Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Conferencia sobre el futuro y la actualidad de la Educación Nacional.

Me han pedido que hable del tema de la educación, desde la perspectiva de la buena educación y en la dirección de la educación pública.  Y en realidad, para hablar de la buena educación, necesariamente, me tengo que referir al tema de la calidad de la educación, en que creo que todos estaremos de acuerdo que es un factor hoy día preocupante en el ámbito nacional.  Preocupante, porque me parece que hemos dejado de lado políticas que son esenciales para sostener la calidad del sistema educativo en las últimas dos o tres décadas y, que cuando uno en algo como educación pierde espacios, cuesta después mucho recuperarlos, porque toma mucho tiempo también. Recuperar una lección en educación hoy tiene efectos; probablemente seis, ocho, diez años más tarde y, en consecuencia, de alguna manera estamos viviendo resultados desde esa tensión y de ciertas transformaciones que no fueron favorecedoras, en mi personal visión, de esto que es tan importante que es sostener la calidad de la educación.

Por qué decimos que la calidad de la educación es deficitaria y voy a hablar, en términos muy generales y lo hago, en un liceo que tiene mucha excelencia académica y eso ha sido más que reconocido.  Este es un liceo que creo que en todo el panorama de los liceos donde más abundan los premios nacionales de educación y eso habla, por cierto, de un trabajo que es bastante sostenido, importante, pero en promedio nuestra educación no alcanza estándares mínimos aceptables a niveles internacionales y hoy, que nos comparamos en tantas cosas con el resto del mundo y que resulta natural mirar las exportaciones, el crecimiento económico, la inflación y muchos otros indicadores que los diarios se llenan de ellos para mostrarnos como un país que le va muy bien en materia de crecimiento económico, por ejemplo. 

Es, sin embargo, un país que resiste un poquito la comparación en un área tan crucial como es la formación de las personas y cada vez que nos hemos puesto en ciertos test internacionales, que nos comparen en el área de las matemáticas, por ejemplo, el famoso test "TIMSS" y otros, bueno, de la muestra de países que sea, Chile aparece siempre en los últimos lugares. Y entonces, uno se pregunta si eso habría sido así hace treinta años atrás y, probablemente, la respuesta es que eso no era así hace treinta años atrás y siempre me pongo yo de ejemplo.  Yo fui formado en un liceo público.  Acá con el profesor Deichler fuimos compañeros durante toda la enseñanza secundaria de la época. Un liceo público al que el señor Alexis Ochoa también pertenece. Un liceo público, sin embargo, que formaba gente que llegaba a las universidades, cuando todavía el ingreso a las universidades era más restringido que hoy. Porque se proveía una formación sólida, suficiente. Nuestros puntajes en el bachillerato eran bastante aceptables y, por lo tanto, teníamos un desempeño, posteriormente, en la vida, que está aprobado, con el currículum de tanto personaje público, empresario, profesional que en realidad se formó en una escuela pública, en un liceo público, pero hoy eso no es así. 

Hoy, en la Universidad de Chile, por ejemplo, llegan solamente por ahí por un 20 %, o sea, un quinto de los estudiantes de liceos municipales y eso, evidentemente, refleja que aquí hay una disparidad en calidad, además de la baja calidad promedio.  La calidad promedio no basta que transforme los puntajes promedios de la PSU a notas. Tenemos un problema toda vez que el puntaje promedio de la PSU equivale, aproximadamente, a un 2,7 en matemáticas y, entonces, uno no puede decir que la formación en matemáticas es satisfactoria para los estándares que pone la universidad, que no son tampoco tan tremendamente exigentes.  Y como digo, los test internacionales brindan además esa evidencia, pero además hay otra evidencia que es más dramática para el país, una encuesta que se hizo hace dos años atrás y que yo creo que hay que repetirla, periódicamente, que es acerca de las condiciones que tiene nuestra población para entender un texto escrito y que llega a la conclusión de que más del 50 % de la población chilena de la fuerza laboral, es estrictamente analfabeta funcional, es decir, leemos pero no entendemos, esencialmente, lo que está en la lectura y, por cierto, entonces, que estos indicadores que estoy mencionando son muy dramáticos, cuando se piensa que el país tiene récords económicos tan fundamentales y estamos en una sociedad de la información, lo que repetimos permanentemente y es lo que marca nuestras vidas.

