Charla del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Seminario "Ley de Financiamiento de la Educación Superior"

Yo creo que este tema de Financiamiento de la Educación Superior tiene varias aristas complejas que se vienen arrastrando por lo menos 20 años, que han venido creciendo en significancia y por lo tanto, también, multiplicando los efectos negativos que tienen políticas no definidas o políticas mal definidas sobre el funcionamiento del sistema.

Quiero hacer dos comentarios iniciales. A mí me sorprende tremendamente que con todo esto que ha estado ocurriendo con la protesta de los estudiantes, que yo he dicho y lo digo ahora, tiene un fundamento, un trasfondo, no es que se les haya ocurrido que hay un problema que no exista. Hay un problema y hay por lo tanto, un sentimiento de insatisfacción por un problema no resuelto, a pesar de todo esto que ha estado en los periódicos, que se ha informado de todos estos eventos, no ha existido ni una sola palabra por parte del mundo político, ni una, tampoco, ni de los candidatos presidenciales.

Que ocurra un terremoto en el norte y al día siguiente están allá, o que ocurra cualquier evento que es un poquito más mediático y están ahí, pero sobre esto, ni una sola palabra, ni siquiera para decir, aquí hay un problema, esto hay que abordarlo, o cuáles o tales serán las ideas, los lineamientos, para los próximos años. Eso me parece tremendamente preocupante, porque nos garantiza un poco más de lo mismo.

Y lo segundo, es también decir, yo creo que se han hecho muchos esfuerzos; yo creo que se ha tratado de ordenar cosas en materia de financiamiento de políticas de educación superior. Pero yo debo declarar mi insatisfacción respecto de lo que se ha logrado hacer particularmente en esta administración de gobierno, que todos asumimos iba hacer aquella que iba a poner más énfasis en los temas de educación superior, pero no ha sido así.

Yo sé que hay otras prioridades, eso es evidente, la educación básica es un gran problema, la situación de la evaluación docente es un gran problema, la situación de la media también es otro gran problema, del punto de vista de la configuración de los programas, de todas las cosas que hay que revisar, en el sentido de contenido y calidad. Pero la educación superior ha quedado un poco dejada a las manos del mercado, así visto por algunos, o simplemente ha sido dejada, de nuevo a la expectativa de que es lo que puede seguir sucediendo con el tema del financiamiento fiscal, creo que ese es el marco. Y por lo tanto, un marco que nos pone en una situación crítica, que yo estimo necesita definiciones de lineamientos políticos fundamentales que no han existido.

En nuestro país existen 3 tipos de universidades: Uno, las universidades estatales, que por definición, que como son del Estado teóricamente, deberían tener algunas políticas de financiamiento y, por lo tanto, el gobierno algo tiene que ver con su administración, su gestión, su financiamiento. Segundo, existen universidades privadas sin fines de lucro y existe una tercera categoría que son las universidades privadas con fines de lucro. Ahora todos sabemos que de acuerdo a la ley no hay lucro, pero todos sabemos que al final del día, no cierto, el lucro es una cosa bastante difícil de definir. No hay nada absolutamente inmoral, en alguien que dice, mire yo tengo una universidad y de esta universidad yo saco una rentabilidad que distribuyo entre los que pusieron los recursos, para sacarla adelante Eso es totalmente legítimo en mi opinión, pero hoy día en Chile no tenemos transparencia para definir este esquema.

Entonces, existe un esquema en que hablamos de las universidades tradicionales o del Consejo de Rectores, que ya mezcla instituciones que tienen distinto sentido, digamos del punto de vista de país. Yo no estoy diciendo con esto que las instituciones privadas del Consejo de Rectores sean excluidas, nada por estilo. Pero creo que hay una regla, una orientación, que debe diferenciar a las universidades del Estado de las privadas, por lo menos las que están en el Consejo y del punto de vista de la política pública.

Como esto no se ha hecho así, entonces ha subsistido un sistema de financiamiento que viene de los años 60, cuando el Consejo de Rectores sí tenía un sentido, que era las ocho universidades que existían en el país. Pero, esas ocho se multiplicaron posteriormente a las 25 que son hoy día, pero básicamente se siguió con el mismo esquema de financiamiento de los años 60, que era un aporte directo del Estado. ¿Basadas en qué? En la tradición, en lo que venía de antes y en la innovación que se hace el año 81, en condiciones políticas e institucionales que todos sabemos cuales fueron, en que se define, el aporte fiscal directo a cada una de estas instituciones y la entrega del aporte fiscal indirecto para premiar la capacidad de las instituciones para atraer buenos puntajes.

