“Desalinización: oportunidades y desafíos para abordar la inseguridad hídrica en Chile” es el nombre del informe realizado por un grupo de 26 especialistas en calidad de coautores, entre ellos los académicos de la Universidad de Chile María Christina Fragkou, Linda Daniele, Rodrigo Palma-Behnke, Anahí Urquiza, Rodrigo Fuster, Tamara Monsalve y Marcelo Olivares. El documento, cuyo objetivo es entregar recomendaciones para el desarrollo del proceso de desalinización y sus diferentes aplicaciones, fue elaborado por el Comité de Cambio Climático del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación a solicitud del Ministerio de Medio Ambiente.
El académico del Departamento de Ciencias Ambientales y Recursos Naturales Renovables de la Facultad de Ciencias Agronómicas y actual director de Investigación de la Universidad de Chile, Rodrigo Fuster, asegura que se trata de un “interesante trabajo de colaboración” y destaca “el camino que se ha seguido, de tratar de basarse en evidencia científica para hacer las propuestas de política pública. Es una línea en la que no debiéramos echar marcha atrás, sino más bien robustecer”.
“Nosotros, con este trabajo, venimos a generar información que esperamos sea útil para ese momento legislativo en que la ley de desalinización considere los elementos que se exponen en el documento, que yo creo que fue la motivación de los ministerios de hacer esta convocatoria amplia para generar este documento con los pro y los contra de esta alternativa para la seguridad hídrica”, añade Fuster. El ingeniero agrónomo detalla que “parte de la discusión importante que se da en el documento es el potencial impacto ambiental, pero también sobre el ámbito de la economía, sobre las actividades productivas, sobre el desarrollo social. Es bastante más complejo tomar la decisión de la desalación”.
¿Por qué y para qué desalinizar?
La doctora en hidrogeología, académica de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile y directora académica del Centro Avanzado Para Tecnologías del Agua (CAPTA), Linda Daniele, indica que este estudio “no solo abarca la parte ingenierística de la desalinización, sino que toda la parte medioambiental, la parte de gestión de los recursos, cuándo se producen, dónde van, sobre todo en un país donde las desaladoras ya están y están volcadas a prestar servicios a la industria minera”.
En esta línea, plantea que para tener una respuesta hay que analizar “hacia dónde apuntamos como país en términos de desarrollo y crecimiento industrial, agrícola, poblacional. Entonces, se trata de una valoración de cuánta agua necesitamos en Chile en su globalidad y cómo sería mejor tener esta cantidad, teniendo también en consideración los usos del agua. Es decir, no solo es desalar, la sequía no la resolvemos solo desalando, en mi opinión hace falta una lectura más transversal y también una educación cívica especial para que tengamos siempre un uso óptimo de los recursos hídricos”.
La profesora Daniele sostiene que la desalinización puede convivir como una de varias alternativas para luchar contra la escasez hídrica, y ejemplifica que “en Almería hay desaladora para agricultura, para abastecimiento humano, y en los mismos lugares donde se han implantado estas soluciones hay un fuerte reciclaje del agua. Hay varias soluciones tecnológicas orientadas a mejorar la gestión completa, no solo es producir agua”.
Otra de las coautoras de la Universidad de Chile, la profesora del Departamento de Geografía de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, María Christina Fragkou, comenta que “el agua desalinizada es la más cara de producir, es la que tiene mayores impactos ambientales en comparación con otras alternativas, como la reutilización o captar aguas lluvias, y también es la más intensiva en consumo energético".
En este sentido, respecto a la razón de este informe, destacó que “la desalinización tiene como fuente el océano infinito. Es una fuente que no va a terminar nunca si la gestionamos bien. Es la más aceptable para consumo humano entre las otras alternativas que mencioné y también es una fuente que es independiente del clima. Entonces, la combinación de esas características hace muy importante que exista un informe como el que hicimos bajo la dirección del profesor Sebastián Vicuña y creo que este es el primer aporte, no solo para la desalinización”.
La profesora Fragkou destacó, asimismo, que "el modo de trabajo da un ejemplo de cómo tenemos que tratar las estrategias políticas, de infraestructura y de tecnologías que nos puedan ayudar a adaptarnos al cambio climático a largo plazo. No son decisiones de un sector económico, no son decisiones del gobierno de turno, son decisiones que tiene que tomar la comunidad científica con el mundo político a través trabajos meticulosos, interdisciplinarios y completos estudios, como es el informe que se presentó hoy”.
Para la académica, el desafío no tiene que ver con la desalinización en sí como tecnología. “Ya sabemos lo que tiene de positivo y de negativo, lo importante es cómo estamos proyectando el desarrollo del país, cómo estamos alineando el desarrollo las actividades económicas, el crecimiento poblacional y los recursos naturales que tiene el país, que son finitos, aunque sean renovables. Las preguntas que tenemos pendientes por responder son: ¿Por qué desalinizar y hasta cuándo desalinizar?".
Finalmente, el profesor Fuster enfatiza que “la desalación no resuelve el problema de la escasez, no resuelve el problema de la inseguridad hídrica. Creo que es una opción dentro de un conjunto de opciones que tienen que ser parte de una política y de una estrategia en materia de aguas”. De esta forma, plantea que “habrá casos en que la desalación sea la alternativa más apropiada para resolver un problema, pero en otros casos, probablemente, tenemos muchas otras opciones que también pueden jugar un rol clave para reducir la inseguridad hídrica”, afirma.