Puede hacer muchas cosas, pero lo que más ha marcado su vida, como dice en esta entrevista, es la atención a las personas en situación de vulnerabilidad durante 23 años. De esos, dos los ha dedicado como coordinadora del Centro de Intercambio y Referencia Iniciativa Comunitaria (CIERIC) de la cual será representante en el encuentro en Chillán organizado por la Universidad de Chile y la Universidad del Bío-Bío, convocado por el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Sobre la organización no gubernamental, anticipa que esta “ha sabido transformar barrios”.
“A veces desde la cultura pensamos que no tenemos esa posibilidad de desarrollar un país, un territorio y sí hemos demostrado desde el CIERIC que la cultura es poderosa”, expresa. Los ingredientes para mantener su motivación en torno a la gestión cultural son el amor, el respeto, la esperanza y los cambios positivos en las niñas, niños y adolescentes que formaron parte de las actividades culturales.
“Siempre estoy insatisfecha, porque cuando estoy satisfecha entonces no me queda nada por hacer”, menciona. Ella, además, afirma que todavía quedan muchas por hacer, las que confía que continuarán las futuras generaciones. Con ese ánimo, María Eugenia Romero llegará a Chile, un país que, asegura, siempre quiso conocer cuando era una niña.
- ¿Qué podría destacar de su trabajo desarrollado junto a las comunidades?
Creo que ha sido, en primer lugar, diagnosticar problemas. No diagnosticarlos de manera individual. Es lograr un trabajo participativo donde se sumen personas y diferentes grupos etarios para saber cuáles son los gustos, las preferencias, los problemas, las preocupaciones, las necesidades.
Cuando empiezas a escuchar a todo el mundo, te darás cuenta qué es lo que quieres hacer. Teníamos que pensar qué hacer. La propia comunidad propuso que una de las cosas más importantes sería hacer un proyecto comunitario que se iba a enfocar a ver cuáles eran las soluciones.
Todos querían que la cultura fuera el ente fundamental para esos cambios y empezamos a trabajar con la cultura en el propio barrio. Empezamos a hacer actividades, a involucrar a todas las personas y eso dio una motivación, pero me dio una mirada diferente para darme cuenta que no podemos esperar a que tengamos todos los recursos en manos para poder hacerlo. A veces no tenemos muchas cosas materiales, pero tenemos el potencial, tenemos la idea del hombre, tenemos la creatividad.
- ¿Cómo recibe esta invitación al Encuentro Internacional de Puntos de Cultura?
Siempre he querido ir a Chile. Cuando era niña, yo estudiaba en una primaria. Era muy pequeña y entonces le hice una canción a Salvador Allende cuando fue presidente.
Siempre ha sido un país del cual quiero conocer sus costumbres, que quiero seguir intercambiando saberes, porque los compañeros con los que he intercambiado, tienen mucho sentido de pertenencia para las cosas y Chile es un ejemplo grande en el tema de los Puntos de Cultura. Creo que quisiera ir para aprender y después sistematizar experiencias en Cuba.
- ¿Por qué es relevante impulsar el diálogo entre naciones hermanas?
Independientemente de que cada país es diferente, cada país tiene una constitución diferente, un sistema histórico diferente; yo pienso que los latinos, los caribeños, nos parecemos muchísimo. Pienso que el mundo no puede ser estático, formal, burocrático.
Por lo tanto, son importantes estos intercambios, estos diálogos, aprender uno al otro, porque eso nos da la posibilidad de nuevas miradas, de nuevas propuestas, de fortalecer, crecer, perfeccionar. De mejorar la sociedad, porque siempre estamos hablando que un mundo mejor es posible. Pero un mundo mejor no puede ser posible cuando un país no conozca lo que hace el otro, cuando no se intercambie, cuando no hay una integración. Yo pienso que lo más importante es integrar. Es esa cooperación, es esa necesidad solidaria que tanto necesitamos y deseamos. Pienso que esa es la razón más esencial.
- ¿Qué mensaje enviaría usted a las futuras generaciones en relación a la importancia de la cultura?
Los jóvenes son el relevo más importante de cualquier sociedad. A las futuras generaciones les digo que se preparen, que se formen, participen; que lo que hagan, lo hagan desde el corazón. Den su voz, estén en espacios necesarios de la sociedad. Pero todo lo que aprendan lo lleven a la práctica, que también se involucren en las cosas difíciles. Vean el mundo como algo necesario para avanzar en la vida.
Que sean buenos como seres humanos, como personas de bien y que nunca digan no a lo que realmente puede ser un sí. Yo confío mucho en los jóvenes. Por eso les digo que siempre se den las manos, que tengan esa fuerza para poder alcanzar muchas cosas que por años no se ha alcanzado.
La juventud es un divino tesoro. La juventud es grandeza, así que le pido a los jóvenes que participen en todo lo que tenga que ver con el arte para la transformación social, con los derechos humanos, las políticas culturales, con todo lo que significa para nosotros los proyectos comunitarios, las experiencias. Ese trabajo con la universidad en las diferentes cátedras en su formación, que se superen, que siempre estén aportando a la vida.