Y desde el año 81 en adelante el reajuste que va experimentando el aporte fiscal directo es la multiplicación del presupuesto del año anterior por uno más, un factor que todos los años se determina en la ley de presupuesto. La ley de presupuesto no es instrumento de política educacionales, es un instrumento financiero y por lo tanto, lo que de ahí sale es simplemente una norma, rígida y aritmética, de reajuste, más una revisión del 5% anual del aporte fiscal directo con reglas que son bastante inconsistentes, y que nosotros hemos criticado sistemáticamente, y que necesitan también ser revisadas.

Desde luego hay otros financiamientos que el Estado pone en el sector universitario. Desde luego está el financiamiento por proyectos de investigación y por todas las líneas competitivas que vienen esencialmente de Conicyt y que tiene que ver con financiamiento de la investigación, del posgrado, y eso está muy bien, porque eso, naturalmente, premia el esfuerzo que hacen las instituciones, para tener buenos proyectos, tener capital humano para poder sacar los proyectos, pero todos también sabemos que ese financiamiento es insuficiente para sostener un aparato de investigación en el país, y porque además, la política ha privilegiado lo que se llama la competencia y no la colaboración.

Yo creo que competir es muy bueno, pero colaborar también es muy bueno, y muchas veces hay una gran ineficiencia en el sistema, porque tenemos equipos pequeños, que compiten con otros equipos pequeños en áreas que son tremendamente importantes para el país. Es decir, hay un problema de diseño, pero al mismo tiempo hay un problema de recursos porque todos sabemos cuando el país pone 0,7% del producto interno bruto en investigación, eso es un tercio con lo que ponen países con los cuales nos queremos comparar en otras cosas y la investigación es importante, obviamente para todos los propósitos de crecimiento. Entonces, esto ha inhibido el desarrollo del aparato científico-tecnológico en el sistema universitario. Y por tanto, junto a las otras reglas que existen del financiamiento, se crea un problema que ha ido arrastrando una crisis permanente y esa crisis se manifiesta de muchas maneras. Las universidades tienen problemas para poder sostener esos cuerpos académicos, para sostener sus programas; los buenos académicos empiezan a irse, está desde luego el sector privado. Varios otros tratan de raptar profesores de las universidades como la nuestra y ciertamente eso va causando un sentimiento de abandono que va profundizando esta crisis que vivimos producto de la falta de definiciones apropiadas, y creo que las definiciones apropiadas hay que realizarlas a partir de esta división en tres cuerpos del sistema universitario, que debe tener, por lo tanto, instrumentos distintos de financiamiento.

La Universidad de Chile es una universidad del Estado; así lo dicen todos los documentos y así lo confiesa también nuestro propio estatuto y el nuevo proyecto de estatuto; somos una universidad estatal. Pero esta universidad estatal recibe un 14 % de su presupuesto como aporte fiscal directo, y si a eso de sumamos el AFI, es un poco más del 20 % y si le sumamos todo, o sea le sumamos también los proyectos de investigación que tenemos que ir a competir por ellos -nadie nos da los proyectos o los recursos así directamente- si tenemos que sumar las donaciones para las cuales tenemos que hacer el trabajo para traer las donaciones y que llegue. Si sumamos todo, todo, todo eso, el total de recursos estatales en esta universidad del Estado es de 35 %.

Entonces, la pregunta es qué tipo de universidad estatal somos, si en realidad, nuestra estructura de financiamiento es 80 % privada, y si queremos 65 % privada, de hecho, entonces esta es una pregunta que no ha sido resuelta, no ha tenido respuesta y como uno debe creer en el tema de los incentivos, entonces periódicamente esta universidad tiene que revisar sus incentivos; para ver si lo que tenemos que hacer hoy, esta semana, este mes o este año, es más privado o público, del punto de vista, no es cierto, de los recursos que respaldan nuestro trabajo.

