El año 2018, el Observatorio de Violencias e Igualdad de Género de la Dirección de Igualdad de Género realizó el primer catastro sobre los cursos de género y diversidades sexo-genéricas que se dictaban en las facultades e institutos de la Universidad de Chile, trabajo que mostró un total de 22 cursos en pregrado y 16 en postgrado. Seis años después, el año 2023, se contabilizaron 111 y 58 cursos, respectivamente, cifras que demuestran que el número de cursos en estos temas se cuadruplicó en las distintas unidades académicas de la Universidad.
En pregrado, durante el año 2023, se dictó un total de 103 asignaturas sobre género y/o diversidades sexo-genéricas en 11 facultades, con importantes diferencias en cuanto al número y tipo de cursos en las distintas unidades académicas. Las facultades de Ciencias Sociales (22), Filosofía y Humanidades (13) y Derecho (32) concentraron más del 65% del total de asignaturas en torno a estas materias. Adicionalmente, en pregrado se dictan los Cursos de Formación General (CFG), que en 2023 incluyeron 8 cursos sobre estos temas, los que suponen alrededor del 20% del total de CFG impartidos ese año.
Sobre el aumento de cursos en género y diversidades sexo-genéricas, Carmen Andrade, directora de Igualdad de Género de la U. de Chile, destaca que “la educación con perspectiva de género asume como uno de sus principales propósitos transformar la condición actual de las relaciones de género, a través de un cambio de actitudes, valores y prácticas, y promueve un desarrollo igualitario entre los diferentes géneros en el contexto educativo. Por ello, valoramos el enorme trabajo desarrollado por las direcciones de Pre y de Postgrado y por diversas facultades e institutos para impulsar nuevos cursos sobre género, feminismos y diversidades sexo genéricas, que sin duda impactarán en la formación y posterior ejercicio profesional de los/as estudiantes de la Universidad de Chile”.
Para fortalecer estos procesos, el programa anual de formación docente incorporó, a partir de 2022, el curso sobre docencias universitaria con perspectiva de igualdad y no discriminación, y en sus dos versiones ya han participado 58 docentes de diversas unidades académicas. Asimismo, desde 2021, se han realizado tres versiones de los diplomas “Género en la Academia” y “Gestión Universitaria con Perspectiva de Género”, en los cuales han participado 232 académicos/as y profesionales, 64% de la Universidad de Chile y 36% de otras universidades del Consorcio de Universidades del Estado de Chile (CUECh).
Sandra Ampuero, bioquímica, doctora en Ciencias Biomédicas y profesora asistente de la Facultad de Medicina, fue alumna de la tercera versión del diplomado “Género en la Academia: desafíos para el cuerpo académico”, que la DIGEN dicta desde el año 2020. En su relato, afirma que “para mí el diplomado fue una apertura de mente en muchos aspectos. Por ejemplo, en cuanto a la generación de conocimiento, uno siempre repite los nombres de los científicos más importantes, y analizando te das cuenta que estas personas generaron tanto conocimiento porque tuvieron acceso y oportunidades, en cambio las mujeres no. El conocimiento estaba restringido a los hombres, entonces no es un tema de capacidades, como siempre se pensó, es un tema de desigualdad. Por eso, tomar un curso o diplomado de género te permite tener una mirada distinta. Ahora cuando preparo y hago las clases, cuando me enfrento a los estudiantes en el aula o cuando hago investigación, estoy atenta a si hay solo hombres citados, o si los resultados de las investigaciones tienen alguna implicancia o sesgo de género, si realmente el resultado es generalizable o es necesario hacer la separación entre hombres y mujeres”.
Otro aspecto importante tiene que ver con la formación docente. Según Antonia Santos, coordinadora del Observatorio de Violencias e Igualdad de Género de la DIGEN y de los diplomados de la DIGEN, “reflexionar críticamente sobre el sexismo en la educación superior y sobre la construcción del conocimiento son elementos importantes para la formación docente, ya que se convierte en una herramienta para transformar el currículum, las prácticas docentes y las metodologías en investigación, abriendo también un espacio de diálogo entre distintos campos disciplinarios”.
Sandra Ampuero agrega, además, que “en postgrado creo que el avance ha sido más lento y a nivel de formación docente también falta mucha formación. Veo que falta consciencia acerca de la necesidad de avanzar en estos temas y sobre la existencia de inequidades, por lo tanto, no ven la importancia de formarse porque sienten que no tiene ninguna implicancia en la formación profesional, cuando es todo lo contrario. Estamos formando profesionales de la salud, y si con nuestro ejemplo no hacemos la diferencia los futuros profesionales van a seguir reproduciendo las desigualdades”.
Desafíos para formar nuevos profesionales
Las demandas por mayor igualdad responden a un cambio en el contexto sociocultural y político, al que las y los profesionales deben dar respuestas desde distintas disciplinas, lo que representa un desafío enorme para las universidades. “Las y los estudiantes de pregrado deben contar con capacidades que les permitan comprender, en términos generales, el enfoque de igualdad de género, de manera que puedan aplicarlo en sus respectivas disciplinas y puedan mirar el escenario de la desigualdad de género, porque ninguna disciplina es ajena a las dinámicas de las relaciones sociales”, señala Carmen Andrade.
