La historia es así: todas las mañanas, casi a oscuras, ella tomaba su mochila celeste, cerraba con llave su casa y salía rumbo a su trabajo en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Para llegar al paradero debía cruzar una plaza, pero eso le daba un poco de miedo porque sabía que era un lugar donde habitualmente asaltaban.
Hasta que le pasó: un hombre la abordó con intenciones de asaltarla. Sin embargo, de entre la penumbra de los árboles, escuchó que alguien gritó: “¡Noo, a ella, no! ¡Es la señora de la mochila celeste! Es de acá, déjala pasar”. Respiró tranquila, se había salvado, ya no había nada que temer. El problema vino después cuando, un mal día, su famosa mochila celeste se rompió. “¿Cómo me van a reconocer ahora?”, pensó.
Este fue el relato que impulsó a Lenka Zaldívar, bibliotecóloga referencista de la Facultad de Ciencias Sociales, a colaborar en lo que fuera necesario para la realización del taller de escritura que se efectuó los días 12, 13 y 13 de noviembre en la Biblioteca Enzo Faletto Verne de la misma facultad. “En honor a esa experiencia, tan llena de emociones y detalles cotidianos como levantarse temprano, ir a trabajar o tener miedo cuando caminas de noche o al amanecer, fue que quisimos ponerle a esta actividad El Taller de la Mochila Celeste: todos tenemos algo que contar”, detalla.
En la actividad participaron solo mujeres del equipo de auxiliares de la facultad y nació gracias a un puñado de personas con ganas de tejer redes, abrir espacios de encuentro y, sobre todo, conversar.
La encargada de guiarlo fue la profesora francesa Martine Laborde, quien estuvo de visita en el país como invitada a la Semana de la Música, la Migración y las Ciencias Sociales, organizada por la Iniciativa Franco-Chilena de Altos Estudios de la Universidad de Chile en colaboración con la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo (VID), el Núcleo de Sociología de las Artes de la Facultad de Ciencias Sociales, la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones, entre otras áreas y unidades de la universidad.
Ángela Cortés, encargada se seguimiento de proyectos internacionales de la VID, explica: “La cooperación con el matrimonio conformado por la Profesora Martine y el Profesor Denis Laborde, se enmarca en un trabajo que comenzó en 2023, con una visita institucional a Francia. Allí conocimos el proyecto que él dirige, que es financiado por el Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS), la agencia nacional de investigación científica en Francia, y el festival de arte, ciencia y cultura que organiza en Bayona, que ya lleva 11 ediciones y al que fuimos invitados el año pasado como universidad. Entonces, todo esto es fruto de esa colaboración. En esta oportunidad, nosotros quisimos mostrarles el quehacer de la universidad, nuestros espacios y con quienes trabajamos”, cuenta.
Marisol Facuse, académica de la Facultad de Ciencias Sociales, Directora Ejecutiva de la Iniciativa Franco-Chilena e integrante del Núcleo de Sociología de las Artes, complementa. “Trabajamos hace 10 años con el Departamento de Música de la Facultad de Artes y el Departamento de Sociología sobre las músicas migrantes. A través de distintos proyectos nuestros trabajos confluyeron, lo que nos llevó a pensar en nuevas formas de cooperación internacional, de establecer relaciones científicas más horizontales, más igualitarias y más sustentables en el tiempo”, explica.
“Eso nos permitió corroborar lo importante que es acompañar la visita de los profesores, pero además, quisimos ir un poco más allá: pensar en una dimensión triestamental para la internacionalización, es decir, que no solamente los estudiantes de posgrado o los científicos consagrados se beneficiaran de la movilidad, sino también funcionarios y funcionarias profesionales y no profesionales. Así surgió la pregunta ¿y por qué no hacemos un taller liderado por la Profesora Marine?”, recuerda.
Pero fueron surgiendo más y más preguntas que, finalmente, le dieron forma al taller. “¿Y si lo hacemos para mujeres? ¿Y solo para nuestras auxiliares?”, recuerda Carolina Franch, antropóloga, Directora de Género y académica de la Facultad de Ciencias Sociales. “Me interesaba mucho que hiciéramos una actividad para ellas porque no solo son parte de la Universidad, sino que son fundamentales para que la Universidad funcione en cuanto tal”, dice.
“Lenka nos abrió las puertas de este espacio, nos aportó con ideas, nosotras con Marisol afinamos algunos detalles y las invitamos. La idea era abrir un espacio para conversar, conocerse y compartir historias que, aunque son siempre todas distintas, tienen puntos en común. Fue una instancia conmovedora porque aparecieron escrituras que, cuando las compartimos, nos permiten ser una mejor universidad”, asegura.
Escritoras en potencia
Nicole Fernández nunca había escrito con intenciones de ser leída por otros, solo lo hacía en su diario de vida. “Para mí fue muy bonito porque fue compartir un momento diferente. Como todas vivimos relativamente cerca, nos íbamos después conversando del taller, pero cuando llegaba a la casa sentí que volvía a mi vida de siempre. Fue vivir una sensación distinta”, describe. María Poblete confiesa que al comienzo se sintió algo de nerviosismo. “Participar implicaba abrir tu vida, destapar lo que tenías guardado. Me gustó mucho hacerlo porque me alivió”, afirma. Sofía Zurita, por el contrario, estuvo entusiasmada desde el primer momento: “apenas me pasaron la libreta me puse a escribir, me mentalicé y ya no paré más. Fue muy entretenido”, dice.
En todas las auxiliares pareciera que la emoción está a flor de piel cuando se les pregunta qué fue lo que las motivó a participar en el taller. Algunas de las respuestas más comunes que dieron fue que lo hicieron “porque era una posibilidad de que te escucharan”, “porque uno quiere sacar cosas de la cabeza”, “porque sirve para recordar y compartir momentos bonitos” y “porque a veces en el trabajo todo se limita a un hola y chao”.
La profesora Martine Laborde explica lo que ocurre en este tipo de encuentros ya desde un primer momento, incluso desde antes de escribir. “Estas actividades son importantes porque las personas solemos trabajar juntas, una al lado de otras, pero solas. Nos cruzamos, nos encontramos, pero sin hablar. Un taller de escritura es una manera de entrar en nosotros mismos para ir a buscar emociones y experiencias que podamos compartir con otros y ponerlo en un papel en forma de relato.
En el taller no existen fronteras sociales, jerarquías, cargos o desigualdades, todas estamos frente al proceso de escribir. Todo se puede imaginar, inventar o relatar porque la escritura puede ser ficción, aunque hablemos de nosotros. Crear estos espacios de sensibilidad son muy necesarios para nuestra sociedad porque permiten un intercambio realmente sincero y humano, que no son tan frecuentes como lo pensamos”.
El taller se dividió en sesiones de una hora y media aproximadamente, durante tres días. Se trabajó con un grupo de siete mujeres auxiliares para que fuera personalizado y a cada una se les regaló un cuaderno para que escribieran lo que quisieran, la única regla fue relatar algo cotidiano.
A lo largo de las sesiones, la profesora Martine las guio recurriendo a distintas metodologías, mediante frases, dibujos o consignas como “me enoja” o “me gusta”. Y, finalmente, en la sesión de cierre, quienes quisieran leyeron pequeños fragmentos de sus cuadernos. Como fue alta la convocatoria se realizará una segunda edición del taller en enero de 2025, que estará a cargo de Lenka Zaldívar, y se verá la posibilidad de replicarlo en las distintas bibliotecas del campus Juan Gómez Millas.