IV.3.6 Maltrato a la Universidad de Chile (La Época, Noviembre de 1996)

"Una reciente declaración de la autoridad de la Universidad de Chile ha puesto de manifiesto que la proporción de recursos fiscales no ha cambiado en favor de nuestra primera casa de estudios. En efecto, el 22.4 por ciento que la Universidad de Chile obtuvo del Estado en 1995 como proporción del aporte fiscal al sistema universitario, no difiere sustancialmente del 21.7 por ciento que percibía en 1990. Es decir, ni la presente Administración Universitaria, ni los Gobiernos de la Concertación, han revertido la situación en que se dejó a la Universidad de Chile como producto de los cambios originados a comienzos de la década de 1980. Pocas esperanzas hay de que esa situación cambie, cuando ni siquiera los representantes de S.E. el Presidente de la República se han hecho presentes en el Consejo Universitario durante casi un año.

Todo lo anterior es materia conocida. La cuestión es que no ha existido un debate de fondo respecto de la política universitaria del Estado, que tienda a cambiar esta situación sobre la base de una estrategia global. La autoridad universitaria ha debido ir "ajustando " el nivel del quehacer a la realidad financiera, sin poder modificar los criterios subyacentes a tal asignación de recursos y sin, por lo mismo, poder cambiar los patrones distributivos internos para mejorar la gestión. Pero lo más grave, es que no ha existido un debate a nivel de la Universidad y del país respecto de los criterios de financiamiento estatal y de la necesaria evaluación de resultados en las universidades que perciben recursos. Más allá de los indicadores porcentuales expuestos por la autoridad universitaria, está la realidad de las exiguas remuneraciones de los académicos de más valor y de las pobres condiciones en que estudian muchos de quienes, además, cancelan derechos de matrícula no despreciables. La protesta estudiantil por este estado de cosas se manifiesta ya en forma visible, y traerá momentos difíciles ante los cuales no se podrá seguir teorizando.

Un país que crece, precisando más investigación científica y tecnológica, necesita entregar una proporción fija del producto interno bruto a esta labor, sobre bases contingentes a resultados. También debe tener una política trascendente de educación superior, que actualmente no existe. Pero debe, sobre todo, contar con un diálogo franco entre autoridades de gobierno y universitarias sobre el diseño, objetivos, calidad y resultados esperados de la gestión de nuestra educación superior".

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