En las frías aguas subantárticas del sur de Chile, cerca de Puerto Williams, un grupo de científicos ha documentado mediante videos y fotografías un comportamiento que hasta ahora no se había sido registrado en orcas (Orcinus orca): ataques coordinados y repetidos a ballenas sei (Balaenoptera borealis) y fin (Balaenoptera physalus). Este hallazgo, publicado en la revista científica especializada Aquatic Mammals, podría representar una conducta emergente en estas poblaciones de orcas, lo que aporta valiosa información sobre sus dinámicas de alimentación y aprendizaje.
La investigación, que abarcó registros entre 2020 y 2021, incluyó cinco eventos fatales y uno fallido. Entre los hallazgos más llamativos está la identificación de una hembra de orca que participó en múltiples eventos, sugiriendo un posible proceso de enseñanza hacia los miembros más jóvenes del grupo.
Según explicó la profesora María José Pérez Álvarez, académica del Departamento de Ciencias Ecológicas de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile e investigadora del Instituto Milenio Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (BASE), estos comportamientos podrían ser una forma de transmitir habilidades de caza dentro de la población.
“Las orcas son depredadores tope altamente sociales, y lo que observamos aquí refuerza la idea de que desarrollan especializaciones de caza que pueden ser enseñadas entre generaciones”, señaló la profesora Pérez Álvarez. Este comportamiento, escasamente reportado previamente sobre ballena sei y fin, representa una innovación para el estudio de las orcas en el extremo austral del continente.
Impacto en la conservación
El hallazgo adquiere relevancia al considerar el estado de conservación de las ballenas sei (amenazada) y fin (vulnerable), debido a la caza intensiva durante el siglo pasado y a las amenazas actuales, como colisiones con embarcaciones y contaminación. Documentar ataques depredatorios añade una dimensión fundamental para comprender los desafíos naturales que enfrentan estas especies en recuperación.
“La interacción entre estas orcas y las ballenas abre interrogantes no solo sobre su ecología, sino también sobre posibles impactos en la fauna marina local. La comunidad científica tiene la tarea de monitorear de manera más sistemática estos eventos para evaluar si se trata de un patrón conductual consolidado”, añadió Pérez Álvarez.
La comunidad de Puerto Williams jugó un rol fundamental en esta investigación. Sus habitantes capturaron imágenes y videos de los eventos, permitiendo a los científicos analizar los registros de manera detallada. “La participación de la comunidad no solo fue clave para la recopilación de datos, sino que también demostró cómo la ciencia puede vincularse con la vida cotidiana de las personas”, destacó la académica.
Próximos pasos
El equipo científico plantea la necesidad de continuar con un monitoreo sistemático de estas conductas en la región subantártica. “Establecer un estudio a largo plazo nos permitirá evaluar si este comportamiento se repite y cómo podría estar afectando la dinámica del ecosistema local”, comentó la investigadora de la U. de Chile. Además, esta investigación contribuirá a interpretar casos de ballenas varadas aportando con mayor información para el análisis de estos eventos de mortalidades.
Con estos resultados, los investigadores esperan no solo expandir la comprensión del comportamiento de las orcas, sino también inspirar nuevas iniciativas de conservación que integren a comunidades y científicos en la protección de la riqueza natural del extremo austral del país.
El estudio contó con la participación de investigadoras e investigadores de múltiples universidades y centros de investigación, reflejando un enfoque interdisciplinario y colaborativo. Entre ellos, Elke Schüttler (UMAG/CHIC), autora principal del paper, Melisa Gañan (UMAG/CHIC/BASE), Omar Barroso (CHIC), Tamara Contador (UMAG/CHIC/BASE/INVASAL), Diego Illanes (SERNAPESCA), Gabriel Muñoz Araya (UMAG/CHIC), María José Palma (UMAG), Maritza Sepúlveda (UV/INVASAL) y Javier Rendoll Cárcamo (UMAG/CHIC/BASE), quienes, junto a María José Pérez Álvarez de la Universidad de Chile, combinaron esfuerzos para analizar los registros obtenidos y generar conclusiones que aportan al conocimiento sobre las dinámicas de depredación en la región subantártica.
Entre las instituciones que contribuyeron se encuentran la Universidad de Magallanes (UMAG) y el Centro Internacional Cabo de Hornos (CHIC); el Instituto Milenio de Biodiversidad de Ecosistemas Antárticos y Subantárticos (BASE); el Núcleo Milenio de Salmónidos Invasores (INVASAL); el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (SERNAPESCA); el Centro de Investigación Eutropia; el Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y el Departamento de Ciencias Ecológicas, ambos de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile; y el Centro de Investigación y Gestión de Recursos Naturales (CIGREN) del Instituto de Biología, Facultad de Ciencias, Universidad de Valparaíso. Esta red de colaboración permite abordar de manera integral los desafíos de conservación en uno de los ecosistemas más remotos del planeta.