Desde el año 2018, la Facultad de Economía y Negocios cuenta con el diplomado “Gestión de Organizaciones con enfoque de Género”. De acuerdo a Carla Rojas Neculhual, coordinadora de Inclusión y Género del Observatorio de Gestión de personas y de este diplomado, el programa “surge porque nos dimos cuenta que hay mucha gente que sabe de negocios, pero no sabe de género, o al revés, que sabe de género, pero no de gestión del cambio y del mundo de las organizaciones, y ahí vimos una oportunidad, porque las empresas fueron conscientes de esta necesidad de aportar, de avanzar en este tema, pero no sabían bien por dónde”.
Sin embargo, y a pesar de los avances, Andrade también destaca que estos cursos y diplomados llegan a un pequeño porcentaje de la comunidad universitaria. “Las universidades enfrentan desafíos significativos en la implementación de estos cursos. Uno de los más importantes es la resistencia frente a los temas de igualdad de género y, especialmente, a su integración en la formación y la docencia. Al mismo tiempo, persisten prejuicios y estereotipos arraigados que dificultan la aceptación y la legitimación de estos cursos en algunos ámbitos académicos”, comenta la directora de la DIGEN.
Carla Rojas puntualiza que “uno de los desafíos más importantes es que entendemos que esto tiene un carácter también de orden político, existe mucha tensión dentro de la Universidad y distintas posturas políticas frente a la equidad de género. Hace un par de años nos pidieron, desde el mismo gobierno, los nombres de las profesoras que daban los cursos de género, entonces sabemos que hay resistencias institucionales, sociales e individuales, que muchas veces nos hacen más desafiante poder educar. Pero, según mi experiencia, veo que la gente quiere saber, quiere aprender, para tener una opinión crítica pero informada”.
“En ingeniería es complejo que las personas entiendan lo que significa incorporar la perspectiva de género en el currículum, entonces tenemos que hacer un trabajo de sensibilización, de convencimiento, y también de darles la seguridad de que lo van a poder hacer, porque es muy fuerte la inseguridad de que van a tener que enseñar algo para lo cual muchas personas no se sienten preparadas. Muchas veces nos dicen 'yo sé de números, no de estas cosas sociales'. Para nosotras este es el nudo más crítico”, señala María Elena Lienqueo, directora de Diversidad y Género de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas.
Frente a esta realidad, Darinka Radovic, subdirectora de Diversidad y Género de la misma unidad académica, sostiene que “esto es comprensible en la medida que muchos docentes no han sido formados para enseñar estos temas, entonces es complejo porque ya saben lo que les funciona en sus clases. Tienen una práctica de años que ya está probada, entonces incorporar nuevos conocimientos, sobre todo de un área que les es ajena como el género, es un desafío importante”.
En el reporte del Observatorio también se observa que 6 de cada 10 cursos son electivos (64%), y solamente el 30% del total de los cursos dictados sobre género y/o diversidades sexo-genéricas tienen carácter obligatorio, asignaturas que se concentran en la Facultad de Derecho y en la Facultad de Ciencias Sociales. El 6% restante corresponde a materias optativas.
Carla Rojas destaca esto como un desafío importante para la transversalización de los temas de género. “Es desafiante mantenerlo en el tiempo, porque van cambiando los directores de áreas, las jefaturas, entonces instalarlos dentro de la malla general como un ramo obligatorio nos podría ayudar a tener una mayor transversalidad de la educación, porque hasta ahora depende de la buena voluntad de cada director/a académico o decano/a, que nos permita seguir haciendo los programas. Creo que eso nos falta, una mayor transversalidad en algunos programas”.
La deuda pendiente
No cabe duda que tenemos una deuda pendiente con la educación no sexista, demanda social instalada desde hace año en el país y que aún no deja de provocar tensiones. Sin embargo, en la Universidad de Chile se implementa un Modelo Educativo que tiene entre sus principios la igualdad de género y no discriminación. Además, el Sello Genera Igualdad plantea como objetivo en su dimensión de formación, docencia y aprendizaje “contribuir a la erradicación del sexismo y fomentar la igualdad de género y no discriminación en los procesos formativos de la Universidad”. En este sentido, Carmen Andrade sostuvo en la cuenta pública del pasado 8 de marzo que “como Universidad persistiremos en estos programas. Sin embargo, para impactar en el conjunto del sistema de educación superior, se requiere instalar programas regulares de formación docente sobre temáticas de género que, a nuestro juicio, debiera impulsar el Ministerio de Educación”.
A pesar de estos desafíos, se han observado impactos positivos en la calidad de la enseñanza y del aprendizaje cuando se integran cursos de género y diversidades sexuales en las universidades, ya que fomentan el pensamiento crítico, la capacidad de análisis, el pluralismo y la tolerancia como valores para la convivencia social, además de impulsar la capacidad para reconocer y enfrentar las desigualdades de género en los respectivos campos laborales, contribuyendo así a una formación más integral y enriquecedora.