Discurso del Rector de la Universidad de Chile en Ceremonia de Inauguración del Año Académico 2003 y Recepción y Graduación de Becados del Departamento de Medicina del Hospital Clínico U. de Chile.

(Transcripción)

Siempre para el Rector de la Universidad es motivo de mucha satisfacción el estar aquí, porque lo que en este Hospital se hace, le inyecta a uno mucho más de las cosas que ustedes suelen inyectar en sus pacientes. Le inyecta la energía de algo que está en movimiento y en cambio. Le inyecta la energía de un Hospital que, en su componente humano, está vivo, está mirando hacia adelante, está realizando con entusiasmo las cosas que han convocado siempre el espíritu fundacional de esta notable Institución. Por lo tanto, venir acá es casi como hacerse un tratamiento espiritual, porque uno viene acá y renueva muchos de sus compromisos y de sus creencias con la Universidad de Chile. Porque ve en movimiento un Hospital, que no hace mucho se decía que había que venderlo o cerrarlo, y que hoy, muy por el contrario, es un Hospital que es líder. Y no sólo es líder porque es una buena frase publicitaria, sino que es líder de verdad, en lo que corresponde: es líder en medicina, es líder en investigación, es líder en su trabajo académico.

A los estudiantes que se van, ciertamente que es muy importante decirles que de una gran Institución como ésta, nunca nadie se va, porque uno permanece ligado a las grandes instituciones por su esencia, por su compromiso y porque en la Universidad de Chile nadie pasa acá simplemente comprando un servicio. Uno en la Universidad de Chile viene a comprometerse y a teñir su corazón de azul. Y a los estudiantes que llegan, justamente eso: aquí no llegan a comprar simplemente un entrenamiento o una capacitación. Aquí se viene a desarrollar, además de lo profesional, de lo técnico, de lo que corresponde al ámbito de lo que aquí también se hace en lo médico y en lo científico, se viene también a formar vocaciones de servicio. Ese es un mensaje que a mí me ha llegado siempre de todos lados, y que me consta, además, en lo personal, esa tremenda voluntad de entregar, de servir, de tratar a las personas no sólo por lo que traen en los bolsillos, de tratar a las personas porque son personas, y que desgraciadamente, reconozcámoslo, en nuestra sociedad ha ido desapareciendo esa sensación que las personas importan porque son seres humanos y ha empezado a cundir la sensación que las cosas importan sólo porque el mercado así lo dice, el mercado así lo receta y, en definitiva, lo único que vale en uno son las frías cifras que dicen el valor de todo, pero que desgraciadamente no reflejan, con efectividad, el valor de nada.

Es por eso que formarse en una Institución como ésta, sobre todo en este Hospital, donde ustedes llegan al tratamiento con las personas y tienen que ver en ellas sus sufrimientos, sus angustias, también sus esperanzas; pero igualmente en ingeniería, igualmente en agronomía, igualmente en todas nuestras escuelas y nuestras actividades: tratamos de formar personas con un espíritu de servicio al prójimo, de servicio al país, de compromiso real con el ser humano, porque el ser de la Universidad es el humanismo, y es importante recordarlo así. Aquí no se viene a comprar servicio solamente, o como en tantas otras partes que uno entra y sale como una máquina productora de ciertas capacitaciones. Aquí se viene a formar, se viene a estudiar, se viene a trabajar duro, pero sobre todo, también, se viene a formar el corazón de gente que sirve a los demás.

