Cinco décadas han transcurrido desde el golpe Estado que fracturó la democracia y la convivencia social en Chile, evento cuyos efectos permanecen vigentes hasta hoy y que trascienden distintas dimensiones de nuestra sociedad. En este contexto, la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas, junto a la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile y el Museo Nacional de Odontología, organizaron el seminario “Ciencia, medicina y dictaduras. A 50 años del golpe militar”, encuentro en el que se analizaron los impactos de la dictadura en el sistema de salud y en el desarrollo de la medicina.
La actividad, organizada en la sala Mario Caiozzi del campus Eloísa Díaz, se constituyó como una iniciativa territorial orientada a la reflexión y a la construcción de memorias, en el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado. El evento congregó tanto a investigadoras, investigadores, académicos, académicas, y representantes de la comunidad universitaria y la sociedad civil, como a las agrupaciones de memoria Cuartel Borgoño, la escuela popular Marta Ugarte y la población Última Hora de La Pincoya.
Tanto en la dictadura de Pinochet como en otras dictaduras (por ejemplo, el franquismo en España), es posible identificar la instalación de ideologías que encarnan un enfoque biopolítico y buscan controlar a las sociedades como una herramienta más del aparato estatal. En el ámbito médico, en particular, estas han utilizado a profesionales, especialistas e investigadores para la implementación de tratamientos médicos, políticas eugenésicas o de exterminio, así como en la intervención de la reproducción, la nutrición y la vivienda, visiones que continúan dibujando el presente.
Respecto a este tema, la directora de Extensión de la Facultad de Odontología de la Universidad de Chile, Marcela Farías, enfatizó la importancia de visibilizar un análisis científico en torno a la dictadura como un ejercicio permanente para no olvidar, fortaleciendo asimismo el trabajo entre carreras universitarias afines como Química y Odontología. “Estos espacios son fundamentales para poder encontrar esa discusión transgeneracional que nos permita también llevar esa reflexión a todo nivel, no solo al interior de la Universidad, sino también fuera de ella”, dijo. “Por eso, como facultades de Química y Odontología creamos este espacio de reflexión, que pensamos abordar como un espacio de reflexión permanente”, agregó.
Sobre la relevancia del rol de la práctica historiográfica en el área científica, Farías destacó que “una de las cosas que los historiadores nos han mostrado es la labor, por ejemplo, del Museo Nacional de Odontología, que está a tono con el patrimonio cultural, la historia de la salud, la medicina y la psiquiatría, desde las dictaduras con fundamentos internacionales y la reciente dictadura militar, que todavía está en el espacio urbano y en el día a día”.
Políticas de higiene social
César Leyton, director del Museo Nacional de Odontología de la Universidad de Chile, relevó la importancia de incluir el campo científico en el momento reflexivo de los 50 años del golpe de Estado. “Como investigadores, nos pareció que en la conmemoración de los 50 años había una ausencia de la ciencia en el sentido que no estaba en los análisis, no estaba en los impactos que la dictadura generó”, señaló. “La memoria está muy encerrada o enclaustrada en los inicios del golpe y la violencia política, pero hay otros factores que tienen que ver con el desarrollo de la ciencia, que trabajamos desde la historia de la medicina, y que en los años de la dictadura también transformaron a la sociedad chilena”, afirmó.
“Los derechos sociales pasaron a ser derechos de consumo. Hubo una intervención de un nuevo sujeto neoliberal, y eso pasó por el tema de la salud mental, la intervención de la psiquiatría, la intervención de los espacios y la sociobiología”, afirmó el profesor Leyton. Asimismo, ahondó en el rol de la formación teórica o universitaria y cómo el conocimiento de base científica fue utilizado al servicio de las dictaduras. “Hay que recordar que en la dictadura también se construyeron armas químicas, biológicas, y eso fue con formación universitaria. Y no estoy hablando de bioética, estoy hablando de biopolítica, de cómo se administró a la población en clave biológica y cómo se impusieron ideas e ideologías protofascistas”, aseguró.
“La historia de la medicina entrega profundidad para entender temas que tienen que ver con la vivienda social, la reproducción, la nutrición, y que da otra visión de que la dictadura es un proyecto pensado, sistematizado, y por eso hablo de atribuir responsabilidad al dictador”, sostuvo el académico.