Estamos en una sociedad de la comunicación, en la sociedad del conocimiento, pero he ahí que este país exitoso, que se pone siempre en los primeros lugares en los índices económicos, no está ni lejos en los primeros lugares en materias de sus recursos humanos.  O sea, la pregunta es, cómo es posible, por ejemplo, que en la última encuesta, del mundo sobre temas, de competitividad internacional, Chile aparece número uno en el mundo en entorno macroeconómico, es decir, es el mejor país, del punto de vista de las políticas macroeconómicas, del crecimiento, y todas las tasas. Pero, sin embargo, cuando bajamos al nivel de la educación, empezamos a hablar del nivel 25, en el caso, de la educación general, y en el número 40, cuando hablamos de educación superior, y del número 47, cuando hablamos de investigación y creación.  Esto es, el país tiene una tremenda contradicción, entre los que son sus resultados económicos y los que son sus resultados educativos y eso es preocupante, y la pregunta es qué es lo que hay que hacer para cambiar eso. Esa es una pregunta que no se ha respondido con la claridad suficiente que requeriría, la urgencia del problema. 

Pero, además, hay aquí una brecha de inequidad tremenda entre la educación privada y la educación pública.  Por cierto, si uno mira los indicadores de la PSU, este domingo en la noche, vamos a estar publicando los nuevos puntajes para el proceso de selección del año 2006, van a repetir lo que se ha venido produciendo, sistemáticamente, que hay una diferencia de unos cien puntos promedio entre los colegios públicos, municipalizados y los colegios privados.  Y la pregunta es que son niños distintos, es que la educación pública atiende a los niños con menores capacidades o son niños simplemente, a los cuales les estamos dando menos oportunidades. 

Yo creo que estas preguntas son importantes y en el contexto del país que queremos ser porque al mismo tiempo que al país le va tan bien en su gestión económica, todos los indicadores a la vista, en la parte social distributiva este país aparece entre los más desiguales del mundo y esa es una contradicción que no hemos logrado resolver.  Es una contradicción que tiene raíces históricas, no es un fenómeno reciente, pero lo que es dramático de comprobar es que, mientras el país en los últimos quince años ha experimentado una mejoría notable en materias económicas, en materia social no ha cambiado absolutamente nada.  Y eso tiene mucho que ver con los resultados en educación, porque una de las cosas que los economistas saben y que es correcta, es que la productividad de las personas tiene mucho que ver con lo que obtienen en el colegio, en la universidad, en el sistema educativo y, por cierto, si la educación es en promedio de una calidad baja, su productividad también será baja y, consecuentemente, será bajo su acceso al ingreso y a las posibilidades que ofrece la economía en la que estamos. 

Y el país, por cierto, que no puedo sostener esta dicotomía, esta contradicción mucho más tiempo y creo que ese es el problema.  Y más grave que eso, me parece es el hecho de que, en realidad, la clase política no se refiere a estos problemas, implícitamente.  Esos problemas no están presentes en la discusión y a mí me parece que son problemas álgidos, que yo creo que los educadores todos lo sentimos naturalmente, porque todos lo vivimos y lo palpamos directamente, pero creo que la sociedad chilena no se ha sensibilizado con este problema.  Y, el país que esperamos ver crecer hacia el futuro, el país que nos dicen que va a alcanzar estándares de país desarrollado en una década o dos décadas, el país que le queremos legar a las nuevas generaciones, es un país que necesita la mirada a la calidad de las personas, del recurso humano, por llamarlo de una manera genérica, con mucha urgencia, o sea, el país para poder dar el salto productivo que tiene que dar, tiene que innovar sus exportaciones, eso no es una novedad para nadie. 

No es una novedad para nadie, que no vamos a poder dar ese salto al desarrollo, exportando pescado fresco o exportando fruta encajonada o exportando pedazos de minerales. Vamos a tener que incluirle más inteligencia a las exportaciones, para que las exportaciones ganen en valor agregado y, por lo tanto, quede más acá; eso es lo que va a ir cimentando la inversión y entendimiento, pero cómo vamos a hacer eso, si no tenemos los recursos humanos para hacerlo.  Por ejemplo hoy, cualquier proceso productivo, requiere manuales, requiere el uso de internet, requiere trabajadores que estén en capacidad de entender instrucciones escritas y el 50 % de nuestra masa laboral no las entiende. 

