Hacia ciudades inclusivas y participativas

Hacia ciudades inclusivas y participativas

Según datos de la ONU y del estudio OCDE sobre Crecimiento Inclusivo en las Ciudades, en la actualidad aproximadamente un 50% de la humanidad vive en ciudades. Sin embargo, este porcentaje seguirá creciendo y se espera que en en el año 2050 sea alrededor del 70%.

Asimismo, estos estudios revelan que las ciudades tienden a volverse más desiguales a medida que crecen, reflejándose en una segregación espacial, en la que no sólo los habitantes ricos tienden a vivir en vecindarios diferentes a los pobres, sino que éstos últimos además quedan estancados en ellos durante generaciones. 

Junto con vivir segregados, la población de las zonas más desfavorecidas tiende a tener una peor calidad de servicios públicos, un peor acceso a viviendas de calidad y empleos, así como mayor inseguridad.

 Por un crecimiento inclusivo en las ciudades

Las y los expertos indican que para frenar la tendencia mundial del aumento de la desigualdad es importante centrar los esfuerzos en las ciudades y es necesario una combinación coordinada de políticas que tengan en cuenta diversos aspectos desde lo simbólico hasta lo económico. De igual forma, es importante que exista una coordinación entre los distintos niveles de gobierno, así como una participación activa y resolutiva de la comunidad.

Para la académica Luciana Pastor, del Departamento de Diseño de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, quien además integra el Grupo Género Espacios y Territorio (GET de la U. de Chile), señala que “es fundamental repensar la forma en que las ciudades están diseñadas, en términos urbanos, arquitectónicos y, por supuesto, también simbólicos. Cada barrio, cada ciudad, tiene su propia historia. La pregunta es ¿cómo avanzar hacia un espacio que represente aquello que ha estado invisibilizado? ¿Qué tipo de hitos urbanos o lugares se pueden crear para habitar una ciudad que no excluya según género? Las y los habitantes son quienes pueden responder y encontrar las soluciones a esta pregunta”, puntualiza Luciana Pastor.

Como ejemplo se refiere a la comuna de Santiago, particularmente el centro histórico. “En este territorio existen muchos monumentos que rinden homenaje a políticos que han ejercido funciones públicas y gubernamentales. Este imaginario masculino que está presente cotidianamente en el paisaje de nuestra ciudad, invisibiliza la importancia política que han tenido las mujeres y otras corporalidades feminizadas dentro de la historia de nuestro país”, afirma Luciana Pastor.

En esa línea, la diseñadora propone que el desafío hoy en día está en escuchar a las propias mujeres y corporalidades feminizadas que habitan los territorios, para poder llegar a construir esa ciudad que queremos y en ese sentido, una municipalidad que escucha y fomenta la participación ciudadana es clave.

Para Geraldine Herrmann, profesora del Departamento de Urbanismo de la FAU, “es responsabilidad de las municipalidades proveer de espacios públicos y de calles más inclusivas para todas las personas, como lo son las personas mayores. La población mundial está envejeciendo rápidamente y se prevé que en Chile para el año 2030 un tercio de la población tendrá más de 60 años. No obstante, nuestras calles no son adecuadas para ellas, por ejemplo cruces sin rampa. semáforos muy cortos para peatones y muchas veredas en mal estado”. 

Y agrega que “nuestra planificación urbana está muy orientada al automóvil a pesar de que debiera haber fuertes políticas de arborización de los espacios urbanos en un contexto de cambio climático. Por ello, es fundamental que se genere un cambio de paradigma en los municipios y que se empiece a destinar más recursos al mejoramiento para ciudades más inclusivas y sostenibles”.

Finalmente, enfatiza que “cambiar las planificaciones urbanas no es tanto una cuestión de recursos, sino que de voluntad política, convicción social y empezar a incluir a todos realmente".

Por su parte, la académica del Instituto de la Vivienda de la FAU, Rebeca Silva, sostuvo que hoy se requiere “avanzar en las nuevas formas, planes, programas urbanos, con una base y una aproximación mucho más cercana a los habitantes. La vida urbana en el reconocimiento de las prácticas, saberes y quehaceres propios de las diversidades y subjetividades en que habitamos en la ciudad”.

 “El espacio construido posee una percepción de base. La infraestructura y el equipamiento, el acceso a servicios y al espacio público evidencian a quiénes se les está permitido acceder, aparecer y realizarse en la ciudad. ¿Para quienes están diseñadas las ciudades?, ¿cómo serán los espacios públicos?, ¿cuáles serán las nuevas políticas urbanas?”.

La académica concluyó que para las y los nuevos alcaldes el desafío será avanzar en la urgente generación de nuevas formas de producción del espacio público, del espacio privado y del espacio cómun, con una mayor participación, inclusión y representación social.