Y por lo tanto, eso lleva este problema de financiamiento no solo a la crisis de que faltan recursos para hacer las cosas, sino que también lo lleva uno a una especie de crisis existencial, porque uno quiere saber, qué es lo que tiene que hacer en definitiva, o sea que debe responder más y esto muchas veces tiene que ver con problemas que son, yo diría, no triviales. Por qué nuestra investigación, en las áreas que corresponde, está más centrada en Alzheimer y no en pediculosis; que es un problema nacional, real, de los niños pobres del país, bueno porque nadie financia temas en pediculosis. Además, que eso no publica bonito, digamos, y lo otro, si publica bonito en los estándares internacionales, entonces qué tipo de universidad de Estado somos, si las prioridades nacionales, las prioridades de Estado no están, por definición, número uno en nuestra agenda. Uno dice claro, oblíguelos usted Rector, o usted Decano a que hagan eso, no pero aquí hay un tema de las condiciones reales, de los incentivos reales, que es lo que está primando y que tiene que ver con las reglas del financiamiento.

El segundo tema tiene que ver con el tema estudiantil. El sistema universitario chileno ha crecido de unos cien mil a unos 400 mil estudiantes y eso es conocido y muy reconocido por las autoridades, y se dice que van a ver 600 mil estudiantes y que para el año 2010 probablemente, vamos a estar en 800 mil y alguien ha llegado a mencionar un millón de estudiantes. Y por lo tanto, la tasa de cobertura ha crecido significativamente y la ambición es que se parezca a la tasa de cobertura de cerca de la mitad de la población entre 18 y 24 años que tienen los países de la OSD. Nosotros todavía no alcanzamos eso y estábamos muy lejos de eso. Bueno, y la pregunta es, bueno, quien paga por esa cuestión.

Ahora la visión simplista es que los estudiantes paguen, si aquí hay un retorno privado y ahí están los cálculos que han hecho varios, en que mal entendidamente, por lo demás, desde el punto de vista económico, se dice el retorno financiero de la inversión de un estudiante universitario es alrededor de un 20 %.

Y por tanto, como los estudiantes van a salir, comparando lo que habrían ganado como egresados de la enseñanza media, versus lo que están ganando como profesionales. Entonces, digamos ellos debieran de estar dispuestos a pagar por esa inversión. Yo discrepo de esa interpretación simplista, también de los retornos económicos; yo he escrito sobre esa materia e investigado sobre esa materia, tengo estudios empíricos sobre esa materia, es una cosa que yo la conozco bien, creo que esas estimaciones en primer lugar están malas. Y en segundo lugar, no están en el fondo del asunto porque lo que a nosotros nos interesa es el retorno social de las inversiones en Educación Superior. Y créanme que el retorno social, es mucho más que el 20 %, creo que el retorno privado es mucho menos que el 20 %, especialmente cuando uno considera temas que no se consideran en los estudios empíricos por distintas razones; como el subempleo de profesionales y el desempleo de profesionales y por lo tanto, eso baja rotundamente estos marcadores y además, que no se consideran los costos directos, en ese tipo de calculo. Eso da para un comentario mucho más en la parte técnica; yo creo que ese retorno privado es mucho menos, y el retorno social es mucho más, y el grado de subsidio y en eso debiera estar de acuerdo cualquier economista, debe estar justamente en la diferencia entre el retorno social y el retorno privado.

Y creo que hemos fallado en eso, creo que hemos desconocido un hecho, que hoy día debe resultar muy claro. Este es un país que tiene 5 mil a 6 mil dólares per cápita; todos sabemos que ese per cápita está bastante mal distribuido, y todos también sabemos que el costo promedio de estudiar en una universidad hoy día, si tomamos un promedio de los promedios debe estar por ahí por los dos millones de pesos al año, o sea debe estar por ahí por los 3 mil dólares.

