsión, también por el acto ese amoroso que se produce cuando alguien lee y se reconoce en tu ser y se identifica y hay alguna palabra, una palabra de todo, un libro, la que uno rescata. Yo de cada libro tengo alguna frase.