Patricia Huenuqueo asumió en junio como directora del Archivo Nacional luego de casi 30 años en la institución, con la convicción de que debe seguir siendo un espacio abierto para la ciudadanía. "El Archivo Nacional nos convoca a todos, porque en él está la vida de las personas, en su relación con el Estado", explica.
Cuenta que en todo este tiempo ha visto cambios relevantes en la institución. “Cuando llegué todavía existía la visión de que estaba solo para una élite intelectual“, señala. La que fue su coordinadora técnico-normativa entre 2019 y 2025, explica que ahora incluso hay una línea de trabajo con infancias, demostrando así su progresiva apertura.
Cuenta además que este fenómeno tiene una estrecha relación con la promulgación de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública en 2008. “En ella se reconoce el derecho que tenemos todas las personas en preguntar qué actuaciones están teniendo las distintas entidades públicas”, señala.
La institución, que depende del Servicio Nacional de Patrimonio Cultural (SERPAT), que es a su vez parte del Ministerio de Cultura, las Artes y el Patrimonio, también debe responder en cómo generar un mayor acceso a la historia del Estado que está bajo su resguardo. “Recibimos archivos públicos, por lo que debemos también facilitar su disponibilidad, recordando siempre que se mantengan y preserven en buenas condiciones de manera permanente”, detalla.
Ahora como directora tiene entre sus desafíos inmediatos terminar de implementar el Sistema Nacional de Archivos, una reforma que tiene como objetivo descentralizar la custodia documental. “Es la política pública más importante que ha existido en materia de archivo en los últimos casi 100 años”, asegura. Este sistema contará también con los Archivos Regionales, con el fin de ampliar el acceso y la preservación de la memoria local.
Menciona que otra línea de trabajo por desarrollar tiene relación con generar mecanismos para incentivar la adhesión de archivos privados al sistema. “Lo más importante es cómo ponemos en operación este sistema en conjunto. Para mí es un privilegio dirigir a los equipos a cargo de esta instalación, porque muchas generaciones de funcionarios del Archivo Nacional esperaron este momento”, afirma.
Resguardando la memoria
Uno de los grandes desafíos en la vida de Huenuqueo fue coordinar junto a la administradora pública y conservadora de documentos Gina Fuentes, entre 2003 y 2007, el Plan de Gestión de los Archivos de Derechos Humanos inscritos en el Registro Memoria del Mundo (MOW) de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
“Los aprendizajes de esa gestión son para la vida, más allá de lo técnico y laboral”, asegura. Explica que los archivos de ese registro son todos privados, generados por distintas organizaciones durante la dictadura cívico-militar. “Hay una especificidad que tuvimos que descubrir, crear metodologías de trabajo que nos sirvieran para responder a las necesidades que esos archivos tenían”, señala. Y añade: “Esos archivos son la piedra angular sobre la cual han sido posible todos los procesos de memoria y de reparación que han acontecido en el país a partir del año 90”.
Otro de sus anhelos es avanzar en la Ley General de Archivos, estancada por décadas. “Tendremos que esperar el cambio de ciclo político para hacer las gestiones necesarias y llegar con el proyecto al Congreso. Es absolutamente necesario contar con una ley que modernice la función de preservación y acceso a los archivos, sobre todo en el contexto de transformación digital”, afirma. Es urgente avanzar en una ley que regule todo lo que le ocurre a los documentos antes de que eventualmente ingresen al Archivo Nacional. O en caso de que no se vayan a preservar, que también esa eliminación esté justificada”.
Esta nueva normativa buscaría además derogar la Ley 18.771, promulgada en 1989, que autoriza de forma especial a eliminar o mantener los documentos del Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas, además de sus organismos relacionados.
Un camino inesperado
Huenuqueo llegó al Archivo Nacional casi por casualidad. El plan inicial de la licenciada en Humanidades con mención en Historia de la Universidad de Chile, que egresó en 1988, era dedicarse a la investigación académica. "Vine a trabajar al Archivo pensando que sería algo temporal, mientras juntaba dinero para pagar una deuda universitaria y volver a la academia. Nunca imaginé que me quedaría toda una vida", confiesa.
Tras salir de la universidad, trabajó como ayudante de investigación y en cátedras de diferentes universidades. Su vínculo con la Universidad de Chile continuó años después como docente en un diplomado en Estudios Documentales de la Colonia Chilena y otro sobre Archivística.
Destaca el método crítico que adquirió en la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile: “En el segundo año tuvimos un cambio en la malla, en que se agregaron cursos de filosofía, lingüística y literatura. Tuve la oportunidad de acceder a otro ámbito del conocimiento más allá del propio, que era puramente historiográfico”. Y finaliza: “No se trataba de memorizar datos, sino de aprender a pensar con una perspectiva amplia de los problemas y cómo en el análisis uno va encontrando las respuestas que necesita para poder implementar alguna acción. En el ámbito del trabajo ha sido una pieza fundamental dentro de mi trayectoria”.