Estados Unidos, que es un país de 30 mil dólares per cápita, no tiene como arancel promedio 15 mil dólares en el sistema, particularmente en el sistema de universidades estatales. En Europa, las universidades tienen un grado de aranceles, que es bastante menor que el costo total, porque el Estado se hace responsable, lo mismo en Japón, lo mismo en Israel. De manera que la experiencia internacional nos favorece. Este modelo de vaya y compre y pague el bienestar que le produce lo que usted está comprando; creo que eso es un modelo simplista. Y por lo tanto, eso vuelve a la pregunta original, como somos entonces capaces como país de financiar un sistema, que por otro lado, está creciendo enormemente y todos decimos que bueno que crezca y que se produzcan mil abogados al año y fantástico que hayan mil periodistas más al año, pero cómo financiamos esa cuestión. Además, de los otros problemas que tienen que ver con el crecimiento, que no voy tocar y que hemos discutido ya en innumerables oportunidades, respecto a cómo, no sé si la expresión correcta es cómo se regula el sistema, o como se auto regula el sistema, pero aquí hay algo que está fallando, esto no es una panadería. Cuando el panadero sobre produce pan, lo único que pasa al final del día es que no vende el pan y al día siguiente produce menos y entonces se ajusta el mercado. Pero cuando las universidades están sobre produciendo, esta cuestión es una información que toma tiempo de adquirir y la pregunta es cómo propiciamos un modelo en que esa información vaya de una manera más expedita a la toma de decisiones.

Pero también está este problema de financiamiento, en que hemos descubierto esta formula del Fondo de Crédito Solidario, que a mí me parece una fórmula adecuada, pertinente. Pero creo que tiene dos fallas centrales y que hay que pensarlas de un punto de vista de país.

En primer lugar, hasta cuándo podemos sostener un fondo de crédito solidario que es solamente para este grupo de 25 universidades del Consejo de Rectores, que están definidas solamente por su existencia previa al año 81. O sea, que realmente justifica entonces que un estudiante pobre, que va a la Padre Hurtado, no tenga ayuda para poder financiar sus estudios, o sea cómo justificamos o cómo entendemos eso.

Yo creo que tenemos que discutir la regla. A lo mejor la regla es que universidades que tienen fines de lucro, no deben tener asistencia del Estado para los estudiantes, porque eso contribuye al lucro de las instituciones, y aquellas que no, y entonces tendríamos que ver una normativa de cómo definimos lucro, y de cómo definimos una normativa que regule este comportamiento del sector privado que hasta ahora es irregulado.

Pero, en segundo lugar, es obviamente inconsistente que las reglas que dominan el Fondo de Crédito Solidario no hayan sido revisadas nunca, y ya lleven 20 y tantos años funcionando, acarreando una crisis permanente, y no es sólo una crisis del total de recursos, que la hay. El Consejo de Rectores estima que para los próximos años necesitamos un fondo de alrededor de unos 180 mil millones, que hoy día no están, simplemente para cubrir lo que hoy día es el sistema, y para cubrir las necesidades del sistema.

¿En qué se extrovierte este problema del Fondo de Crédito Solidario? Primero, que los límites de pobreza son extraordinariamente pobres, bajos, limitados y por lo tanto, uno se da cuenta de que sobre esta línea de pobreza queda una gran cantidad de gente que no puede pagar la universidad, y todos hemos dicho, es la clase media. Efectivamente, un profesor de la Universidad de Chile, yo conozco muchos casos, no puede pagar dos matrículas universitarias con lo que gana y no tiene Crédito Universitario por lo que gana. O sea ese es el típico ejemplo de la inconsistencia, de la regla que tiene que revisarse y hay también inconsistencia de administración, tampoco es posible seguir sosteniendo de que cada universidad administra su fondo.

Y por lo tanto, cada universidad tiene que tener una especie de agencia financiera para manejar esta parte, que es tremendamente complicada, porque uno no puede tener a una universidad dedicada al negocio de la cobranza, al negocio de colocar el crédito y de cobrar el crédito. Eso está, en todas partes del mundo, donde este tipo de sistemas existe, eso está fuera de las universidades, y yo siempre he alegado por la necesidad de un ente estatal que se preocupe de este problema. Esa regla tampoco ha sido revisada, tampoco ha sido revisada la regla de recuperabilidad, que es inconsistente, porque como está diseñada, obliga a que el fondo esté siempre desfinanciado, o sea, siempre sé esté recogiendo 40 % menos de lo que se debe recoger, es decir, está mal diseñado.

Y además, yo creo que el Estado necesita instrumentos que explíciten una política de Estado respecto al financiamiento estudiantil. A qué me refiero con esto, a que el Estado debiese tener un instrumento que le permita decir: mire yo a los estudiantes de pedagogía les voy a dar un crédito; a 0 % de retorno, a 1 % de retorno, a 50 % de retorno, a lo que estime que sea, en cambio a los de Derecho no, y lo digo con mucho respeto. Por qué, porque el Estado puede tener perfectamente un juicio de que lo que necesita más un país y es evidente que el Estado tiene que explicitar una política sobre esto.

