Los perfumes han sido un producto cuya penetración en el mercado es casi tan grande como la fijación de sus fragancias, destaca Pablo Barberis, docente de UNegocios de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile, quien señala que la perfumería en el país tiene una proyección de crecimiento sobre 10% anual para 2032. “Chile lidera el crecimiento dentro de la región. Latinoamérica tiene un 5,56%, a la par del crecimiento que se estima a nivel mundial de un 6%”, aborda Barberis.
Aunque aquello puede explicarse por el enorme desarrollo y difusión que posee la publicidad en el país, Barberis también señala que dentro de la sociedad chilena existe una cultura marcada por el cuidado personal. “Los perfumes tienen un componente de higiene personal bien visto y un símbolo de estatus, de buen gusto”, explica el docente FEN.
Al mismo tiempo, como artículo aromático de uso diario, los perfumes generan un vínculo a nivel emocional. Algo que para el investigador del Centro de Estudios del Retail (CERET) del Departamento de Ingeniería Industrial de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Christian Diez , se vuelve un aspecto clave para su venta. “El perfume no es solamente algo funcional que tiene que ver con poder tener un mejor aroma. Hay también muchos beneficios emocionales asociados a esa compra”, destaca Diez.
Si bien en rigor los perfumes se podrían catalogar como un artículo cosmético, estos están principalmente asociados a artículos de lujo. Un estatus, que para Pablo Barberis es al mismo tiempo un lujo alcanzable para la gente. Aquello le da un mayor atractivo para una clase media que ha experimentado un mayor crecimiento y poder adquisitivo. “Es un bien de consumo que se usa mucho para regalos y celebraciones (…) Hay perfumes masivos como de lujo, que están a precios accesibles para todas las personas”, añade Barberis.
A través del retail moderno –que posee una penetración del 80% del mercado- es posible hallarlo en ventas en tiendas, supermercados, perfumerías profesionales y farmacias. Sin embargo, su venta es muy distinta a otros productos de los mismos sectores, apuntando a una venta más personalizada que el retail habitual, señala Christian Diez.
“Los perfumes tienen mucho de estatus (…) Usualmente los perfumes se exhiben en zonas dedicadas de una multitienda, la forma de presentar el producto también es diferente. Tienen testers y hay usualmente personas jóvenes muy atractivas -hombres y mujeres- vestidos formalmente, que tienen que ver con la experiencia de comprar el perfume”, detalla el académico del Departamento de Ingeniería Industrial.
De hecho, son estos elementos los que hacen que sea considerado un producto aspiracional dentro de nuestra sociedad. Un concepto que como define el académico Pablo Barberis, se asocia a la gran variedad de precios de este producto, generando una escala de lujo en base al precio del perfume. “La persona, en la medida que tenga mayor poder adquisitivo, va a optar por productos de mejor calidad. Entonces hoy día es un bien perseguido en distintos sectores sociales”, apunta el docente de UNegocios.
Falsificaciones y sus riesgos
Ante la masividad y demanda que poseen los perfumes en el mercado, se ha desarrollado en paralelo un mercado de distintas fragancias populares y a precios más asequibles. Estas pueden presentarse de forma establecida en distintos comercios, pero también, en muchos casos estas también pueden ser obtenidas como falsificaciones o en recintos no habilitados, exponiéndose quienes lo adquieren a un producto de menor calidad, pero también de mayor toxicidad.
Al respecto Olosmira Correa, académica del Departamento de Ciencia y Tecnología Farmacéutica de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmaceúticas de la Universidad de Chile, advierte que en muchos casos los procesos de fabricación detrás de estos perfumes usan ingredientes similares, pero más nocivos para la salud. Como señala la profesora Correa uno de casos más comunes es el uso del alcohol etílico, un ingrediente que los perfumes usan en altas concentraciones. En este caso es de suma importancia que éste no contenga sustancias toxicas como metanol. Pero esto, solo es posible, si se utilizan un alcohol de grado farmacéutico.
Es muy riesgoso hacer "una imitación de un perfume con lo que yo encuentro, indica Correa. "Cuando tú tratas de imitar algo para lo cual en realidad no tienen los conocimientos y, además, no tienes el equipamiento para hacer el control de calidad de la materia prima, podrías incorporar dentro de tu producto sustancias que son muy nocivas”, señala Correa.
Para hacer un perfume se requieren de tres componentes: agua, etanol y una fragancia, siendo esta ultima la mezcla de sustancias químicas que por si producen el aroma. Ahora bien, un factor importante dentro de estas fragancias es su volatilidad o capacidad de permanecer en la piel sin evaporarse. Como señala la profesora Correa, para lograr esto habitualmente se usan sustancias grasas que pueden ser de origen natural o sintético como glicerina. Sin embargo en el caso de las falsificaciones se utilizan componentes más nocivos.
“Existen algunos lubricantes que son tóxicos, por ejemplo, el etileno glicol. Ese es un soluble tóxico que no debe ir. Entonces, cuando la gente hace esta falsificación o estas copias en lugares que no están autorizados con personal que no tiene conocimiento, puede usar el que es muy buen soluble, pero que no puede ser aplicado sobre la piel porque va a causar daños grandes que podrían ir desde una irritación que sería lo menos hasta un problema de un daño neurológico” advierte la académica de la Facultad de Ciencias Químicas y Farmacéuticas de la Universidad de Chile.
Es por esto que se recomienda solo comprar perfumes o usar laboratorios autorizados por agencias regulatorias, que en el caso chileno son el Instituto de Salud Pública y la Agencia Nacional de Medicamentos (ANAMED).