Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Inauguración de los Nuevos Servicios de Semda.

La Universidad de Chile, sin duda, es una gran institución. Miren ustedes todos los rankings académicos, varios hechos con intenciones, pero ni aún así, pueden dejar de reconocer que la Universidad de Chile es la institución de mayor jerarquía académica en el país. Miren ustedes los rankings internacionales, donde unánimemente todos ellos ponen a la Universidad de Chile, como la única universidad, o la primera universidad del país muy lejos de su competencia. Miren lo que hacen nuestros académicos, destacados todos ellos con sus publicaciones y su actividad en todo el mundo. Miren nuestra asociación con el resto del mundo, con las universidades más relevantes, miren ustedes nuestra vocación de desarrollo profesional, que año a año, selecciona los mejores estudiantes del país en las distintas carreras. Miren ustedes como los conducimos, ahora con mucho mayor y fuerte énfasis en el posgrado, donde la Universidad de Chile, por cierto, es la primera universidad en la formación de doctorados y en programas de magíster.

Esta es una universidad sólida, una universidad que se ha ido construyendo en el tiempo a pesar de los cambios no saludables, ni amistosos, en la política educacional y menos aún en la política económica. Las universidades hoy son concebidas en el marco de esa política como un supermercado, cuyo éxito dependerá de la propaganda que hacen en los microbuses o en las aceras, cuyos funcionarios son efectivamente eso, funcionarios que hoy día entran y salen, sin tener una carrera académica, ni un reconocimiento, ni tampoco una jerarquización. Y en donde los estudiantes son clientes, que pasan por las estanterías y pueden sacar uno u otro producto, dependiendo de los precios, dependiendo de la mala información que tienen sus alumnos. Nosotros no compartimos esa política, y queremos que esta siga siendo una universidad nacional y pública. Nacional por su compromiso con los temas del país y pública por su vocación pública y su esencia de universidad estatal, y hemos luchado para que eso así sea.

En estos días se va decretar el nuevo estatuto de la Universidad de Chile, y ha sido el producto de un trabajo largo y responsable de la comunidad universitaria. Ese estatuto nos reafirma como una institución con vocación nacional y pública, con una misión apegada a la tradición histórica de la Universidad de Chile, y junto con él habrá cambios importantes en la política, en los lineamientos, respecto al financiamiento, a la conformación y a la acreditación del sistema universitario. Por eso creemos que a partir de ahora entramos a una nueva universidad. Una nueva universidad que estará regida por sus nuevos estatutos, con un cambio en las lógicas internas de funcionamiento, una nueva universidad con nuevos fundamentos en términos de su investigación y del financiamiento de la misma, sobre todo la aplicada. Una nueva universidad porque hay un nuevo sistema de financiamiento estudiantil, que representa oportunidades y amenazas para la institución, una nueva universidad porque hoy por fin entramos en un sistema en el cual la universidad tiene que dar cuenta pública de sus actos, a cambio de los recursos que recibe. Una nueva universidad porque hemos logrado empujar con un sistema de acreditación que efectivamente, ponga al supermercado donde debe estar el supermercado y a las universidades donde debemos estar las universidades.

Pero esta universidad no puede merecer todo lo que tiene, ni pretender avanzar más allá de lo que ha hecho, si no existe un componente fundamental para su trabajo que se llama solidaridad. Esta universidad ha sido solidaria desde sus orígenes, ha sido solidaria a lo largo de toda su historia, porque la universidad es la esencia misma del humanismo, y es por eso que un servicio médico de alumnos en esta institución nunca ha sido ni será una manera de obtener un ingreso paralelo; para poder atender a estudiantes, nunca debe ser tampoco una dádiva generosa, casi ostentosa; debe ser representativo de lo que es esencial al cuerpo universitario, que es ser solidario entre nosotros. Solidario con estos estudiantes a los cuales seleccionamos con cuidado y criterio, para tener aquí a los mejores, y para formar a los mejores y ponerlos al servicio del país, pero en ese tránsito muchos estudiantes tienen, y ustedes bien lo saben, problemas de todo tipo, problemas que hoy día son comunes en la juventud, problemas de atención psicológica o psiquiátrica, problemas de salud.