Evidentemente que aquí, entonces, hay una contradicción entre lo que queremos ser, del punto de vista, material real y lo que estamos haciendo para poder potenciar esa posibilidad de desarrollo del país, pero en mi opinión, no es sólo eso.  También hay un problema muy grave con la formación valórica de los jóvenes y eso, de nuevo, no es una culpa puntual ni de los colegios, ni de las universidades, ni de los profesores que están frente.  Hay un tema de la sociedad que no hemos logrado corregir y, entonces, nos damos cuenta en la misma universidad que recibe estudiantes bien seleccionados por sus puntajes y sus capacidades, que hay falencias muy importantes, que estos mismos estudiantes tienen en materias valóricas, que tienen que ver con cuestiones fundamentales para la formación de las personas, para la formación de la propia universidad.  Y creo que no le hemos prestado tampoco debida atención a eso. 

Yo creo que eso tiene mucho que ver con la forma en que hemos diseñado la relación del sistema educacional con la familia o la forma en que hemos relacionado o hemos organizado el sistema educacional y que no hemos cambiado apropiadamente sobre la base de un diagnóstico que, yo reconozco, puede ser más objetivo que el que yo estoy haciendo en este minuto.  La situación, es compleja y es difícil.  Los estudiantes que ingresan a una universidad como la Chile todavía bien seleccionados, estamos hablando de estudiantes con al menos 600 puntos en la PSU y en muchas carreras más que eso, bueno, su formación en bastante insatisfactoria y, en gran medida, tenemos que hacer una especie de quinto año medio en el primer año de la universidad para remediar muchos problemas que son de arrastre de todo el sistema anterior. Muchos profesores de la media me dicen, eso viene de la básica y los de la básica me dicen, eso viene de la familia y, efectivamente, así es, pero no hemos sido capaces de corregir esto porque las familias creen que los problemas se solucionan, poniendo a los niños en la escuela y dejando que transcurran en la escuela, cierto, con todos los problemas que tiene el desarrollo del sistema. 

Entonces, esta es una situación que, en mi opinión, amerita soluciones, propuestas, que no hemos escuchado y yo siento que hay por lo menos tres cosas que son fundamentales para cambiar y no voy a mencionar una que a mí me parece obvia, que es el compromiso financiero de la sociedad chilena con la educación debe ser distinto. Uno mira las estadísticas del mundo y no hay ningún país que se haya industrializado o que sea actualmente un país industrial, que esté gastando menos de 6 ó 7 % del producto interno bruto en educación y nosotros nos damos el lujo de gastar la mitad de eso porque todavía entendemos que esto, lo van a solucionar las familias o algunos dicen, el mercado, pero la experiencia indica de que aquí el rol del financiamiento del estado es el financiamiento de la sociedad sobre la educación es fundamental.

Esa es la señal que marca el desarrollo del sistema que queremos, la formación de las personas que queremos, para el país que se quiere.  Eso, naturalmente, lo doy por sentado: hay un déficit importantísimo de inversión, de compromiso financiero.  Esto, usualmente, se lee como una pedida de plata, como una especie de reivindicación hasta gremial, pero la verdad de las cosas es que preparar jóvenes o niños es un negocio delicado, es una actividad delicadísima y eso requiere más recursos.  Y, cuando uno mira la educación, en general, y particularmente, la educación pública, se da cuenta que esos recursos escasean, no están, los medios son escasos y, obviamente, eso es una cuestión que debe remediarse y eso requiere decisiones de política distinta. 

