Discurso del Prof. Luis A. Riveros, en Ceremonia de entrega de Medalla Universidad de Chile por Años de Servicio a Funcionarios y Académicos que han cumplido 40 años en la Corporación, años 2004-2005

Están de moda últimamente los rankings universitarios, y hasta los consorcios periodísticos elaboran sus propios rankings, no siempre sanos todos ellos, ni en sus resultados y muchas veces en sus intenciones. Y también están aquellos otros, los rankings internacionales, que nos miran desde fuera y nos posicionan de acuerdo a nuestros resultados, a nuestro trabajo académico. Y cuando uno mira esos resultados concluye que la Universidad de Chile es sin duda la primera universidad del país, y una de las más destacadas en Latinoamérica y ahí están los números objetivos, no apreciaciones subjetivas que prueban eso, que somos parte todos nosotros de una gran institución.

Pero esos rankings no miran una cosa que es muy importante en el desarrollo de una institución, que son las personas. Las personas están en primer lugar; del punto de vista del sentimiento, de la pasión, del compromiso con que ayudan a edificar una institución. No hay institución que tenga una alma verdadera y con esa alma no están comprometidas las personas que se desempeñan allí, y que están dispuestas a poner mucho más allá de los compromisos contractuales, muchas veces más allá de los horarios, de los días laborales, que están dispuestos a poner su empeño por sacar adelante su trabajo en pro de la universidad. Se trata de una institución de personas y en donde las personas son también debidamente consideradas, y en donde somos todos iguales, funcionarios todos que cumplimos distintas responsabilidades. Unos frente a los alumnos, otros por los servicios, otros por la dirección, aquellos por la gestión. Pero son todos una sola alma detrás de esta institución y hemos sido nosotros y muchos otros como lo serán en el futuro quienes la edifican día a día, pedazo a pedazo.

Es también esa dimensión humana la que permite construir la cualidad más importante de una institución. ¿Cuáles? Las competencias que en ella se generan, que en ella forman el espíritu de la institución y que en ella inspiran a nuevas generaciones.

Competencias que tienen que ver en primer lugar con la inteligencia, entendida ésta como del desarrollo; del estudio, de la pasión, del empeño además por trabajar, de hacer las cosas bien, de saber todos nosotros que estamos en la primera universidad del país y eso no es una novedad hoy, ha sido así siempre, y seguirá siendo, así le duela y le moleste a quien sea, porque nosotros tenemos el compromiso de seguir edificándola día a día con nuestra mente, pero sobre todo con nuestro corazón.

Pero también competencia del punto de vista del humanismo y la tolerancia que tenemos que desarrollar día a día en esta institución, no sólo como una manera de desarrollarnos entre nosotros, sino también de enseñar a los jóvenes que esta universidad, siempre una voz critica de la sociedad, edifica también personas, valores, sentimientos que van mucho más allá de lo que hoy es tan usual, formar ganadores de ingreso para un mercado que funciona fríamente.

Y es por eso que reconocer a quienes tienen tantos años de servicio en la institución, no es una formalidad como tantas otras que debemos cumplir. En realidad, lo que estamos haciendo es homenajeando a los cimientos mismos de la institución, a los que ha permitido que en esta institución en tiempos difíciles siguiese siendo la Universidad de Chile. Estamos homenajeando a tantos y tantas que permitieron que esta universidad sobreviviera con fortaleza; períodos duros, períodos conflictivos, períodos de extraordinaria tensión y hasta diría yo de persecución en la intervención. Pero fue el alma de esta institución, que son los hombres y las mujeres de la institución, aquellos que estuvieron con nosotros desde los años 50 ó de los años 60 los que permitieron sustentarla, y los que permitieron cuando se fueron los años grises, que pudiésemos ver la luz del día y seguíamos siendo para molestia de tantos, la primera universidad del país, y todavía la primera universidad nacional y pública, la universidad tolerante, la universidad humanista, la universidad dedicada a pensar a Chile desde sus aulas.

Eso se debe a ustedes, y es por eso que lo estamos reconociendo aquí, para decirles a ustedes y al futuro que aquí las personas importan, porque son los cimientos de la institución, importan porque es la construcción permanente del futuro de la institución. Que más puedo decirles sino gracias, gracias porque ustedes han permanecido aquí donde debemos todos estar en la defensa y en el trabajo por la Universidad de Chile. Gracias porque han permitido proyectarla en el tiempo, gracias porque la han defendido como la han sabido siempre defender frente a todos sus enemigos, en todos sus derroteros. Gracias por dejarnos una Universidad de Chile que tenemos que legar a las generaciones futuras con las mismas ansias, los mismos sueños, las mismas potencialidades que consiguió Bello, que heredaron Letelier, Juvenal Hernández, Gómez Millas, para los años que vienen, porque Universidad de Chile habrá siempre, para Chile.

Muchas gracias.

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