Debiese ser más importante para el Estado, en algunas regiones del país, sobretodo en las regiones extremas, tener una política que sustente mayormente la formación universitaria. Es un tema de país, es un tema de seguridad nacional, es un tema de todo lo que ustedes quieran. Bueno, el Estado no puede tener una regla pareja en mi opinión, yo sé que la receta siempre en política económica es como una regla pareja, pero creo que también hay cosas que no hay que tener reglas parejas, y ésta es una de ella, porque no da lo mismo para el país; la pedagogía, o la biotecnología, o el derecho, o el periodismo. Yo creo que hay prioridades distintas y obviamente también condiciones distintas, del punto de vista de lo que sucede en el mercado profesional de cada una de estas áreas.

Entonces, creo con respecto al Fondo de Crédito Solidario, que no han existido revisiones. Yo no culpo de esto al Ministerio de Educación; yo creo que esto necesita una definición política mayor, de país, y ahí no veo el pronunciamiento, como comenté al comienzo, de quienes se supone que son los que orientan las grandes discusiones sobre temas nacionales. Este es un gran tema nacional y desde luego, lo dice el tema, no cierto, del financiamiento, que debe ser paralelo al Crédito Universitario, porque los que tenemos experiencia en administración de universidades y yo he sido director de departamento, director de escuela, decano y ahora Rector, sabemos más o menos cómo funciona. Esto para mí no es una novedad, cuando me dicen que hay estudiantes que tienen crédito, pero resulta que les va pésimo en la universidad, y por qué les va mal a esos estudiantes. Bueno, les va mal porque resulta que el Crédito les paga la universidad, pero no tienen plata para la micro, o resulta que no tienen plata para comer en la casa, llegan a clase y no han tomado nunca una taza de té y un pan en la mañana, no tienen plata para comprar libros y si estudian arquitectura no tienen plata para comprarse una escuadra.

Entonces, cómo podemos pretender que el uso del Crédito Solidario sea selectivo y eficiente, si además no tiene un sentido realmente solidario. Y esto necesita por lo tanto, un sistema de becas, de respaldos para los estudiantes de menores recursos, que los hay, y que llegan con esfuerzo a la universidad. Esta universidad recibe una gran cantidad de estudiantes de escasos recursos; 30 % de nuestros estudiantes vienen del sistema municipal, otro 30 % viene del sistema particular subvencionado y créanme que dentro de ese conjunto, que son el 60 % de estudiantes de nuestra universidad, la mitad son estudiantes, con necesidades reales, que tienen que ver con toda esta dimensión que para algunos no importa. Pero es que importa de verdad, si un estudiante no tiene con que comer, que vive hacinado, pero resulta que de alguna parte obtuvo neuronas capaces para convertirse; en un médico, en un ingeniero y no le estamos dando la oportunidad para que así sea.

Entonces, creo que aquí hay un problema grave que tiene que ver con el real sentido de solidaridad y de efectividad del gasto en educación superior, que es un montón de plata. Pero yo creo que, no sólo hay necesidad de recursos en comparación con lo que queremos lograr en materia de cobertura, sino que también respecto al sentido real, que tiene que adquirir respaldo. Yo no me siento contento cuando la gran cantidad de nuestros estudiantes obtienen Crédito Solidario, porque sé que eso no cubre la realidad, la verdad de sus hogares, de sus ambiciones, del punto de vista personal y posteriormente profesional.

De manera que yo no creo en un arancel diferenciado, en el sentido de que a la entrada diga, bueno usted paga, y usted no paga. A mí me parece que para eso hay que tener un ejército de gente discriminando si uno u otro. Esa experiencia ya la tuvimos, y yo creo que de esa experiencia se sacan lecciones que no son útiles. Por lo demás, si uno entonces puede tener una regla gruesa y decir usted paga, usted no paga y por ejemplo esa regla gruesa diga, los tres quintiles más pobres no pagan y los otros dos pagan, como a esos otros dos no les podemos cobrar 5 veces el arancel, que le habríamos cobrado sin esta regla, obviamente van a pagar lo que tienen que pagar eventualmente, entonces eso cuesta alrededor de 300 mil millones, de acuerdo a mis estimaciones. 300 mil millones, bueno, es plata que no está nomás, ya dije que necesitábamos más o menos 180 mil millones de Crédito.