Yo sé también del esfuerzo que se ha hecho en los últimos años y ha aumentado sustantivamente el presupuesto en educación, pero el punto es que, dada la situación inicial, todavía habría que aumentarle más que sustantivamente un presupuesto a la educación, porque la educación es también una actividad que tiene una prioridad estratégica para el país, es decir, así como entendemos que comprar submarinos y aviones de guerra es un tema estratégico de país, bueno, formar niños y jóvenes adecuadamente, es mucho más estratégico para un país que quiere desarrollarse y crecer, y eliminar estas tensiones sociales que vienen, justamente, de estas diferencia que se causan, precisamente, por el problema educacional. Cuáles son los tres ámbitos, entonces, aparte de éste que es un tema profundamente político, en el cual, me parece a mí que hay que tomar acción, a continuación.

Ámbito uno, formación de profesores.  Yo no voy a entrar a detallar los problemas que hay, la vigencia o la no vigencia de las antiguas escuelas o de las nuevas escuelas, pero lo que sí hay es un déficit importante en formación de profesores por una serie de razones, razones de cómo está diseñado el sistema universitario hoy. Los estudiantes que van a pedagogía son, normalmente, estudiantes que no quedaron en otras carreras.  Ese es un pésimo sistema, evidentemente; tenemos que ser capaces de crear un incentivo de selección distinto y eso necesita una política distinta, pero ciertamente lo que ocurre dentro de las escuelas formadoras de profesores también debe merecer nuestra atención porque ahí también hay una decadencia en términos de lo que estamos haciendo y en términos de los recursos que esas escuelas tienen para poder afrontar una responsabilidad tan importante como es formar profesores. 

Entonces ocurre que estas no son las escuelas que tienen mayor prioridad dentro de las universidades, tienen mucho más prioridad las ingenierías, las medicinas, ciertamente, porque son las carreras o las escuelas o las actividades de las disciplinas que atraen más recursos también y formar profesores es más bien un gasto de recursos que una extracción de recursos, entonces, aquí los incentivos están mal diseñados y eso arrastra año a año un problema, que es bastante difícil y que tiene que ver, además, con el tratamiento de los profesores, con las remuneraciones de los profesores, pero más allá de eso es con esta baja de valoración que ha tenido en la sociedad chilena la actividad pedagógica.  Esto necesita un cambio importante y ese cambio tiene que ver de nuevo con un compromiso distinto del estado, o sea, yo creo que la formación de profesores es una prioridad nacional.

Yo puedo hasta aceptar pensar, por ejemplo, que formar ingenieros es un tema que está muy ligado a la actividad privada, porque el estudiante de ingeniería da, paga y una vez que sale de ingeniero recupera y, por lo tanto, uno puede aplicar toda estas teorías que están en boga respecto al financiamiento estudiantil y respecto a la educación como una inversión, pero en el caso de un profesor eso no es así.  No es así, porque nunca va ser el caso de que el profesor pueda esperar recuperar la inversión a su futuro por el tipo de labor que hace y segundo porque los beneficios no son directos, los beneficios son indirectos; van a los niños, van a las familias, van a la sociedad chilena y eso, evidentemente, no lo estamos valorando. 

Entonces, yo pienso que la formación de profesores es una prioridad nacional y, en consecuencia, eso es una razón para que el estado tenga una intervención directa en la formación de los nuevos profesores para el país.  Eso tiene que ocurrir desde el nivel básico hasta el nivel medio porque este es un continuo que, partió con la desaparición de las escuelas normales. Esa fue una mala decisión de política; yo creo que deberíamos recuperar algo como eso, pero tampoco creo que debamos volver a los años sesenta, que es la acusación que normalmente se hace frente a este tipo de acusaciones, a este tipo de afirmaciones, sin embargo, pienso que el estado necesita diseñar una estrategia.

Hasta ahora la estrategia es, esto lo resuelve el mercado a través del sistema universitario nacional y a mí me parece que esa no es una estrategia adecuada o dicho de otra manera, no es una estrategia definitivamente, o sea, aquí hay un tema fundamental y eso también tiene que ver con capacitación de profesores, que es un tema álgido sobre todo en los días en que las cosas están cambiando todos los días y, obviamente, el tema de capacitar profesores hoy, es difícil, es caro y no hay, realmente, una política, un diseño, una institucionalidad que nos permita abordarlo de la manera como debería abordarlo el país. 

