A fines de marzo, el Consejo Agrario Provincial de la provincia de Santa Cruz, en Argentina, autorizó por resolución N° 117/2024 la temporada de caza deportiva en dicha zona patagónica, por un periodo que se extiende desde el primero de abril hasta el 31 de agosto de este año. La medida considera la caza de especies introducidas como visón, jabalí, liebre y conejo europeo, algo habitual en esa y otras regiones del país trasandino. Sin embargo, la particularidad de este año vino con la adición de la caza deportiva de especies nativas como el zorro colorado, el zorro gris, el guanaco y el puma. La inclusión de este felino, en particular, fue uno de los aspectos más controversiales, ya que su caza estaría asociada al objetivo de controlar su población por la amenaza que significa para el sector ganadero de esta provincia austral argentina.
Javier Simonetti, profesor del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, ve con preocupación la inclusión del puma dentro de la caza deportiva y sostiene que la medida es injustificada. “No existe en los comunicados absoluta claridad, por no decir honestidad, respecto de cuál es el sentido que esta autorización tiene (…) Lamentablemente, el Consejo Agrario Provincial de Santa Cruz no entregó, por lo menos públicamente, ninguna línea argumental”, destaca el académico.
De acuerdo a la resolución, debido a que son especies protegidas, la cantidad de especímenes nativos que pueden ser cazados es reducida en comparación a los introducidos. De esta forma, para pumas y zorros, la autorización de caza se restringe a un ejemplar de cada especie por semana, mientras que para guanacos es de hasta dos ejemplares por día.
Darío Moreira, investigador del Instituto de Ecología y biodiversidad (IEB) y biólogo ambiental de la Universidad de Chile, reconoce que en el caso específico del puma existe un conflicto con el sector ganadero por su condición de depredador, situación que pudo gatillar esta política de temporada de caza. “Los pumas son depredadores naturales, tienen un lugar alto en la cadena trófica. Por lo tanto, a oferta de presas tan abundantes como la oveja y la disminución de presas naturales como el guanaco o huemules, ellos pueden y tienden a cazar ovejas” explica Moreira.
Pese a ello, esta aproximación al conflicto desde la ganadería es cuestionada por Ramiro Bustamante, profesor de la U. de Chile e investigador del IEB, ya que la población de pumas no es tan masiva para los volúmenes que dictamina la resolución argentina. Una situación aún más compleja en relación a los guanacos, especie de la cual se podrán cazar hasta dos ejemplares por día. “Tan solo una persona podría matar 24 pumas en la estación de caza. Si eso lo multiplicas por mil personas serían 24.000 pumas que salen del sistema. Yo creo que eso es insostenible”, advierte. Esta situación es aún más compleja en relación a los guanacos, especie de la cual se podrán cazar hasta dos ejemplares por día.
Este problema también preocupa a nivel nacional, considerando la cercanía entre ambos territorios y el libre tránsito de animales entre el territorio chileno y el argentino. El profesor Javier Simonetti señala que todavía es muy pronto para evaluar el impacto que esta medida tendría sobre la población de pumas en Chile. Sin embargo, afirma que es un hecho que genera gran preocupación. “Es posible que sí exista algún eventual efecto en Chile para todos aquellos animales cuyo hogar incluye porciones de territorio en ambos lados de la cordillera (…) Yo no podría afirmarlo, pero sí diría que debemos tener extraordinaria cautela, porque eso es un posible efecto”, indica el biólogo del departamento de Ciencias Ecológicas de la U. de Chile.
Alternativas más eficientes y sustentables
Pese a lo controversial de la medida, ciertos sectores justifican la caza deportiva del puma como una medida definitiva para mitigar el conflicto por la depredación de ganado. Sin embargo, distintas investigaciones coinciden en su baja efectividad e insostenibilidad ambiental. Así lo plantea Darío Moreira, quien junto al profesor Simonetti han conducido estudios de manejo de la biodiversidad en áreas con actividad humana. “Nosotros tenemos un estudio publicado hace un año atrás que demuestra que el control letal de los depredadores es la medida que tiene menos efecto en reducir el conflicto. Porque tú estás sacando individuos de un sistema y, eventualmente, ese individuo al sacarlo hace que otro individuo, otro puma que esté dando vuelta, vuelva a ocupar el mismo espacio” explica Moreira.
Es ese sentido, Javier Simonetti propone otras soluciones que están avaladas como efectivas y no requieren del uso de fuerza letal para implementarlas, siendo una de la más recomendada el uso de perros de pastoreo. “Ellos son capaces de vivir junto al ganado, además que espantan y ahuyentan a los depredadores potenciales. Eso sí está demostrado en varias partes del mundo que es mucho más efectivo que el control letal”, señala el académico de la Facultad de Ciencias de la U. de Chile.
Pero esta no es la única medida que se ha analizado. Actualmente en la Patagonia se están desarrollando diversos proyectos que buscan probar formas no letales para disminuir el conflicto. “Muchas estancias están poniendo a prueba, por ejemplo, la instalación de luces que puedan mitigar o disuadir la presencia de pumas o de zorros (…) Varios colegas están trabajando en esto”, comenta el investigador del IEB Darío Moreira.
Son estas mismas soluciones las que provocan cuestionamientos a la controversial decisión de la provincia de Santa Cruz, medida que el profesor Javier Simonetti plantea como producto de un choque entre distintos intereses. “Tiene que ver con la presencia de personas que se encargan de cazar pumas regularmente para limpiar las estancias ganaderas de estos depredadores. Entonces, hay toda una discusión de si esto es efectivamente un deporte -si es que podemos considerarlo deporte- o una medida de control en el sector ganadero”, reflexiona.