Medios locales

Aridez informativa: el nuevo desafío del periodismo en Chile

Aridez informativa: el nuevo desafío del periodismo en Chile
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El informe Desiertos de Noticias Locales muestra que el 75% de las comunas del país presenta aridez informativa, es decir, poca o nula producción de noticias locales relevantes.
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“Las comunidades pierden un espacio simbólico de referencia cuando desaparecen los medios locales”, dice Claudia Lagos.
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“Muchos medios locales funcionan con voluntariado y sin periodistas profesionales”, señala Chiara Sáez.

En agosto de este año la Fundación Gabo publicó el informe “Desiertos de noticias locales” en el que a través de un mapa interactivo se puede acceder a las condiciones de los medios y la situación laboral de los periodistas en diferentes países de Latinoamérica. El estudio consideró cinco países, entre ellos Chile, que si bien no presenta mayores amenazas para el ejercicio del periodismo, sí se encuentra con otro problema: el 75% de las comunas del país se encuentran bajo la categoría de aridez informativa, y el 47,5% son directamente desiertos informativos.

Según retrata el informe, fuera de la Región Metropolitana hay poca o nula variedad de medios, y sólo un puñado de comunas cuentan con un ecosistema de medios. El informe destaca que el mayor problema que enfrentan los medios en nuestro país es la falta de financiamiento y la escasa pluralidad, a diferencia de otros lugares de Latinoamérica, donde las amenazas por parte del crimen organizado representan una constante para el ejercicio del periodismo.

Pero, ¿qué significa esto? En datos palpables, los medios de comunicación en gran parte del país son casi inexistentes, o existen, pero son incapaces de producir noticias locales con contenido relevante y de calidad para las comunidades, lo cual deja un vacío informativo que los medios nacionales son incapaces de llenar. Esta situación impacta en el acceso a información de calidad, merma la capacidad de la población para mantenerse informada, lo que a su vez impide el debate público informado, profundiza las brechas sociopolíticas y la exclusión territorial.

Al respecto, la profesora Claudia Lagos hace hincapié en cómo esto afecta a las comunidades: “Pierden un espacio de referencia colectivo simbólico, espacios de representación que no son el matinal de un canal de cobertura nacional o un medio nativo digital con asiento en Santiago. Por más voluntad que pueda tener un medio de cobertura nacional, no tiene equipos en todos los lugares para cubrir lo que está pasando ahí y contarle a otros qué es lo que está pasando”.

Hay un actor que se alza como un punto de resistencia ante esta “aridez informativa”: las radios locales comunitarias. En muchos casos, son los únicos espacios de circulación de información en ciertas localidades; sin embargo, éstas deben enfrentarse a la falta de recursos debido al escaso financiamiento que les impide disponer de medios para producir contenidos variados, o de la capacitación necesaria para producir contenido informativo de calidad. “En Chile muchos medios locales no tienen periodistas profesionales. Muchas veces son locutores que trabajan haciendo una parte un trabajo periodístico, luego hablan también mucho de voluntariado”, afirma la profesora Chiara Sáez.

Además, muchas de estas radios operan en condiciones de precariedad: equipos antiguos que presentan fallas constantes, estudios improvisados en casas o en espacios prestados y que funcionan gracias al trabajo voluntario predominantemente masculino, como retrata el informe Capacidades y Necesidades de Radialistas Comunitarias/os en Chile. El documento también subraya que la programación de estas radios está mayoritariamente en torno a la música, dejando el contenido informativo como algo casi anecdótico.

Nuevas maneras de informarse

Sumado a lo anterior, la irrupción y masificación de las redes sociales ha cambiado la manera en que las personas se relacionan con la información. Plataformas como Facebook, Instagram y WhatsApp se han convertido en apps de uso masivo y en un espacio de difusión y circulación de noticias y contenido comunitario. Según el informe Consumo de Noticias 2025 de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, un 42,3% usa redes sociales como plataforma informativa, siendo Instagram la más utilizada. El mismo informe destaca que las audiencias regionales tienen mayor interés en consumir noticias locales que las audiencias de la Región Metropolitana, lugar donde se concentra la mayor parte de los medios.

Estos nuevos espacios de difusión han abierto puertas para los medios y permitido a los más pequeños contar con nuevos espacios para conectar e intentar entender las preferencias de sus audiencias. También muchos medios, pequeños y grandes, han aprovechado de usar el streaming para tener contenido disponible 24/7 y contar con mayor certeza de su alcance.

Pese a que este fenómeno puede abrir nuevas puertas para la participación ciudadana y fortalecer la comunicación a nivel local, también plantea nuevos retos en cuanto a la calidad de la información, en un momento en que el mundo se enfrenta a tecnologías cada vez más avanzadas, y la velocidad de la difusión de contenido facilita la propagación de desinformación.

Según el informe de Consumo de Noticias, sólo un 44,3% de los encuestados cree poder identificar una noticia creada con inteligencia artificial y la mayoría, un 76,2%, considera que las nuevas tecnologías aumentarán la circulación de noticias falsas.

Esta irrupción y cambio de paradigma ha acrecentado la crisis que los medios vienen sufriendo. “Con los procesos de digitalización se ha precarizado mucho el trabajo del periodismo, en su modelo tradicional de negocios que era a través de la publicidad, porque hoy día muchos medios funcionan de forma digital y su modelo de negocio ya no puede ser la publicidad en el sentido tradicional”, comenta la profesora Chiara Sáez.

Las académicas Claudia Lagos y Chiara Sáez, de igual modo, destacan la necesidad de repensar el sistema mediático desde una perspectiva inclusiva y descentralizadora. Ambas afirman que la solución a la crisis de los medios no es sólo preservar el formato tradicional, sino repensar el cómo se informa e imaginar un ecosistema comunicativo diverso, no sólo para las comunidades sino para las nuevas generaciones. Y concluyen que el papel del Estado es crucial: este debe implementar políticas públicas orientadas a proteger a los medios locales, promover la capacitación profesional y actualizar el marco legal para reconocer la pluralidad de actores que coexisten en el ecosistema comunicativo actual.