Debido a la deuda que el Estado tiene con las generadoras eléctricas, tras cinco años de congelamientos de las tarifas, las familias chilenas a partir de este mes de julio comenzarán a ver aumentadas sus cuentas de la luz. Un incremento que será por tramos y alcanzará un aumento de hasta el 60 por ciento al llegar al año 2025.
Este aumento, explica el académico del Departamento de Ingeniería Industrial de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Luis Llanos Collado, se debe a dos factores: el congelamiento de los contratos con las empresas eléctricas y el alza de los valores y del dólar.
En su opinión, esta medida “se podría haber hecho mejor”. Básicamente “se podrían haber hecho más bien ajustes, enfatiza. "Por ejemplo, reajustar la inflación y no más que la inflación, o en una fracción de la inflación, porque cuál es nuestro problema (hoy), nuestro problema es que el tamaño de esta deuda, de lo pendiente, ya no da para que pueda seguir creciendo". Ya no se puede financiar, alerta.
El también académico del Departamento de Ingeniería Industrial de la U. de Chile, Ronald Fischer Barkan, añade que este incremento en los valores, y la necesidad de pagar esta deuda, se da porque “tenemos un país en que queremos tener un sistema eléctrico de buena calidad, que no se corte y que permita pasar a una electrificación", sobre todo, "si queremos eventualmente combatir el cambio climático”, aclara.
“Nosotros hemos tenido problemas durante bastante tiempo con el sector eléctrico porque ha habido sequías que nos afectan mucho. En el pasado dependíamos mucho del carbón, del precio del carbón, del precio del petróleo; ahora, dependemos un poco menos porque tenemos las nuevas fuentes de electricidad, pero igual hay que pagar la inversión en ella. Uno no puede decirle a las personas ´pongan plata en el país´ y después nos quedamos nosotros con la inversión y ustedes, muchas gracias, hasta luego”, aseguró el experto.
Líneas de transmisión: un elemento clave
El profesor Llanos asegura que la inversión en Chile en nuevas energías viene y va, siguiendo una inercia. “La inercia que tiene este mercado eléctrico tiene que ver con que son licitaciones. Los plazos que tienen la distribuidoras son de arriba 10, 20 años, la mayor parte de ellos son en promedio de 15. Muchas veces, indica, estos contratos no parten inmediatamente cuando se licitan o se asignan. Parten dos o tres años después, justamente para permitir que el que se lo ganó, construya su central y abastezca este contrato”, eso cambia el estado de las inversiones.
“Los paneles solares están cayendo de precio, las baterías, hay muchas unidades de generación que se están haciendo cada vez más eficientes. Nosotros deberíamos mirar tarifas de suministro de energía a la baja. Ciertamente que eso va a pasar sin que medie mucho más”, asegura el académico de ingeniería, indicando que otro factor sería "darle más competencia al sector. Permitir y darle más flexibilidad al suministro". Lo anterior, debido a que "las energías renovables no convencionales como la solar, tienen costos en general muy bajos. Pero, aclara, la clave es aumentar la capacidad de transmisión en el sistema, "de tal manera que justamente cuando tenemos energía solar, podamos llevarla, transportarla hasta distintas partes”, insiste.
“La (solución) que tenemos hoy día es seguir desarrollando la matriz": la energía solar, eólica, todavía tienen mucho potencia, sostiene. "Mejorar las conexiones para traer energía, obviamente incorporar baterías, y mantener algunos medios de generación para poder mantener las tarifas bajas y la volatilidad de esas tarifas, bajas”, aconseja.
Por su parte, el profesor Fischer coincide en la inversión en líneas de transmisión. Cuenta que “botamos cantidades industriales de energía. Creo que este año hemos botado (energía) para cientos de miles de hogares, pero tenemos que botarla no más, no se puede usar porque no están las líneas de transmisión, las líneas de transmisión no dan abasto y hay que botar la energía”, reflexiona.
La inversión en líneas de transmisión en Chile, explica Fischer, “la hacen los privados. Podríamos pensar en otra solución, pero funciona relativamente bien. El problema que tenemos es que las líneas se demoran demasiado tiempo en entrar en operación. La que estamos pensando hace como cuatro años va a entrar en operación el 2030”, ejemplificando lo lento de las soluciones.