Entonces, la pregunta es, cuál es la decisión política para financiar eso, en primer lugar, y en segundo lugar, cómo digo la regla, no es una regla totalmente consistente o fácil de aplicar. Yo sé que estas cosas requieren mucho más discusión y yo creo que eso es lo que se está haciendo, digamos con el Ministerio de Educación, discutir, no es cierto, cuáles son las alternativas en torno a un tema que es tan delicado y tan importante.

Yo creo que la diferenciación viene por el lado de asignar bien el Crédito Solidario, viene por el lado de ponerle más recursos al Crédito Solidario y mejorar sus reglas, y viene por el lado de crear un sistema de becas que efectivamente se concentre en los estudiantes de menores recursos. Me parece a mí que es el equivalente a tener un arancel diferenciado que de otra manera como con todas las reglas que uno crea, digamos para discriminar, siempre tiene posibilidades de que no discrimine adecuadamente, y termine como terminó, 30 años atrás o 40 años atrás, con una regla que simplemente no discriminaba. O sea nadie pagaba la Universidad a pesar de que existía teóricamente un arancel diferenciado.

Porque al final del día las razones para no pagar, por ejemplo, es que yo tengo 4 hijos y los 4 están en la universidad, no me alcanza, no. Ahí hay una regla, que puede obviamente llevar subsidio a sectores que no queremos en teoría subsidiar, pero que en la práctica es difícil de discriminar. Ese es un tema abierto, pero yo creo que el tema global de financiamiento estudiantil, es un tema entonces no abordado, es un tema que todos los años se divide en dos partes.

Uno, escenario de los meses mayo y junio en que hay protestas, tomas y que posteriormente se crean algunas mesas que posteriormente se diluyen, y eso llega más o menos, por ahí hasta por agosto. Etapa dos, más o menos, parte esto en agosto y septiembre y culmina en noviembre, cuando se discute el presupuesto y ahí no hay gritos, no hay tomas, no hay carteles. Pero ahí en Teatinos se decide cuál es el presupuesto, cómo se asignan los recursos, posteriormente se aprueban en el Congreso y a uno le comunican por el diario, por el correo, cuántos recursos tiene el próximo año para el Fondo del Crédito Solidario, claramente, no podemos seguir así.

Esto necesita tener una definición política, que parta, como se dice en Chile, desde arriba, en que hayan efectivos compromisos políticos con esto y en que no sigamos repitiendo, que bueno que haya un millón de estudiantes, pero que nadie pregunte de donde vamos a sacar la plata para que ese millón de estudiantes tenga, adecuado financiamiento.

Un último comentario respecto a la Ley de Financiamiento, recientemente aprobada por el Congreso. Uno, eso no soluciona los problemas que tenemos, y que tienen que ver con la cuestión socioeconómica, y eso eventualmente soluciona el problema de grupo de altos ingresos o de relativamente altos ingresos para este país, que necesitan un mecanismo financiero para poder mandar su hijo a la universidad, pero eso no soluciona el problema del 80 %, de los estudiantes de nuestra realidad, o sea, los estudiantes han dicho, y estoy de acuerdo con ello, cómo es posible que esta Ley premie el ahorro previo, cuando sabemos de que la clase media y los más pobres viven al borde del endeudamiento caótico.

Entonces, aquí estamos diciendo usted tiene que ahorrar, y sobre esa base lo vamos a financiar, o sea, no es consistente. Cómo es posible que se diga en esa Ley que las universidades van ser los garantes de estas deudas durante el primer, segundo y tercer año en distintas proporciones. O sea eso me obligaría a mí, a ir a buscar a los estudiantes a la casa, por favor vengan a dar las pruebas porque o si no yo voy a tener que devolver la plata que él, eventualmente, comprometió; eso además, nos pone en situación crítica como universidad del Estado, que tenemos que ser garante de un compromiso privado.