Entonces, este es un gran problema y creo que nadie podría decir que el problema de la educación chilena es culpa de los profesores, pero, evidentemente, que una parte importante de lo que debiese ocurrir con la educación chilena tiene que ver con el mejoramiento de la calidad de los profesores y eso, si tomamos una decisión hoy va a tener un impacto real en la educación cinco años más tarde y, para todos los efectos prácticos, diez o quince años más tarde.  Por lo tanto, no accionar sobre esto es, evidentemente, posponer los temas. 

Ahora, por qué se posponen, bueno, porque hoy las decisiones son fundamentalmente inspiradas políticamente y la inspiración política enfatiza el corto plazo, qué es más importante, una cosa que es formar profesores, cuyos resultados los vamos a ver cinco, diez o quince años más tarde o inaugurar edificios, esas cosas que tienen un impacto real, mediático, y que tienen, evidentemente, mucho más incentivo para quienes toman la decisión de financiamiento.  Yo creo que éstas son preguntas que no han tenido respuestas adecuadas.

Un segundo ámbito, que es un ámbito de cambio, que también me parece que es muy importante, es que tenemos que revisar los currículum.  Yo cada vez que veo, y estuve muy envuelto en los temas de currículum para este debate sobre el cambio de la Prueba de Aptitud Académica a la PSU y que el objetivo era, justamente, acercar más el incremento de selección a la universidad con los currículum de la enseñanza media.  La Prueba de Aptitud tenía una gran divergencia y, entonces, el incentivo, el mensaje para la Media, era que no importaba lo que allí ocurría y entonces el tercero y cuarto año se transformaba en una especie de instituto de preparación para la Prueba de Aptitud Académica. Hemos tratado de corregir eso y, por lo tanto, nos detuvimos bastante en la universidad a estudiar los currículum y nos dimos cuenta de varias cosas.

Primero, los currículum son extraordinariamente extensos y es poco realista pensar que los contenidos mínimos vayan, efectivamente, a ser cubiertos sobre todo con la realidad del aula, que es la realidad social que todos los profesores atienden, pero ni siquiera si la realidad social no es tan importante es difícil cumplir con un currículum completo, tal como está. 

En segundo lugar, son currículum desactualizados, porque hoy es muy fácil que se desactualicen las cosas y, evidentemente, en la medida que se desactualizan es más difícil avanzar con la rapidez que se necesita para cubrirlos.  Y tercero, que son currículum que tienen también poco sistema de apoyo para su mejor desarrollo, esto es, son currículum que no están vinculados con las posibilidades que hoy brinda internet y eso necesita también, entonces, una actualización permanente. 

Yo creo que es bien importante volver a una discusión que no ha habido en el país respecto a qué es lo que necesitamos enseñar y qué es lo que necesitamos. Básicamente, poner algo en la cabeza de los niños y de los jóvenes, no es todo.  Nadie podría por ejemplo, suponer de que en ingeniería le vamos a enseñar toda la ingeniería a un estudiante, tenemos que tomar opciones, tenemos que enfatizar algunas cosas, desenfatizar otras y, simplemente, dejar otras fuera de su formación. 

Eso es lo que están haciendo los europeos hoy día, cuando reducen la formación universitaria a tres años. ¿Por qué? Uno, porque dicen hay cosas que mejor se las enseñamos en el postgrado y esas son decisiones que también tenemos que tomar nosotros, lo mismo con los currículum de la media que hay que tomar decisiones de cosas que no son, probablemente, dentro del esquema de prioridades las más importantes, pero esa es una cosa que no se puede decidir a nivel de una oficina en alguna parte, sino que tiene que ser una discusión con quienes están en la sala de clases. 

Yo creo que uno de los problemas del diseño curricular es que eso no puede efectuarse desde un punto de vista teórico.  De un punto de vista teórico, se termina con un currículum que creo que como éste, está sobredimensionado y necesita rediseñarse de otra manera.  O sea, el tema del desarrollo curricular aquí es muy importante y creo que no se ha respondido una pregunta que es básica para el desarrollo de un currículum. Bueno y para qué sirve la enseñanza media. Sirve para formar, para la educación superior. 

