Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Acto de Celebración del Cincuentenario de la Carrera de Administración Pública.

En esta universidad, con 163 años de vida, siempre se ha recibido bien y con cariño a los Presidentes de Chile. En realidad, casi todos los Presidentes de Chile han estudiado en esta Universidad.

Pero, es particularmente grato recibir al Presidente de Chile, quien es también, profesor de la institución y, ha cumplido una trayectoria en su carrera profesional y académica, y ha ocupado lugares y responsabilidades importantes en la institución. Entonces, es recibir a quien es de la casa, y recibir a quien, además, tiene mucho que ver con la celebración que hoy día llevamos a cabo en este acto, que es el cumpleaños de nuestra Escuela de Gobierno y Gestión Pública.

Quizás, deba decir, otro Presidente en el pasado, con una trayectoria muy parecida y tan bien recibido, en esta casa, con el mismo cariño, fue don Pedro Aguirre Cerda. Profesor también de nuestra Escuela de Derecho, ex decano de una Facultad, que él mismo ayudara a crear, la Facultad de Ciencias Económicas, y que también, debe haber sido recibido aquí en este mismo Salón de Honor, con el mismo cariño y respeto, con que se recibe un Presidente de Chile. Pero también con el cariño y con el respeto que se recibe a un profesor de la casa.

Creo que es importante destacar eso, porque eso también destaca la Universidad que nosotros somos y la Universidad que siempre hemos querido ser. Una Universidad nacional, una Universidad pública, una Universidad comprometida con el país y, son nuestros hombres, nuestros académicos, los que cumplen también con esa responsabilidad.

Enrique Silva, es uno de ellos, y tantos otros, académicos de la institución, que están también cumpliendo, que han desarrollado funciones importantes en el Gobierno, en el Parlamento, en los Tribunales de Justicia, porque esta institución entonces, es mucho más que una Universidad, es una institución republicana. Y todos aquellos que hablan de la Universidad de Chile, como una Universidad más del sistema, se equivocan porque ésta es una institución de la República, destinada a defender, acrecentar y consolidar las bases mismas republicanas, con las cuales se creó y fundamenta ello también su futuro.

Por eso, recordar hoy lo que nos ha explicado y contado el profesor Alvaro Drapkin, aparece como una cuestión natural en la historia de la institución. Esta escuela surge en un momento en que la universidad se amplía y se consolida, surge en gran medida con los esfuerzos llevados a cabo por el Rector Juvenal Hernández y que posteriormente proyectara Juan Gómez Millas, en la institución.

Es una década o 15 años en que la universidad se expande en el número de facultades, crea su Hospital Clínico y también esta escuela. Esta escuela, que lo que pretendía hacer, como pretende hacerlo hoy, es justamente desarrollar y cultivar aquello que es la marca de fábrica de la institución, la vocación de servicio público.

Es hoy, cuando hay tanto que se dice, acerca de sacar las cuentas para estudiar en la universidad y después recuperar la inversión. En esta universidad tiene eso también una connotación que debe ser muy importante asumirla y mantenerla. Aquí desarrollamos un corazón de servicio público, porque esta es una universidad que se debe al país y a la nación, mucho más allá de lo que son los temas exclusivamente ligadas a las rentas, a los diseños financieros y a los temas del financiamiento de la propia institución universitaria.

El nacimiento del Instituto de Asuntos Públicos y, lo que es hoy día la Escuela de Gobierno y Gestión Pública, han estado precisamente en el espíritu, de que esta universidad colabore de manera concreta, de manera trascendente como debe hacerlo, para pensar los temas públicos, para ser propuestos los temas públicos, para preparar profesionales dirigidos a encabezar, a liderar el desarrollo o el servicio público moderno, eficiente, pero también solidario y humanista que necesita nuestro país.

Por eso, la Escuela y el Instituto han estado al centro de este esfuerzo, que tiene mucho que ver con la historia de la universidad. Una historia de vocación pública, una historia de adscripción al país.

Por eso, es tan importante, Presidente, que usted nos haya acompañado en este acto, por lo que significa su presencia como el primer director de la escuela, pero también, por lo que significa su presencia como autoridad de la nación. Porque con esto nos da la fuerza que necesitamos para seguir adelante, frente a tantos retos, a tantas amenazas para que esta escuela y la universidad sigan siendo un elemento fundamental en el progreso que necesita el país. Fundamentalmente en el progreso que tiene que ver con lo que se llama el interés público, el bien común, aquello que debe ser tan importante y centrar en esta universidad en todas las disciplinas, la formación de ciudadanos y la formación de política pública para que el bienestar, no sea solamente el bienestar de unos pocos, si no el bienestar de todos y para que el progreso del país sea efectivamente el progreso no sólo de hoy, sino también el progreso futuro.

Por eso es importante esta celebración; para recordar que tenemos una misión, para recordar que tenemos una responsabilidad y, para recordar que tenemos una historia, que debe enorgullecernos y que permanentemente debe mantenerse como el sino de los tiempos para nosotros y para la universidad, servir a Chile y a las necesidades de su pueblo. Como dijo su fundador, “Feliz Año a su Escuela”. Muchas gracias, Presidente, por acompañarnos.

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