La exhibición “Víctor Jara. Dos miradas. 50 años” busca revisar las diversas facetas y la memoria de uno de los más destacados intérpretes musicales del ámbito nacional. Las fotografías son una selección de Luis Poirot y Antonio Larrea, dos nombres clave en la historia de la fotografía chilena, cuyos ojos supieron capturar personajes, lugares y momentos que hoy forman parte del imaginario visual nacional como a Pablo Neruda, Salvador Allende y músicos de la Nueva Canción Chilena como Víctor Jara. Esta muestra histórica de Larrea y Poirot exhibirá material que retrata a Víctor Jara en su labor como director de teatro y actor, luego como cantante, pero también en la intimidad social y familiar, así como su legado popular.
“Nos hace mucha ilusión que comencemos acá en la Universidad de Chile porque esta muestra va a seguir itinerando. Va a ir luego a La Pintana, a Cerro Navia, a la municipalidad de Santiago y esperamos que también llegue a muchos otros lugares de nuestro país", señaló Cristian Galaz, director Ejecutivo de la Fundación Víctor Jara, quien además relevó "la emoción con que hacemos y difundimos este legado de Víctor Jara, y el legado de estos dos maestros de la fotografía".
La vicerrectora de Extensión y Comunicaciones, Pilar Barba, dio la bienvenida y agradeció a los fotógrafos y a la Fundación Víctor Jara en el marco de la reflexión a 50 años del golpe de Estado. Esta exposición que abre esta semana conmemorativa, "nos emociona porque pone nuevamente frente a nuestros ojos a una figura fundamental de nuestra cultura a través del lente de dos grandes fotógrafos chilenos, quienes retrataron distintos momentos de su vida y su trayectoria, de una de las más trascendentes de la música chilena”.
En la misma semana en que la Corte Suprema dictó la sentencia definitiva por su secuestro y homicidio, la vicerrectora Barba expresó también los desafíos pendientes en términos de reparación. “Esta muestra también nos estremece, porque nos enfrenta a la belleza y a la atrocidad con las que carga nuestra memoria reciente. Víctor Jara, su obra, sus melodías y sus letras encarnan una época cultural e intelectualmente luminosa, dinámica y comprometida como nunca se había visto en Chile”, dijo. “A la vez, su asesinato nos recuerda la brutalidad y la violencia de la dictadura, el dolor de los y las miles de víctimas, y las deudas de justicia y reparación con las que seguimos lidiando hoy”, manifestó.
“Quisiera cerrar citando las palabras del propio Víctor Jara, cuya voz, a 50 años del golpe de Estado y de su muerte, se oye más fuerte que nunca: “Me mataron tantas veces / Por levantarles la voz / Pero del suelo me paro / Porque me prestan las manos / Porque ahora no estoy solo / Porque ahora somos tantos”, finalizó.
La memoria en conversación
Previa a la inauguración, en un espacio de conversación con el público, el fotógrafo Luis Poirot –quien también se ha desempeñado como director de teatro–, reveló algunas de sus experiencias junto a Víctor Jara, con quien fueron compañeros de trabajo en el Teatro Nacional Chileno y a quien retrató en varias oportunidades. “Era como un hermano mayor que yo no tenía, era también un padre que yo no tenía”, dijo.
En este encuentro que llenó la Sala Eloísa Díaz, intercambió concepciones en torno al arte de la fotografía, su pasión por el retrato y el comienzo de su carrera inmortalizando a actores, actrices, al ex Presidente Salvador Allende y también la resistencia popular en las calles, y reflexionó en torno a la memoria con las y los asistentes.
La relación entre Luis Poirot y Víctor Jara se estrechó en el escenario de la sala Antonio Varas, durante los ensayos y después de ellos. Poirot fue testigo de la forma en que Jara se involucró con la dirección teatral, los aprendizajes que le transmitió y recordó con cariño sus caminatas por Santiago. “Supe que Víctor muchas veces dormía en los camarines del teatro porque no tenía dónde”, comentó. “No tenía ninguna capacidad económica, pero tenía un amor y una dedicación total al teatro que no importaba la falta de dinero, de comodidad, no tener casa. Fue una cosa que aprendí después de él porque él no se quejaba, nunca lo vi quejarse”, reveló.
Sin un trípode, sin fotómetro, sin luces, sin nada. Así Luis Poirot comenzó desarrollando sus primeros trabajos. El destacado fotógrafo nacional expuso que se formó como autodidacta y adquirió un modo de trabajo que inspiró el propio Víctor Jara. “A mí nadie me enseñó fotografía”, dijo. “Aplicaba lo que había visto hacer a Víctor cuando dirigía a un actor. Lo que hacía era que se lo llevaba a un rincón de la sala y hablaba con él algo que nadie más oía, era una confidencia, una complicidad. Eso provocaba que el actor tuviera un acto de confianza con Víctor”, recordó.
Sobre las fotografías seleccionadas exhibidas en “Víctor Jara. Dos miradas. 50 años”, Poirot dio a conocer algunos detalles de los momentos capturados, como la fotografía icónica del grupo en una banca. “Les saqué una foto apoyados en el muro, media aburrida y ya estábamos terminando cuando creo que a Víctor se le ocurrió: ‘¿y por qué no nos sentamos en un banco?’. Él dijo algo que yo no oí, porque él tenía mucho sentido del humor, era serio en el trabajo, pero muy palomilla y contó un chiste y se produjo esa situación de risa, ese momento irrepetible”, afirmó el fotógrafo.
De todos sus trabajos, hay una instantánea especial y se incluye en la curatoría de la muestra del patio Andres Bello. Con los años, surgió lo que él llama “el destino misterioso de la fotografía”, pues según su relato no le dio mucha importancia a esa foto. “A veces pasa con el trabajo del fotógrafo que la gente se empieza a identificar con esa imagen y se produce un vínculo misterioso”. “Es la única a la que le he puesto un título “Éramos tan felices”, de a poco esta foto como un huérfano perdido empezó a ser adoptada”.
La exposición “Víctor Jara. Dos miradas. 50 años” inaugura la Semana por el Nunca más de la Universidad de Chile, que incluye una serie de eventos y actividades que se desarrollarán entre el 1 y 11 de septiembre, que convocan a la comunidad universitaria y a la ciudadanía; bajo el lema “Educación para la democracia”. Fueron parte de este hito los destacados músicos Romilio Orellana y Horacio Salinas, quienes interpretaron melodías de Víctor Jara.