Amanda Pinto Sepúlveda nació el 5 de diciembre de 1886 en Santiago. Los primeros años de escuela los cursó en un establecimiento de la calle San Isidro y luego en el Liceo Isabel Le Brun Pinochet en Recoleta. Allí, su interés por la educación floreció. En el Instituto Nacional rindió exámenes para conseguir el grado de bachiller en Humanidades. El centro educacional era el encargado de dar ese título a las mujeres que lo solicitaron en la época. Ella lo obtuvo a los 15 años.
Después dio clases y se desempeñó como secretaria de la dirección en el Santiago College. Durante ese periodo conoció a Humberto Labarca Hubertson, de quien adoptó sus apellidos tras contraer matrimonio. Entonces se emancipó definitivamente de su familia y su nuevo nombre quedó inmortalizado en la historia: Amanda Labarca Hubertson.
Más tarde, recibió el título de profesora de Estado en Castellano por la Universidad de Chile a los 18 años. En 1906 fue nombrada subdirectora de la Escuela Normal N°3 y al año siguiente publicó su primera obra literaria Impresiones de Juventud.
La extensión universitaria tenía sus primeros cimientos en ese momento. En el rectorado de Valentín Letelier Madariaga era pensado como una labor para difundir los conocimientos sobre filosofía, literatura, ciencias y artes. Para ello, creó las primeras conferencias para abordar estos temas.
La única invitada mujer fue la educadora en el encuentro de 1907, según expone el sociólogo Matías G. Flores en “El legado feminista de Amanda Labarca a la extensión latinoamericana”. También figuró como la más joven con 21 años y expuso sobre la literatura española contemporánea.
Debido al poco éxito de este tipo de conferencias, Valentín Letelier pidió colaborar con la Asociación de Educación Nacional (AEN), la cual agrupó a docentes por una ley de instrucción primaria obligatoria en el país. Gracias a esta alianza se empezaron a organizar ponencias populares en el Salón de Honor de la Casa Central de la U. de Chile.
Amanda Labarca propuso en 1910 una reforma al programa de la AEN — donde también era parte— y la casa de estudios. Desde su punto de vista, las instancias carecían de sentido pedagógico y planteó desarrollar cursos de extensión que además incluyera a las y los secundarios. Estas permitirían una interacción entre docente-estudiante y alcanzar otros espacios fuera de la institución.
Después ganó una beca de estudios en el extranjero. En Estados Unidos se vinculó con John Dewey, psicólogo y pedagogo cercano a la filosofía pragmática que se reconoce como una corriente extensionista. En ese tiempo también se acercó a las corrientes feministas y estudió en Francia. Así, completó sus posgrados en la Columbia University de New York y en la Sorbonne de París.
De regreso a Chile en 1913 organizó el primer encuentro de extensión con el motivo de compartir sus conocimientos adquiridos en el viaje. La actividad obtuvo mucho interés por lo que realizó varias versiones en distintos lugares del país. Con esa vasta experiencia llegó a la Universidad de Chile en 1922 como profesora extraordinaria de Psicología en el Instituto Pedagógico. Esto le valió el reconocimiento como la primera mujer en asumir una cátedra universitaria en el país y latinoamérica.
El origen de las Escuelas de Temporada
Sin embargo, debió desistir del espacio académico luego de ser exonerada y su esposo exiliado bajo la dictadura de Carlos Ibáñez del Campo. Entonces fungió como directora de un liceo de mujeres. En 1931 volvió a la Casa de Bello como representante en el Consejo Universitario donde se desempeñó durante veinte años. Fue la primera mujer en el Consejo. También en las misiones internacionales para observar las experiencias de otras escuelas para la Escuela de Temporada de la U. de Chile —que en un primer momento ofrecían una serie de cursos durante el verano abiertos a la comunidad—. Panamá, Costa Rica, México y Estados Unidos fueron algunos de los destinos.
Así, las Escuelas de Temporada fueron creadas el 14 de mayor de 1935 por el Consejo. Estas actividades se clasificaron en cuatro ámbitos: de extensión, conocimientos complementarios, para graduados y extranjeros.
Un año después, en 1936, se realizó la primera versión oficial de la Escuela de Temporada con Amanda Labarca como directora, al alero del rectorado de Juvenal Hernández. Con una gran cantidad de participantes mujeres, estas instancias ofrecían cursos de formación general y la introducción a diversos oficios. Para ella, la educación superior era la principal fuente de emancipación de la mujer y el capital financiero.
Hacia 1960 estas iniciativas ya habían tenido presencia en Arica, Iquique, Chuquicamata, Antofagasta, Copiapó, La Serena, Ovalle, Valparaíso, Ancud, Castro, Coyhaique, entre otras ciudades. Algunas de las actividades desarrolladas son las que denominó como misiones culturales, que contemplaron ciclos de conferencias, exhibiciones de películas, entre otros; y bibliotecas móviles, que permanecían durante tres meses con cien volúmenes seleccionados.
No obstante, la organización de estas actividades de extensión pasó por altibajos que se intentaban solucionar en conjunto. “En varias oportunidades se han tratado de que la Universidad mantenga un organismo capaz de dirigir los esfuerzos de todos estos agentes de Extensión Cultural y se han creado Juntas de Extensión con participación de las Directores de cada uno de los departamentos en que se divide. Hasta el momento, no se ha logrado que un consejo de esta especie ordene y regule esa gama anchisima”, describía Amanda Labarca para la Revista Anales de la U. de Chile en 1954. Para esos años, ya era directora del Departamento de Extensión Cultural donde ejerció entre 1949 y 1955.
Durante su paso por la Universidad de Chile, dedicó investigaciones en torno a la educación. Planteó que el problema educativo era también social y económico, sobre todo de acceso. Por ello pensaba en un modelo descentralizado que permitiera su alcance a las zonas rurales a través de nuevos métodos de enseñanza, planes escolares y programas, según se describe en “Ser mujer y educadora. Análisis del discurso educativo de Amanda Labarca, Olga Poblete e Irma Salas entre 1930 y 1950”.
La trascendencia de Amanda Labarca
Más tarde, las Escuelas de Temporada se vieron interrumpidas una vez acaecida la dictadura civil militar. En el año 2015 se retomaron bajo la dirección de la Vicerrectoría de Extensión y Comunicaciones de la Universidad de Chile. Estas ediciones se organizaron junto con otras universidades estatales, instituciones gubernamentales y organizaciones sociales de los territorios visitados, tales como Magallanes, Valparaíso, Chiloé. También se adaptó en formato virtual durante la pandemia por Covid-19.
Desde entonces, se cumplen diez años desde su reedición y noventa desde la iniciativa aprobada en el Consejo Universitario. Bajo el lema “90 años de extensión universitaria que transforma”, se celebrará la versión de 2025 en distintos puntos de Santiago, sedes de la universidad y en la Casa Central del plantel con diversas actividades gratuitas abiertas al público con previa inscripción.