Nosotros hicimos un reclamo de inconstitucionalidad, que no fue atendido respecto a ese punto, entre otros. O sea, siento que esta Ley va a atender problemas marginales, y yo entiendo que eso va servir para muchas universidades privadas que atienden grupos de relativamente altos ingresos. Puede servir en otros ámbitos pero creo que no soluciona el problema de financiamiento estudiantil. Yo sinceramente creo que el tema de financiamiento estudiantil tiene que con estudiar cómo mejoramos el sistema de la solidaridad a los estudiantes en necesidad, y cómo mejorar la asignación de Crédito Universitario y las políticas de Crédito Universitario que nos han dominado ya por varios años y hoy día de nuevo de una manera bastante inconsistente.

Por lo tanto, como ustedes ven, creo que tenemos más problemas de más, en este tema de Educación Superior. Me preocupa, y vuelvo a decirlo, que durante este gobierno estos temas no hayan sido abordados; yo sé que ha habido esfuerzo, yo sé que sé ha puesto un poco más de plata en investigación; yo sé que se ha puesto un poco más de plata para el Fondo de Crédito Solidario, sé que se ha hecho un esfuerzo para mejorar la recuperación de Crédito Solidario, pero no hemos mejorado nada en políticas. Pero yo no he visto, como digo, frente a todo esto que ha ocurrido que alguien diga algo, que uno puede no estar de acuerdo, pero que diga algo, respecto de un problema que es tan crucial, tan fundamental para el país y para el desarrollo del sistema universitario.

Si dejamos esto así y seguimos pateando la pelota, nada más que lo que se ha hecho en las últimas décadas, vamos a tener un sistema de calidad deteriorada permanentemente, porque además, creamos reglas como esta nueva Ley de Financiamiento Estudiantil, que lo que hace es obligarnos a bajar la calidad de la docencia para que todos los estudiantes pasen luego los cursos y no se vaya a retirar nadie, por favor, porque o si no voy a tener que hacer yo el cheque, digamos al Banco del Desarrollo o al Banco no sé cuanto, donde pidieron los recursos, no. Eso es un incentivo a la mediocridad y como es también un incentivo a la mediocridad que el país no siga invirtiendo adecuadamente en lo que tiene que hacer en investigación, en investigación y desarrollo, en creación artística, etc.

De manera que yo creo que estas discusiones son importantes, yo creo que estas discusiones debieran ser productivas, pero creo que nuestro auditorio allá afuera no está muy consciente de estas cosas; yo creo que mientras no tengamos un diálogo con quienes son los que toman las decisiones, estas discusiones van a ser muy interesantes entre nosotros.

Creo que tomarse la Casa Central, también, es una cosa muy interesante, pero que no le importa absolutamente a nadie, porque ustedes no vieron a ninguna figura política del país que siquiera dijera “mire, esto me preocupa”. Lo único que hemos hecho con esta acción es darle todavía un poquito más de espacio a las universidades privadas. Hicimos una encuesta, digamos en estos días. Cuál es el impacto que había tenido. Bueno, un 66% de los estudiantes que habrían postulado a la Universidad de Chile, según esa encuesta no lo van hacer ahora, porque esto es el desorden, el caos. El marxismo de vuelta, todas estas cosas digamos que, de una manera u otra, se ponen dentro de las carteleras, no es cierto, no entienden el tema como lo entendemos nosotros, que son debates internos en que a veces no nos gusta la manera en que se llevan a cabo, pero son debates internos.

Yo creo que aquí debiese haber un pronunciamiento; nosotros estamos trabajando para organizar un encuentro de universidad. Eso es uno de los acuerdos con la Federación de Estudiantes, respecto a estas materias. La universidad ha tenido un pronunciamiento sobre estas materias. Yo creo que simplemente la universidad no ha sido escuchada y temo que no va hacer escuchada.

Pero como tenemos que insistir en estas materias, tenemos que reseñar los problemas que esto nos acarrea no sólo a nosotros que nos acarrea al sistema. Nosotros tenemos que ocuparnos del sistema también, somos la Universidad de Chile; nosotros no somos una universidad marginal, somos la primera universidad del país; tenemos que preocuparnos del sistema, particularmente del sistema de las universidades estatales y creo, que nuestros planteamientos debieran trascender al problema puntual de la Chile, así lo he entendido yo de parte de los estudiantes, y eso me alegra mucho, porque el tema es mucho más trascendente e importante. Creo que se ha abordado con una superficialidad que solo es digna del tipo de política de este país.

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