Muchos estarán de acuerdo con eso y otros no, sirve para formar para la vida, muchos van a estar de acuerdo con eso, pero otros no, pero entonces pongámonos de acuerdo en qué es lo que queremos con la enseñanza media, porque una vez que esté establecido el objetivo uno puede definir cuáles son los contenidos que uno quiere entregar y que quiere, en definitiva, que le den forma a lo que estamos haciendo en la sala de clases, pero ese ha sido, y es una discusión que no ha tenido lugar en el país ni a nivel de la básica ni a nivel de la media.

Pero todavía hay un tercer problema, aparte de lo que ya he reseñado, el entrenamiento de profesores, el tema de los currículum y lo tercero es la municipalización de la educación.  Yo no soy de los que se opone a la municipalización de la educación, pero creo que no está funcionando bien.  Yo tampoco creo que hay que tomar la educación y devolvérsela toda al Ministerio de Educación; creo que ese no es un escenario viable, pero creo que hay que buscar nuevas formas de organización y de gestión.  La OCD, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo de los países industriales que hiciera un estudio hace un año, sobre estos problemas de la educación chilena y concluyeron que uno de los principales obstáculos para el mejor desempeño era, justamente, esta contradicción que había entre la gestión municipal y el rol del Ministerio de Educación en la parte propiamente académica. 

Y es cierto, yo creo que no hemos solucionado este problema y, por lo tanto, tenemos que buscar un mecanismo de interrelación entre lo que ocurre a nivel municipal y con el Ministerio de Educación, pero, por otro lado, tenemos que buscar mejores incentivos para que mejore el desempeño de la educación a nivel municipal. La educación, y, no es el caso de la Municipalidad de Santiago, no puede ser una actividad que es como opcional a las otras actividades de la municipalidad y, en muchos casos, sobre todo en las comunas pequeñas, bueno, se debe pensar, cuánto hago en educación o cuánto hago en las otras cosas que yo tengo que hacer y que el electorado, eventualmente, puede aplaudir o castigar, es por eso que hay un tema de incentivo. 

Lo curioso es que cada vez que uno conversa con agentes, personas del mundo político, tampoco se acuerdan de este tema; estamos de acuerdo que esto hay que corregirlo, que hay que crear instancias distintas para la organización de la educación, probablemente, agrupando municipalidades para el objeto, de optimizar el uso de los recursos en educación, junto con todos los otros elementos que he reseñado, pero resulta que no hay iniciativa.  Iniciativas que esto lo cambien de nuevo, porque cualquier iniciativa y cualquier cambio tiene resultados solamente en mediano y largo plazo. 

Entonces aquí, el principal problema es un problema de decisión política.  Las decisiones políticas que tienen que adoptarse, respecto de estas materias y de otras, que no voy a cansarlos enumerándolas, con un cierto sentido de urgente, pero también con un cierto sentido del país de largo plazo.  Uno no puede esperar tomar iniciativas en educación y esperar que el próximo año se produzcan los cambios.  Eso no, sabemos, no es así, pero desgraciadamente entonces aquí hay un problema contradictorio con los incentivos que hoy sí tiene el mundo político. 

Quise enfatizar mucho más los temas del corto plazo y, por lo tanto, vamos a seguir viendo esta preeminencia de los indicadores económicos y esta baja atención que se le brinda a los indicadores sociales, particularmente, a los indicadores de la educación.  Entonces, cuando la calidad de la educación se ha convertido en una afirmación general que todo político repite, que en la educación hay que mejorar la calidad, que es necesaria la calidad de educación para que el país avance, etcétera, tenemos que ser capaces de pedir también que, junto con eso, haya una propuesta respecto de cómo se hace este salto que queremos provocar en la educación para que mejore el afán de la educación.

Este problema de los incentivos, del mal diseño, del financiamiento, de los temas de currículum, de formación de profesores, de los temas de inversión y de nuevo, aquí la educación pública tiene un rol fundamental porque resulta que la educación pública en un mercado educacional, como a muchos les gusta referirse a lo que ocurre en educación en el país y no tengo problemas con eso.  Me parece que es una manera de conceptualizarla que me parece adecuada, siempre ha habido especulación privada en el país en los problemas, pero la pregunta es cómo funciona ese mercado.  Bueno, ese mercado funciona de manera bastante imperfecta. 