Y es bueno decirlo, este Hospital y nuestra Facultad, como la Universidad toda, han hecho un enorme esfuerzo por salir adelante. Un esfuerzo que está ahí, no sólo en los baños que nos mostró el Prof. Dr. Fodor, sino en cuántos cambios importantes se han ido haciendo, no sólo en apariencias, sino también en la dotación efectiva de instrumental y de equipamiento que permiten trabajar mejor. Ahí está, como un buen ejemplo, nuestro nuevo Servicio de Imagenología que introduce la tecnología de punta en el país. Ahí están las reformas que se han ido haciendo en las estructuras de tantos de los servicios que permiten servir mejor. Eso se ha hecho con el esfuerzo solamente del Hospital. A muchos les causa sorpresa cuando se le dice: "mire, la Universidad de Chile, que es una Universidad estatal y pública, tiene una participación del Estado del 23% en el financiamiento". Y por supuesto, que para cualquiera eso es por definición una institución privada con un subsidio público, no una universidad pública. Pero mayor es la sorpresa cuando se le dice que en este Hospital la participación pública alcanza, aproximadamente, a un 10% de su estructura de ingresos. O sea, esto es, entonces, un Hospital privado, pero que se maneja con una vocación pública y constituye una mezcla extraña, pero que evidentemente nos complica muchas veces para poder hacer las cosas como tenemos que hacerlas, para poder responder efectivamente a nuestros pacientes, a nuestros estudiantes, a la comunidad.

Entonces, permanecemos en un área gris que no ha tenido una definición. Lo hemos dicho reiteradamente: hasta cuándo. Hasta cuándo pertenecemos al grupo de los estatales para las remuneraciones, pero al grupo de los privados para todo lo demás. Hasta cuándo somos una Universidad que tiene, igual que las otras que compiten con nosotros, que hacer todo lo que tienen que hacer ellas -y lo hacemos bien-, pero al final del día se nos pregunta con reglas distintas de las que operan con aquellas otras que compiten con nosotros. Yo no estoy diciendo que las reglas hay que eliminarlas, pero estoy diciendo que por favor clarifiquemos en qué cancha de juego nos estamos moviendo. O sea, que nos digan cuál es el partido que tenemos que jugar, o cuál es el deporte, en realidad, que vamos a practicar. Pero aquí en el país no se ha tomado una decisión. Ninguno de estos Gobiernos ha tomado una decisión. Los políticos no han tomado una decisión respecto de lo que quieren hacer con la Educación Superior, pero particularmente, respecto a lo que es la Universidad de Chile.

Lo hemos dicho más de alguna vez: nosotros hemos salido adelante con mucho esfuerzo. Vayan a recorrer las facultades de la Universidad. La propia Facultad de Medicina, con todos los cambios que allí han ocurrido. La Facultad de Odontología, y pregunten de dónde han salido los recursos. Cuánto ha puesto el Estado, que es nuestro dueño, de la inversión que hemos realizado. Cuánto pone el Estado en lo que realizamos cotidianamente. Y si no es cierto, en verdad, que si no existiese un espíritu de compromiso de los académicos de la Universidad, de su comunidad, para hacer las cosas, esta Universidad seguiría como venía a fines de la década del 80: hundiéndose, para satisfacción de muchos, porque eso les crea mercado a muchos. Y muchos no están contentos con lo que pasa en este Hospital, porque esto tampoco está abriendo los mercados que probablemente abriría para tantos que buscan la pura ganancia con lo que realizan. Y lo digo con mucha transparencia, lo dije también en la inauguración de nuestro año académico, ya es suficiente de jugar un partido que no sabemos cómo se juega. Ya es suficiente de estar en un área gris, en que la Universidad de Chile es pública y estatal para ciertas cosas, pero privada para otras. Ya está bueno que nos jueguen con reglas distintas a aquellas que nos exigen en términos de resultados. Porque unas autoridades dicen: "no lloren más por recursos", y otras dicen: "hacen negociado". Pongámonos de acuerdo.