Y quizás la respuesta hoy día en un mundo tan frío en este supermercado es, cómprese un seguro o vaya a un hospital. Nosotros tenemos que dar una respuesta distinta. Tenemos que dar una respuesta distinta porque somos la Universidad de Chile, porque somos la primera del país y no sólo somos la primera del país, en materia de estándares académicos, sino también en servicio; a nuestros estudiantes, a nuestros funcionarios, a nuestros académicos y, por ejemplo, el Hospital Clínico ha desarrollado una vocación de servicio también, porque al mismo tiempo de estar exigido por sus naturales necesidades de financiamiento, siempre hay un espacio importante para brindar solidaridad y apoyo a quien lo necesite.

Nosotros no podemos pretender construir una sociedad en que todo sea pura eficiencia, en que todo sea puros resultados, en que todos sea puros números, y no prima, ni late un corazón importante para ver la mano de quien está junto a nosotros, y quien viene detrás de nosotros y al que esta adelante, y este Semda ha sido tradicionalmente eso. Yo recordaba, con el Dr. Litvak, cuando el Servicio Médico de Alumnos estaba en la Casa Central, en el segundo piso de la vieja casona. Es decir, allí y desde hace mucho, existía una organización, un sentimiento solidario para el desarrollo de la universidad, de sus estudiantes, con todo lo que eso implica del punto de vista del potencial futuro que debemos tocar.

Y posteriormente aquí se inauguró, cuando el Dr. Litvak era decano, este Servicio Médico de Alumnos, y ya lleva 30 años y ha sobrevivido embates de la peor naturaleza, que pretendieron justamente cerrar esto, para convertirlo en un sistema de seguro privado y para llevar a los estudiantes, a quienes no podían acceder a esto, al sistema de salud pública. Esta universidad, como tantos otros embates, resistió eso, y hoy día creo que se marca un cambio importante, de manera que es muy satisfactorio, ver aquí que se empieza a consolidar un Servicio Médico de Alumnos, que debe ser digno de esta nueva Universidad de Chile que tenemos que mirar con esperanza, que tenemos que mirar con fuerza y con optimismo hacia el futuro.

Yo quiero agradecerles a los funcionarios del Semda, tanto a los profesionales como a los no profesionales, a los funcionarios de apoyo, a las secretarias, a los funcionarios técnicos, encargados de las distintas operaciones de esta repartición. Quiero agradecerles su entrega, quiero agradecerles su compromiso, su vocación; quiero agradecerles ese sentido solidario que es tan importante. Para que detrás de cada escritorio, detrás de cada computador, detrás de cada lugar de atención a los estudiantes, haya no sólo la atención eficiente, la atención que uno espera, congruente con la vocación de servicio que ustedes tienen, sino también, esa atención solidaria, humana, ese gesto de cariño, ese gesto de apoyo, a jóvenes en formación, que están sufriendo y necesitan de nuestro apoyo, de una oportunidad, necesitan del empujón para poder salir de aquí, como todos nosotros, a servir a Chile.

De manera que gracias, porque ustedes hacen eso, gracias porque esa entrega está presente, este es un local físico. Qué sería un local físico, si no está el alma de las personas que aquí entregan; sus sonrisas, su vocación, su cariño a nuestros jóvenes estudiantes que con padecimiento de todo tipo, llegan aquí en busca de auxilio. Nosotros tenemos la obligación moral de entregársela para que ellos se formen también como personas, como seres humanos y no solamente como profesionales eficientes, que efectivamente, si lo son.

De manera que estoy muy alegre de estar acá para inaugurar esto que es producto de un esfuerzo de la universidad, pero un esfuerzo que hacemos con cariño, con compromiso, con vocación, porque eso es la Universidad de Chile, una gran mezcla de la mejor universidad, de las mejores competencias, pero también de la institución que con corazón se entrega a sus estudiantes, a sus funcionarios, a sus académicos, porque esa es la manera en que nosotros tenemos que construir Chile.

Muchas gracias a todos ustedes.

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