IV.3.9 La competencia universitaria (b) (La Época, Febrero de 1997)

"Se comenta en muchos círculos la ingente competencia que se da en el campo universitario, al existir ,un creciente número de instituciones privadas. ¿Dónde irá a parar todo esto? se preguntan muchos; la respuesta pasa, sistemáticamente, por la idea de que éste es un sistema que está en, evolución y que deberá asentarse más adelante, posiblemente con un menor número de instituciones universitarias.

¿ Qué pasará con los jóvenes en formación o ya formados en instituciones que luego desaparecerán?; ¿quién garantiza efectivamente la calidad de su formación?; ¿cuáles son las normas que efectivamente regulan el funcionamiento del sector privado?

Estas preguntas no han tenido respuestas directas. Existe notoria incertidumbre que afecta a muchos padres.

En Economía acostumbramos a hablar de que la competencia es mejor, ya que el funcionamiento de los mercados asegura una óptima asignación de los recursos. Un supuesto básico en tal respecto, tiene que ver con la posibilidad cierta de que el consumidor tenga acceso a toda la información relevante, y de que exista una verdadera competencia en términos de reglas del juego.

¿Es esto así en el campo universitario? Resulta dudoso, ya que una información completa es casi imposible en materias como futuro profesional, reconocimiento por parte del mercado laboral, posibilidades ciertas de perfeccionamiento académico y profesional. Además, las regulaciones existentes impiden, justamente, la existencia de una verdadera competencia. Por ejemplo, hay universidades privadas tradicionales que reciben recursos del Estado en forma directa, y que están sujetas a normativas esencialmente privadas. Otras, son entidades públicas que reciben (también) recursos del Estado, pero que están sujetas a una estricta normativa que impone reglas públicas.

Asimismo, hay universidades privadas (sin subsidio público), que están sujetas a muy pocas restricciones, particularmente del punto de vista de la tecnología educativa para producir un profesional. Entonces, el esquema competitivo no parece ser un argumento plenamente aplicable, y no se puede asegurar que el esquema vigente nos lleve al mejor resultado posible.

En Economía también se nos enseña que un sistema que no es (idealmente) competitivo, puede ser emulado por medio de una adecuada regulación. En el caso universitario ella tendrá que ver con mecanismos de financiamiento, entrega de recursos contra resultados (a las universidades que reciben subsidios directos) y un mejor control de los procesos y resultados educativos. ¡¡Intervencionista!! gritarán varios. Pero hay que reconocer, la intervención no siempre es ineficiente y es muchas veces necesaria para evitar un mal social que puede ser significativamente mayor".

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