Durante su charla, el docente y autor del libro “Higiene, regulación social y reforma urbana: Santiago de Chile 1973-1990”, planteó que existió “intervención sociobiológica de la dictadura militar”. “La privatización de la salud es uno de los factores, pero es mucho más profundo. La dictadura utilizó dos ciencias, lo que se podría llamar la gubernamentalidad del territorio, del espacio y la población, que es el higienismo, la medicina social del siglo XIX. Porque la dictadura es conservadora y utilizó elementos conservadores de la medicina y la geopolítica, que es el gobierno de los espacios, pero que es mucho más que una estrategia política dentro del mapamundi, sino que también tiene otras interpretaciones. Una de ellas es que el Estado es un organismo, un ser vivo, y eso cambia la historia de cómo interviene la dictadura”. En esta línea, indicó que “la geopolítica va a bordear la historia natural, la geografía decimonónica, o brotes tardíos del darwiniano social”.
Por esta razón, propuso contextualizar la historia como un continuo y, de acuerdo a su planteamiento, “para entender la dictadura hay que entender otra dictadura, de quien se hacía llamar ‘El cirujano de hierro’, Carlos Ibáñez del Campo, quien gobernó entre 1927 y 1931”. Sobre dicho gobierno, destacó que “siguió mucho la figura de Primo de Rivera, que de hecho es como el padre de Franco en cierta forma, o del fascismo español, y generó toda una militarización de la medicina, a partir de suministros, de higiene y salubridad, que van a ir en la Constitución de 1925”, explicó.
El profesor Leyton detalló que, con la finalidad de ejercer control sobre las personas y el territorio, en ese periodo es posible identificar “una intervención en la alimentación, la reproducción, en la vivienda urbana o social, que era parte del Ministerio de Salud, y también una intervención de la ciudad de Santiago. Y va a traer a un urbanista que se llama Karl Brunner, que va a intervenir la ciudad y va a construir lo que que yo llamo la ciudad búnker o una ciudad militarizada, como una estrategia de proteger la ciudad”. Por otra parte, agregó, “Ibáñez va a construir una política antisubversiva que va a llamar ‘termocauterio’, que es un aparato eléctrico que saca tejido muerto a partir de electrofisiología y eso tiene que ver con la metáfora de la ‘extirpación del cáncer marxista’, que se va a dar como un proceso de larga duración que va a continuar con Pinochet”, profundizó.
Los paralelos con otras dictaduras y la salud mental
En el marco del seminario, Rafael Huertas, doctor en Medicina y Cirugía de la Universidad Complutense de Madrid, profesor de Investigación en el Instituto de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España, ahondó en los paralelos entre las figuras de Francisco Franco y Augusto Pinochet, así como el despliegue represivo de ambos regímenes.
“Uno cuando viene a Chile, en relación al golpe de Estado de Pinochet, se da cuenta que existen muchas similitudes entre las dos dictaduras”, dijo. “En la España franquista hay una intervención del ejército en la política interna con el objetivo de salvar a la patria de ese enemigo interno. El nacional catolicismo rige los principios militares del franquismo, que -de algún modo- se pueden relacionar con lo que después va a ser la doctrina de la seguridad nacional y que, en otro contexto, de guerra fría y participación de la CIA, van a propiciar las dictaduras de América del Sur”, comentó Huertas.
A partir de su exposición, el también doctor honoris causa de la Universidad de Buenos Aires propuso responder a interrogantes ligadas a la salud mental, tales como la existencia de una psiquiatría fascista, su vínculo con la ideología, el rol de los psiquiatras, los tratamientos psiquiátricos aplicados y el papel de esta especialidad médica en el marco del desarrollo de la ciencia y su relación con una política de larga data.
“Lo primero que hay que contar son los ropajes ideológicos del discurso psiquiátrico en la obra del coronel y médico Antonio Vallejo Nágera, que tiene una serie de trabajos durante la guerra sobre el psiquismo del fanatismo marxista que lo que va a pretender es desprestigiar patologizando y psiquiatrizando al enemigo político”, mencionó. Desde esta mirada, la medicina fue utilizada para presuponer que habría un vínculo entre características de las personas militantes de izquierda con sus ideas, visión que incluso fue tomada como referente. “Lo que va a hacer es una serie de estudios para mostrar que se podían encontrar cualidades biopsíquicas de los sujetos en relación al fanatismo político que él llama democráticos comunistas”, dijo.