En la ceremonia, realizada este miércoles 4 de diciembre en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, la rectora Rosa Devés señaló que "Hemos sido afortunados de tener con nosotros y nosotras a una persona tan excepcional que, con su vida, su trabajo, su canto y su compromiso con un Chile democrático e igualitario, representa en sí mismo el conjunto de los valores de nuestra institución. Y no solo sus valores, también su carácter y su propósito", destacó la Rectora Devés. "No se trata entonces solo de un título honorífico, es más bien reconocerlo como sustancia de esta institución señera de nuestra República, no solo en cuanto a la valoración de su trayectoria, sino también como esencial para su evolución futura", agregó.
La laudatio estuvo a cargo de Raúl Villarroel Soto, decano de la Facultad de Filosofía y Humanidades, quien comenzó por situar la figura de Carrasco Pirard en 1971, en el espacio del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, y destacarlo en la escena filosófica chilena en la que, junto a él, habitan académicos de renombre como Juan Rivano y Humberto Giannini. Desde sus innumerables publicaciones, investigaciones y apariciones públicas como insigne pensador y filósofo, hasta su destacado desarrollo artístico, marcado por la defensa de la democracia y el combate a la dictadura militar como líder del grupo Quilapayún, el profesor Carrasco fue valorado “en el convencimiento de que siempre ha sido una luz que nos ha brindado lo mejor de sí, generosa y desinteresadamente”.
En este sentido, el decano Villarroel destacó sus innumerables aportes a la filosofía, siendo especialista en Nietzsche a quien relevó y rescató del halo de oscuridad en el que fue envuelto y tergiversado su pensamiento en el marco de una de las mayores tragedias del siglo XX. Asimismo, también subrayó sus acuciosos estudios de la filosofía de Martin Heidegger “el otro gran pensador germano que hiciera también de Nietzsche una referencia ineludible para la comprensión de la época moderna”.
La filosofía del arte, los problemas del humanismo y la filosofía política han sido parte de sus meditaciones, entre las que destaca Campanadas del mar. Lecturas filosóficas de la poesía de Pablo Neruda, así como ensayos en torno a la crítica al humanismo, el pensamiento circular, la identidad nacional, la esencia de las humanidades y las relaciones entre filosofía y política, lo que expresa “la tremenda versatilidad temática que siempre han caracterizado a sus afanes reflexivos”.
En los diversos elementos que el decano Villarroel destacó, adquiere un lugar importante la gran cantidad de diálogos a los que Carrasco Pirard dedicó largo años y en los que estableció intercambios con diversos artistas e intelectuales como Roberto Matta, Roberto Torretti, José Antonio Camacho, Fernando García y Claudio Di Girólamo.
En su merecida condición de Profesor Emérito de la Universidad de Chile, al finalizar, y destacando su inmensa trayectoria académica y personal, el decano Villarroel citó las palabras de su libro Palabra de hombre. Tractatus philosophiae chilensis en las que destaca su posicionamiento en torno a la palabra de los otros: “Entregados a la verdad, al dilema constante de ser o no verdaderos, no tenemos otra alternativa segura que la de querer lo que es, de hacer lo nuestro como si proviniera de nosotros mismos y hacer que nuestras acciones coincidan en todo momento con lo que efectivamente es, para estar a salvo de la oposición con lo sido, fuente de todos los dramas humanos. El dolor no es otra cosa que no poder impedir lo que ya fue. En esta coincidencia, que es nuestra más alta posibilidad de ser, se juega la propia esencia humana”.
Las humanidades como baluarte de lo común
En sus palabras de agradecimiento por la distinción como Profesor Emérito, Eduardo Carrasco Pirard realizó un recorrido por la memoria de sus años en la Universidad de Chile, partiendo por el Instituto Pedagógico y el fuerte recuerdo de los días políticamente intensos y convulsionados previos al Golpe Militar. Con afecto y humor rememoró aquellos años en los que la revolución y la brillantez académica circulaban por los jardines del Departamento de Filosofía de la Universidad de Chile: sus amistades, maestros y discípulos en un momento histórico para Chile y la filosofía de nuestro país. “Creo que todos dejaron discípulos que le han dado continuidad a su trabajo académico y que conforman el mayor mérito, tal vez, de este de este Departamento de Filosofía: que es que existe todavía una tradición que va de profesor a alumno y eso es muy positivo por lo menos para la tradición filosófica en Chile”.
Vino el Golpe de Estado y a pesar de que enseñaba a Nietzsche -"y no sobre lo que temían los militares"- fue expulsado de la Universidad de Chile. Luego de ello vivió exiliado en Francia por 15 años. En este contexto destacó la figura de Humberto Giannini con quien sostuvo correspondencia por todos esos años y a quien agradeció su retorno a la Universidad de Chile, cuando dirigía el Departamento de Filosofía.
En los treinta años siguientes ha formado a una innumerable cantidad de filósofas y filósofos que se desempeñan en universidades de Chile y el extranjero. Destaca que lo hace en la Universidad de Chile “la que mejor cumple la misión de Educación Superior del Estado”.
“Solo una universidad como la nuestra asegura la formación laica. El término laicidad remite a la palabra griega laós (λαός) que significa la unidad de una población, aquello que es común para todos sus componentes. Laicidad significa que ninguna creencia o ideología debe gozar de ventajas que puedan conducir a una discriminación. La laicidad, en la afirmación positiva de que aspectos fundamentales de nuestra vida pueden ser abordados más allá de nuestras divisiones o separaciones políticas ideológicas o religiosas. En definitiva, ser laico significa afirmar que lo que compete a nuestra vida en común, debe ser abordado desde el principio que nos unan a todos poniendo entre paréntesis aquellos que nos separan es afirmar que el espacio público es un terreno de neutralidad que debe representar legítimamente a todos los ciudadanos”.
En esta afirmación de la laicidad y lo común, Carrasco Pirard afirma que “las humanidades, tal como han sido desarrolladas en la Universidad de Chile, representan precisamente este espíritu republicano sin el cual no solo es la Universidad la que hace aguas sino el país en su conjunto. El rol de las diferentes universidades estatales todavía existentes es fundamental para garantizar el desarrollo de este espíritu ciudadano y para construir un país unido y no un país de sectas. Las humanidades han sido, siguen y seguirán siendo la fuerza fundamental para garantizar la existencia y la consolidación de este espacio”.