Hace un año, el socavón del edificio Kandinsky en Concón encendió las alarmas y la discusión por los riesgos de construir en dunas. Este evento, seguido por más socavones en áreas cercanas, intensificó el debate sobre la urbanización en estos entornos naturales. ¿Cómo evitar estos desastres y garantizar un desarrollo urbano seguro y sostenible?
Las dunas no son montículos de arena suelta. Son estructuras geológicas complejas y dinámicas formadas en miles o millones de años. Muy superficialmente, efectivamente están sueltas, son frágiles y se erosionan; sin embargo, en profundidad, las dunas se compactan y estabilizan por la interacción con aguas, sales y otros elementos que las densifican y endurecen, en un proceso hacia transformarse en roca.
La erosión natural de dunas se acelera, en superficie o profundidad, ante eventos que inestabilicen el material como, por ejemplo, presiones de aguas gigantescas inducidas por causa natural o la falla de algún sistema no natural como un colector. Independiente del origen de la causa, procesos erosivos violentos podrían comprometer la estabilidad de una duna y la infraestructura aledaña.
Si bien existe consenso que en Chile la ingeniería geotécnica está a la altura del desafío de construir en dunas a través de soluciones estables y eficientes que mitigan los riesgos asociados, es necesario remarcar que la ingeniería por si sola puede ser no suficiente. Además de ingeniería, las regulaciones ambientales, así como la planificación territorial y urbana, y el mantenimiento, son vitales en la prevención de desastres. Nuestras regulaciones ambientales, territoriales, y urbanas son necesarias para nosotros y nuestros ecosistemas, en tiempos donde la transición climática se evidencia en el aumento del nivel del mar, erosión de playas, y la mayor intensidad de las tormentas. Adaptar nuestra infraestructura a estas realidades no es solo necesario, sino urgente. El diseño resiliente ya no es una opción, es una necesidad perentoria.
Los socavones en Concón han tenido un impacto en los chilenos y chilenas. Hemos visto evacuaciones, daños a la propiedad, e inseguridad en los afectados por estos eventos. Alrededor del mundo se ha demostrado que estos incidentes requieren coordinación, conocimientos técnicos, sustentabilidad, resiliencia, y conciencia para los desafíos que enfrentamos. Los socavones son un llamado de atención a replantear nuestra relación con el entorno natural, a través de procesos de mejora continua en nuestras regulaciones, en la búsqueda de balance entre sostenibilidad y la seguridad de nuestra sociedad. La resiliencia se construye con infraestructuras robustas, y una planificación respecto a los entornos de nuestras ciudades. En esa línea, nuestro país debe pasar de la reacción a la prevención, aprovechando las tecnologías que hoy nos permiten generar sistemas de mantención y monitoreo para nuestros ecosistemas e infraestructura, garantizando que estos funcionan e interactúan armoniosamente, y permitirnos prevenir a tiempo en caso que sea necesario.