La educación pública en el mensaje presidencial

La educación pública en el mensaje presidencial
 Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE)
Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE)

Probablemente anticipando un cambio en las prioridades del sector educación, en su mensaje a la nación, el Presidente Piñera afirmó: "Tal como hicimos la reforma a la educación básica y media, llegó la hora de la educación superior y preescolar". Sin querer discutir la relevancia y urgencia de los cambios en la educación superior, creemos imprescindible enfatizar que la (nueva) reforma a la educación escolar está apenas comenzando, y que en algunos de los asuntos más relevantes no ha empezado aún. Uno de éstos es el fortalecimiento de la educación pública.

No podemos estar más de acuerdo con el Presidente cuando afirma en su mensaje que "la educación pública de excelencia debe llegar a todas las regiones"; sin embargo, entendemos que la responsabilidad del Estado no se reduce a educar competitivamente sólo a "los niños meritorios", como el Presidente califica a los jóvenes que asisten a estos liceos. La educación pública de calidad no puede reducirse a una red de liceos de excelencia académica -de por sí altamente selectiva y de escasa cobertura-, sino que, por el contrario, debe ramificarse hacia todos los sectores geográficos y sociales del país, para constituirse en la columna vertebral del sistema escolar, como lo es en prácticamente todos los países desarrollados.

Afortunadamente, en este primer año se han hecho avances y asumido compromisos importantes en esta materia. El mensaje presidencial era una buena ocasión para proyectarlos y anticipar cómo serán implementados en un futuro cercano. Por ejemplo, este año, el Parlamento aprobó una ley para hacer más eficiente la gestión de los recursos humanos de la educación municipal. Excelente. Sin embargo, eso es sólo un primer paso, porque existe un consenso casi universal en que para hacer de la docencia una profesión de alto estatus en Chile, se requiere dotarla de una nueva carrera docente, la que a su vez conlleva con toda seguridad aumentar el monto de recursos destinados a la educación pública y modificar sus mecanismos de financiamiento, nada de lo cual fue mencionado.

También existe un amplio convencimiento en que el sistema de administración municipal de las escuelas y liceos públicos hace aguas por todas partes. En efecto, el Gobierno está comprometido a enviar una propuesta de cambio en este sentido en septiembre de este año. El mensaje del 21 de mayo era una oportunidad invaluable -pero que fue desaprovechada- para que el Presidente anticipase al país los lineamientos de esa reforma y, sobre todo, para invitar a sumarse a la gran cruzada por la renovación de la educación pública chilena. Se trata, en definitiva, de que la educación pública deje de ser "un problema de los alcaldes" y vuelva a ser una responsabilidad nacional. El peor escenario para un proceso de cambio institucional mayor, como el que se requiere, es que el paciente se agrave durante la cirugía, lo cual podría ocurrir si la responsabilidad por una gestión de calidad de las escuelas y liceos públicos queda por un tiempo en tierra de nadie.

Por último, además de los desafíos mencionados sobre la profesión docente, el financiamiento y la institucionalidad, el fortalecimiento de la educación pública pasa por renovar su base. Parafraseando al Presidente, hacer que existan escuelas públicas de excelencia en todas las comunas del país. Una educación básica de alta calidad, gratuita y no selectiva. Eso es lo que el país necesita. El anunciado programa de apoyo a los mil establecimientos de más baja calidad podría convertirse en un agresivo programa de reestructuración institucional, que dé a estas escuelas un nuevo comienzo, las saque de la cola del sistema y las convierta en el anticipo de la nueva educación pública chilena.