El concepto sistematización de experiencias comienza a ser utilizado hacia fines de la década del 70. Se lo vincula a los proyectos de educación popular y a la figura de Paulo Freire. Sin embargo, éste ha ido evolucionando en el tiempo.
La sistematización de experiencias, un enfoque metodológico que integra la teoría y la práctica en la generación de conocimiento, fue el eje central de la conferencia dictada por la profesora colombiana Rosa María Cifuentes en la Universidad de Chile. Con una trayectoria de más de tres décadas en educación y trabajo social, Cifuentes compartió su visión sobre este proceso y su relevancia en el ámbito de la salud mental y la salud pública.
Rosa María Cifuentes es una destacada trabajadora social y educadora colombiana Licenciada en Educación Familiar y Social (Fundación Universitaria Monserrate), Licenciada en Ciencias Sociales, y Magíster en Educación Comunitaria (Universidad Pedagógica Nacional, Bogotá). En el ámbito académico, ha ejercido roles clave como Vicerrectora Académica y Pedagógica en el Instituto Especializado de Estudios Superiores Loyola (República Dominicana) y como docente universitaria en instituciones de alto prestigio en Colombia y el Caribe, tales como la Universidad de La Salle, la Javeriana, la Pedagógica Nacional, Monserrate y la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. En su trayectoria, también coordinó investigación y práctica académica en la Fundación Universitaria Luis Amigó, destacándose en la construcción disciplinar en Trabajo Social (18 años) y en pedagogía y didáctica de la educación superior (7 años).
Su labor incluye la sistematización de experiencias y el desarrollo de proyectos pedagógicos innovadores. Es autora y editora de libros, capítulos, artículos y memorias sobre temas relacionados con la educación y el trabajo social.
Su excelencia académica y profesional ha sido reconocida con la Medalla María Carulla, otorgada en 2022 por el Consejo Nacional de Educación en Trabajo Social de Colombia (CONETS), en mérito a sus aportes al campo del trabajo social.
En el marco de su vasta experiencia y el trabajo realizado con académicos y estudiantes del Magíster en Salud Mental y Psiquiatría Comunitaria, nos explica la importancia del trabajo en terreno y la sistematización de las experiencias, en especial en el ámbito de la salud mental.
- ¿Cuál es la importancia de la sistematización en el área de salud mental y de salud pública en general?
“La idea es ayudar a construir formas de creación de conocimiento en ese campo, pensar la salud mental comunitaria como campo del saber desde la práctica”, afirmó. Según Cifuentes, la sistematización permite a los actores involucrados en los procesos de atención reflexionar críticamente sobre sus experiencias, reconstruirlas y analizarlas para promover cambios sociales significativos. “Con los sujetos en los procesos de servicio, de atención, aprender a la vez que se está viviendo la experiencia, tomar registros, huellas de la experiencia para, con las participantes y los participantes, retomarlos, que permitan reconstruir esas experiencias, analizarlos, interpretarlos críticamente y de pronto llegar a comprenderlos conceptual o categorialmente y procesualmente”.
- ¿En este sentido, cuál es el principal desafío del trabajo de sistematización?
“El principal desafío es cómo generar condiciones para hacerlo en una sociedad que no nos da tiempo para pensar, rumiar y retomar”, explicó la profesora. Resaltó la necesidad de gestar procesos de reflexividad en las prácticas para transformar estas vivencias en conocimientos formales y comunicables. “Sistematizar implica pensar, rumiar, volver, retomar, entender para cambiar, y casi siempre el sistema hoy no nos da tiempo para eso. Entonces, es cómo ayudar a gestar procesos de reflexividad en la práctica para entender que desde la práctica construimos con otros conocimientos que podemos formalizar y comunicar”.
- ¿Qué rol juega el trabajo en terreno en este ámbito?
“La sistematización se hace en el trabajo en terreno, desde y con los otros”, enfatizó. Para Cifuentes, el conocimiento circula en las prácticas cotidianas, y es esencial documentarlo y reflexionar sobre él junto a los actores involucrados. “El trabajo no lo hace uno solo desde afuera por inquietud propia, uno la hace porque uno sabe que hay en esa práctica con los otros, en ese momento, en ese servicio, ahí circula el conocimiento. Entonces, lo que uno hace es reflexivamente ir registrando para ayudar a pensar con los otros, es así cómo el conocimiento se va construyendo”.
- ¿Cómo se valora el conocimiento construido en estos procesos?
“Implica reconocer que todos somos sujetos de conocimiento y podemos construirlo juntos”, indicó. El desarrollo de este conocimiento requiere espacios de diálogo, documentación y análisis crítico para fortalecer las prácticas y aprender de ellas. “El proceso implica generar espacios de diálogo, generar documentación de lo que vamos viviendo, encontrarnos para reflexionar sobre lo que pasó, de pronto con evidencias de lo que ya construimos, e ir aprendiendo. Las preguntas reflexivas ayudan mucho a pensar el conocimiento, tener unas preguntas claras, unas categorías, unos ejes de análisis.
- ¿Cuál es la importancia de las narrativas en el trabajo en terreno?
“La voz de los sujetos nos da cuenta de las culturas, creencias y objetividades fundamentales en la atención y la salud”, dijo Cifuentes, subrayando que las intervenciones deben responder a las historias y contextos culturales de las comunidades. “Entonces, es para poder construir procesos que respondan a su cultura, a sus creencias, que no sean impositivos o mentirosos, o solo basados en la formalización, sino diálogos que nos permitan construir con ellos desde sus creencias, sus historias, sus saberes, sus pensares. O sea, que desde el ámbito de la salud podamos escuchar los contextos culturales para leerlos y las intervenciones que hagamos respondan a esas creencias”.
- ¿Cómo surge revalorar el trabajo de sistematización en comparación en Latinoamérica en relación con Chile?
“El germen de la sistematización está en Chile, pero los procesos políticos frenaron su desarrollo”, explicó. Según Cifuentes, las dictaduras en la región reprimieron el avance de este enfoque, pero Chile cuenta hoy con redes activas que están recuperando el impulso inicial. “Este enfoque tomó fuerza en el marco de la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Servicio Social (ALAES), que en 1976 evolucionó a la Asociación Latinoamericana de Escuelas de Trabajo Social (LAEDS). En ese período, las universidades chilenas, como la de Concepción, comenzaron a reformar sus planes de estudio para priorizar la generación de conocimiento desde la práctica”.
Sin embargo, la dictadura en Chile interrumpió este desarrollo, obligando a muchos académicos a replegarse, exiliarse o enfrentar persecuciones. A pesar de ello, el enfoque se mantuvo vivo gracias al Centro Latinoamericano de Trabajo Social (CELADS) en Perú, que continuó documentando y formando en sistematización.
“En las décadas posteriores, Chile ha trabajado para recuperar este legado, incluso desde la clandestinidad, vinculándolo a temas como los derechos humanos. No obstante, aún se enfrenta el desafío de superar un enfoque excesivamente formalista heredado de los años de represión. Actualmente, el país busca retomar el espíritu original de la sistematización como una herramienta transformadora en lo social y académico” detalló la experta Colombiana.
Finalmente, la profesora Rosa María Cifuentes, valoró el trabajo realizado en Chile y en particular en la Escuela de Salud Pública, “Veo acá voluntad política para gestar procesos que incidirán en la construcción de conocimiento desde determinaciones sociales de la salud”, concluyó.
Con su vasto conocimiento y experiencia, Rosa María Cifuentes recordó que la sistematización no solo es una herramienta académica, sino también un motor para el cambio social desde las prácticas colectivas.