Simple, pero asombrosa. Así era la primera página web publicada en el mundo y creada por dos investigadores del Consejo Europeo para la Investigación Nuclear CERN (Conseil Européen pour la Recherche Nucléaire). Ellos, el inglés Tim Berners-Lee y el belga Robert Cailliau, utilizaron una serie de tecnologías previas para enlazar el hipertexto con las utilidades que a finales de los 80 y principios de los 90 se utilizaban en Internet.
El texto inicial de la página (http://info.cern.ch/hypertext/WWW/TheProject.html) enunciaba el objetivo del proyecto: La WorldWideWeb (W3), una iniciativa de recuperación de información que permite brindar acceso universal a una gran cantidad de documentos. Y eso es la web, un conjunto de documentos (webs) disponibles en Internet interconectados por enlaces de hipertexto. En esta definición, se entiende por “hipertexto” la mezcla de textos, gráficos y archivos de todo tipo, en un mismo documento.
La primera web o web 1.0 se caracterizaba por ser unidireccional y realizada sobre contenidos estáticos y que eran desarrollados principalmente como texto. Las conexiones a la red se hacían desde módem enlazados a la red de telefonía y la velocidad de transferencia era de pocos miles de bits por segundo.
En este contexto surgió la primera página web diseñada en Chile, que fue generada por investigadores del Departamento de Ciencias de la Computación de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile. Esta aún puede ser vista en https://web.archive.org/web/19961102043033/http://www.dcc.uchile.cl/. En ella, la información estaba contenida en hipervínculos que solo contenían texto y muy pocas imágenes.
Luego vino la Web 2.0 o Web Social, que comenzó a desarrollarse a partir de la década del 2000. Cuando hablamos de ella, nos referimos a un modelo de páginas Web que facilitan la transmisión de información, la interoperatividad y la colaboración entre sus usuarios. En este nuevo formato, el diseño es más interactivo y los usuarios ocupan un rol activo. Cabe consignar que el apellido 2.0 fue propuesto por el propio Tim O'Reilly y aceptado por la variopinta sociedad de investigadores sobre Internet.
Las herramientas de esta web son aquellos programas o sitios disponibles que permiten que los usuarios o clientes puedan interactuar entre sí o con las empresas. Aquí destacan las incipientes redes sociales, páginas de venta online, las wikis, blogs y los sitios de alojamiento de videos, de podcast y música.
Alejandro Morales, profesor en la Facultad de Comunicación e Imagen (FCEI) de la U. de Chile y jefe de Medios Digitales de la Dirección de Servicios de Información y Bibliotecas (SISIB), precisa que el término web 3.0 alude a un estadio superior de la web, siguiendo la nomenclatura con que se denominan las versiones de los software, en la cual la principal característica es el uso de etiquetas semánticas para enlazar y recuperar la información de los sitios. Ello, a diferencia de la web 1.0, donde la forma y el contenido estaban unidos en mismo código HTML estático; o la web 2.0, también llamada web social, donde los usuarios generan el contenido, como es el caso de las redes sociales.
¿Cuándo parte la WEB 3.0?
La historia empieza a diferenciarse cuando algunos teóricos comienzan a hablar de la web 3.0. Es más, los investigadores del Núcleo Milenio Centro de Investigación de la Web Semántica (CIWS) y profesores del Departamento de Ciencias de la Computación de la Universidad, Jorge Pérez y Claudio Gutiérrez, fueron reconocidos con el "SWSA Ten-Year Award", premio entregado por la Semantic Web Science Association por la vigencia de su investigación científica que hace 10 años sentó las bases del estándar de consulta de datos e información en la Web 3.0.
Sin embargo, hay una discusión teórica sobre qué es la 3.0. Hay consenso en que a partir de ella todos los datos están conectados y todas las máquinas se conectan para procesar el contenido.
El profesor Morales explica que la web semántica fue impulsada por Tim Barner-Lee, inventor de la web, quien a través del World Wide Web Consortium (W3C) impulsó un nuevo estándar del código HTML para que las etiquetas describiesen de mejor manera el contenido y se facilitara su búsqueda, así como avanzar a lo que se conoce como Open Linked Data, donde los datos abiertos se pueden relacionar automáticamente y los sitios web pueden interoperar entre sí. “Lamentablemente, esta iniciativa no alcanzó el desarrollo esperado y los grandes buscadores privados impulsaron sus propios estándares de marcado semántico, denominados microformatos, y -hasta la fecha- son pocas las iniciativas que realmente operan con la tecnología web 3.0”, explica el docente.
En esta web 3.0 estamos viviendo ahora, un espacio virtual en el que la búsqueda de contenidos es habitual e impactante. La página o portal web más usado en el mundo es Google, seguido por otro buscador como Youtube. “La idea general de la web semántica apunta a mejorar la experiencia de búsqueda y a que los sitios web puedan relacionarse entre sí mediante ontologías. Esto debería ser transparente para el usuario, pero facilita las opciones de recuperación y descubrimiento de la información”, dice el profesor de la FCEI.
Morales agrega que es necesario precisar que lo de semántica se refiere a que “cuando hacemos una búsqueda en Internet se nos devuelve la respuesta sin necesidad de hacer clic en el sitio, mediante lo que se conoce como fragmentos enriquecidos (rich snippets). O en la barra de la derecha cuando se muestran datos estructurados sacados en su mayoría de la base de conocimiento de Wikipedia respecto de un tema consultado.
En el portal www.uchile.cl “hemos aplicado datos estructurados según el estándar Schema.org para algunos tipos de contenido especiales, como la agenda de actividades, las noticias o los videos, de manera tal que los buscadores entiendan quién es el autor del texto, dónde se realizará un evento o cuál es la duración de una pieza audiovisual. El principal desafío, por otra parte, es que la tecnología de la web semántica requiere de mayores tiempos de producción en los sitios y de un arduo trabajo de etiquetado o marcaje manual de cada pieza de contenido, que en la práctica hacen poco viable hacer ese esfuerzo cuando los clientes quieren sus sitios 'para ayer'", comenta el Jefe de Medios Digitales de la Universidad.
Pero en las búsquedas hay algo más, porque “algunos autores hablan de web 4.0 con la incorporación de la inteligencia artificial, como ocurre con las búsquedas en Bing, que son potenciadas por ChatGPT”. La revolución de la WEB vendría, entonces, de la mano de la inteligencia artificial, anticipa el profesor Morales.