Así lo señala el doctor Emmanuel Méndez, académico de la Clínica Psiquiátrica Universitaria y del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Sur, explicando que “el estigma es un constructo teórico relacionado a las creencias que un grupo de personas tiene respecto de un conjunto de conductas de otro grupo de personas, entre los cuales por lo general se da una diferencia de poder”. En el caso de la esquizofrenia, “es de los cuadros psiquiátricos que más alteraciones a nivel de conducta presentan los sujetos, y esas alteraciones son visualizadas, asimiladas y consideradas en este vínculo estigmatizante”.
Junto a los doctores Alicia Figueroa y Eduardo Durán, también del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental Sur, publicaron en el 2022 el artículo “Exploring Stigma Towards People with Schizophrenia in Mass Media and Their Private Discourses”, en el cual ahondan respecto del estigma en publicaciones de difusión masiva relacionada a la esquizofrenia. “Buscamos marcadores lingüísticos en diarios y revistas relativo a contenido estigmatizantes hacia personas con esquizofrenia y vimos que esta situación es sumamente prevalente. Esos contenidos avalan la idea preconcebida de que las personas con esquizofrenia son peligrosas, lo cual se ha demostrado que no es realmente así; de hecho, dichos pacientes no presentan más acciones agresivas que las personas sin ningún tipo de cuadro e, incluso, por el contrario: por lo general son más ensimismados, “hacia adentro”. Pero es una creencia que se conforma y que termina gatillando una conducta discriminadora hacia estos pacientes, alejándolos. Y también nos dimos cuenta de que, en algunos discursos realizados por los propios pacientes, estas etiquetas lingüísticas que se pueden encontrar en los medios de comunicación muchas veces las han internalizado”.
En ese mismo sentido, añade, investigaron cómo el estigma público se transforma en estigma internalizado. “Todas esas conductas que ocurren a nivel social en nuestra cultura son vivenciadas por las personas discriminadas, quienes comienzan a interiorizarlas y a integrarlas en sus identidades, por lo que después ellos mismos, sin que sea necesariamente una verdad, empiezan a creer que son menos que el resto, que no son capaces de conseguir ni concretar proyectos a largo plazo, ni de establecer relaciones sociales significativas con otras personas, como tener una familia e hijos. El estigma internalizado erosiona la capacidad que tienen todas estas personas de idear su futuro desde planes positivos, de tener esperanza”.
Otros estudios, acota, muestran que dependiendo de cómo las personas entienden o viven el estigma internalizado esto puede determinar formas opuestas de conducta. “Cuando el paciente cree profundamente como ciertos los prejuicios negativos hacia él, terminará teniendo una personalidad ensimismada, sin planes a futuro, de seguro aislado en su casa. Sin embargo, hay otras personas que, probablemente teniendo un buen apoyo, ya sea familiar o de pares, se dan cuenta de que muchas de estas conductas discriminatorias no tienen un asidero en la realidad y que no tienen por qué ser entendidas de esa manera, por lo que levantan la posibilidad de una identidad empoderada. Muchos de ese tipo de pacientes se han transformado en importantes usuarios que han levantado manifestaciones o movimientos políticos relacionados a la capacidad que quienes tienen este tipo de diagnóstico puedan luchar por sus propios derechos; por ejemplo, sentando las bases para el movimiento Recovery, que es una forma de entender la salud mental actualmente.
¿Cómo se deconstruye desde la perspectiva terapéutica la profecía autocumplida en el caso de los pacientes que hacen suyos los estigmas de la esquizofrenia?
Es complejo, porque muchas veces uno se topa con personas que llevan años viviendo así y que están con una muy baja funcionalidad, independiente a que hayan tenido o no episodios psicóticos en mucho tiempo; que están relativamente compensados, tomando sus medicamentos, asistiendo a sus controles, pero que están haciendo sólo actividades menores en sus casas. A mi juicio, esto tiene que ver con el núcleo familiar, qué tanto se le permite a esta persona cumplir con roles mínimos. Y es que muchas veces son los mismos familiares, al tener estas creencias de minusvalía respecto de la esquizofrenia, o a raíz de tener profundos traumas luego de los episodios psicóticos de los pacientes, los llevan a hacer lo menos posible porque no quieren que vuelvan a desestabilizarse, y les basta con que estén compensados.