Yo he dicho, y digo acá, hago cuestión de mi permanencia como Rector de la Universidad de Chile hasta que no se discuta con claridad, con transparencia, y se tomen decisiones respecto a lo que el país y el Estado quiere hacer con nosotros. Hasta que no nos digan efectivamente cuál es el juego que queremos. Eso es lo único que de verdad permite dilucidar todo esto que está pasando, en que hoy aparecemos de acusados. Acusados por qué. Porque para escándalo de "El Mercurio" firmamos contratos. Pero tenemos que firmar tantas cosas para poder sobrevivir. Y créanme, que tantas cosas que miradas con esa mirada de desconfianza, de mala intención, con esa mirada interesada con que hoy se están haciendo las cosas, posiblemente van a encontrar miles de situaciones objetables, cuestionables o, por lo menos, "sospechosas", como "El Mercurio" lo ha dicho, en la Universidad de Chile. Tantos contratos, ha dicho, con el sector público. Si uno fuera mal pensado -dijo una editorial- podría decir que "hay algo raro".

Bueno, esa es la actitud que está primando. Porque todos estos medios de comunicación pertenecen a las universidades de la competencia -en una u otra medida- y nos tenemos que estar defendiendo, por lo tanto, en un área gris que no sabemos realmente cómo está definida. Nosotros no tenemos ningún problema con colaborar con todos los procedimientos, colaborar con la justicia, esclarecer los hechos, investigar todo lo que sea necesario investigar, pero encuentro inaceptable que se juegue con nosotros. Encuentro inaceptable que nos pongan reglas al final del día que no tienen nada que ver con lo que nos han exigido durante el día. Encuentro inaceptable, encuentro inmoral lo que hacen los medios de comunicación con la Universidad de Chile, y también -y no los excluyo- los organismos contralores del país, que no han tenido ni siquiera la gentileza de comunicarle al Rector de la Universidad de Chile, por escrito, qué es lo que está pasando y qué es lo que están denunciando, y el Rector de la Universidad de Chile se tiene que enterar por los diarios de lo que la Contraloría General de la República ha hecho. Aquí hay un frente contra la Universidad, porque esta Universidad molesta. Esta Universidad molesta a tantos por lo que hace y por lo que logra. Molesta tanto que este Hospital todavía está en pie. Molesta tanto que a la Facultad de Ingeniería le vaya bien. Molesta tanto que el Instituto de Tecnología de Alimentos siga adelante y creciendo. Molesta, porque eso hace desaparecer tantos mercados interesantes que podrían estar mucho mejor en manos más efectivas, sin por éstos que están siempre llorando por recursos o haciendo negociados extraños.

Yo vuelvo a decir, hago cuestión de mi permanencia en este cargo, pero yo no acepto que se siga jugando así con la Universidad de Chile. Y lo quiero decir acá, porque lo estoy diciendo en todas las escuelas donde me han invitado a participar. No quiero aparecer en los diarios, ni en los canales, porque ellos interpretarán estas cosas a su manera. Hay intereses de todo tipo que se juegan y hay partidos mayores o ligas mayores que se juegan en política: yo no estoy en ese juego. Yo estoy en el juego universitario. Por eso lo he querido decir acá, en la inauguración de este año académico, para que tengamos todos muy claro que aquí, como Universidad, seguiremos sosteniendo el compromiso de avanzar. Ese es el compromiso del Consejo Universitario también. Es el compromiso de cada uno de los decanos y de las personas que dirigen las instituciones mayores de la Universidad, y es obviamente el compromiso del Rector, el seguir avanzando, el clarificar todo lo que haya que clarificar. Combatiremos con toda fuerza estas actitudes inmorales que son un ataque contra la Universidad, que tiene justificación por la historia, por los valores y por el éxito en tantos campos.

Yo por eso quiero, en la inauguración de este año académico en el Hospital, que es un símbolo de lo que ha logrado hacer el esfuerzo de la propia Universidad por salir adelante, por mantener su estándar académico, por mantener su compromiso y su vocación pública, decir que no olvidemos que respecto de la Universidad de Chile, uno de sus méritos es ser siempre sujeto de ataque, porque la Universidad de Chile importa... importa mucho. Y al final del día, que quizás tiene tantas desolaciones, a veces tantas presiones y tantos cuestionamientos, queda ese sentimiento de satisfacción, porque, como ya lo dijo Cervantes, es porque uno está cabalgando y hay que dejar que los perros ladren.

Muchas gracias.

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