“Entonces se construye una dinámica familiar que se debe analizar, previamente a la psicoterapia por brindar. Evaluar, por ejemplo, a través de terapia ocupacional, los roles de esta persona, sus intereses, qué está haciendo cada usuario en relación a esos intereses o a su bienestar; también en el aspecto sexual, que son dimensiones muchas veces olvidadas. El tratamiento de personas con esquizofrenia en Chile, a pesar de que hemos mejorado muchísimo, todavía sigue centrado en la intervención psiquiátrica y, como en muchos hospitales hay un déficit de especialistas, se los puede ver con muy poca regularidad, sólo tratando de evitar al máximo las descompensaciones. No existe la posibilidad de hacer evaluaciones comprensivas, en donde se consideren todas estas dimensiones y así, muchas veces, los pacientes se mantienen con dosis altas de fármacos, provocando efectos adversos en lo metabólico, sedentarismo, o no pudiendo abordar el tema del tabaquismo. Por eso creo que lo primero es ver el tema familiar, entender los roles de estas personas, en qué momento del bienestar se encuentran y, así, estudiar cómo abordar sus casos, desde una perspectiva sistémica, multiprofesional y multidisciplinaria”.
Cómo derribar las barreras
Para que comience a detenerse la propagación del estigma social de la esquizofrenia, dice el doctor Méndez, “en primer término debe haber un cambio profundo a nivel de las universidades que imparten carreras sanitarias. El punto de partida tendría que ser una intervención muy profunda en sus mallas curriculares, pues hay estudios bastante claros en evidenciar que mucha parte del estigma hacia las personas con esquizofrenia proviene de los mismos profesionales de salud, de todas las áreas, pues muchas veces la formación que se ofrece es en base a currículums antiguos. Por ejemplo, profesionales de áreas como psicología, enfermería o kinesiología, que quizás no se las vincula directamente con tratamiento de las personas con esquizofrenia, pero que son fundamentales en el apoyo para su actividad física, o en la psicoeducación a nivel de hospitales de día o de unidades de rehabilitación; desconozco si tienen integrado el modelo Recovery, según el cual el plan terapéutico integra los objetivos puestos por el paciente. Habría que integrar estos conceptos a las mallas curriculares de todas las profesiones de la salud de forma transversal”.
A nivel comunitario, el académico agrega que “se ha visto que hay cierto impacto de campañas publicitarias para comprender de mejor forma la esquizofrenia. Pero lo que tiene aún mayor impacto es la realización de actividades comunitarias en las que puedan compartir personas de distintos grupos; por ejemplo, hace algunos años, en una corrida familiar en Las Condes, participaron personas con esquizofrenia que trabajaban en una radio comunal, la cual era parte de un proyecto llamado Radio Nueva Terapia, entrevistando a los asistentes. La evidencia muestra que este tipo de iniciativas son las que tienen mayor impacto en el cambio de las conductas estigmatizantes”.
Y respecto a cómo afecta el estigma en la reincorporación al mundo laboral, el doctor Méndez sentencia que “una de las tareas es lograr que la gran mayoría de la población conozca de qué se tratan estos cuadros psiquiátricos y que sí, en algún momento se pueden descompensar, pero no es lo más frecuente. Muchas de las personas con esquizofrenia al lograr puestos laborales no lo hacen aprovechando los cupos por ley de discapacidad, porque esconden su diagnóstico. No he visto cifras, pero sería interesante saber cuántas personas con esquizofrenia han accedido a puestos laborales en base a pertenecer a este grupo prioritario. Yo creo que deben ser menos que las personas con cuadros que no se consideran tan disruptores”.