Yo, a mis estudiantes, en un curso de Introducción a la Economía, les enseño que el mercado es muy eficiente porque, por ejemplo, en el caso de las panaderías o en el caso de los bancos, si no me gusta el pan o no me gusta el servicio, bueno, yo me cambio de panadería o me cambio de banco, o sea, eso es lo que hacemos todos nosotros todos los días y, de esa manera, entonces, uno disciplina al mercado porque los malos oferentes, las malas panaderías y los malos bancos, o quiebran o arreglan lo que están haciendo, entonces, de alguna manera, uno acepta, así funciona el sistema y eso pone buenas reglas.  Pero ¿cómo pasa eso en educación? Es cierto que un niño puede, por ejemplo, entender que lo que está recibiendo en la escuela es malo y, por lo tanto, se va a cambiar de escuela y eso, entonces, va a provocar esa reacción favorable para mejorar lo que estamos haciendo.  Claro, es que el niño no se puede cambiar de escuela. 

La verdad es que además, ni el niño ni su familia saben efectivamente lo que está recibiendo y es el mejor caso ilustrativo, el caso de la universidad.  ¿Cómo sabe un estudiante en una universidad que está recibiendo una buena carrera, una buena formación en la carrera? Eso lo va a saber como seis años más tarde, cuando vaya con su título y le digan de cuál universidad viene usted.  Entonces, aquí hay un tema que el mercado no funciona así como se dice teóricamente.  La teoría es muy bonita en esto, pero la práctica es distinta. 

Un estudiante que se quiere ir de una universidad no es como el que se cambia de panadería, tiene que ir a otra universidad y tiene que partir de nuevo, esencialmente.  Entonces, la movilidad no es tan transparente y tan efectiva, como en el caso de los bancos, las panaderías o las ferias libres.  En educación es un poquito más complejo el problema y por eso el problema también es tan complejo en salud porque el problema es parecido.  Yo no llego y me cambio de médico porque a lo mejor no me está tratando bien o a lo mejor me está cobrando muy caro porque yo voy a ir porque tengo confianza en él como médico.  Entonces, ahí tampoco funciona el mercado en forma tan transparente como en los bancos.   Entonces, yo creo que sin negar la efectividad del mercado, es fundamental que en áreas como educación y salud, haya políticas que estén destinadas a complementar, a mejorar significativamente el trabajo del mercado y eso tiene que ver con un rol de estado.

¿Qué es lo que se ha hecho en salud? Bueno, en salud, producto de que las presiones en salud son mayores y más efectivas, mejor organizadas, se ha logrado ir cambiando esta visión y, fíjense ustedes, que ahora hay una cosa que se llama AUGE, que va a incluir hasta ochenta enfermedades y eso no tiene nada que ver con el mercado, o sea, uno dice tengo esta enfermedad y el AUGE, le paga esencialmente tratamiento, medicamento, servicio médico, y por qué no hacemos un plan AUGE en la educación.  Un plan que diga, vamos a poner aquí, tal como se hace un AUGE público, una educación pública fuerte, bien financiada, con buenos incentivos, además, apuesto a la formación de profesores y, por lo tanto, aseguro, el desarrollo de un sistema que va a guiar al resto del mercado. 

Nosotros estudiamos en el liceo en los tiempos en que se decía que los porros iban a la educación privada.  Hoy como que se ve al revés y eso no es porque la educación privada haya mejorado significativamente, es porque la educación pública ha desmejorado significativamente y yo creo, francamente, que lo que necesita el país es un plan AUGE en educación.  Un plan que diga aquí hay un mínimo que tiene que cumplirse, sea en la educación privada, en la pública, en donde sea, en Coyhaique, en Santiago, en Arica y ese mínimo lo garantiza el estado, o sea, la Constitución Política hoy dice que la educación es una responsabilidad de la familia. 

Yo creo que, independientemente de esa letra, tenemos que volver a creer, como creyó don Darío Salas, entre muchos otros,  que la educación es una responsabilidad del estado, es una tarea social y prioritaria, es una tarea importantísima para la sociedad en una perspectiva además intergeneracional y yo creo que hay que volver a esa visión de la educación.  Esta no es una defensa que tenga que ver solamente con el presupuesto, de que yo quiero que le den más plata a la Chile o que quiero revivir el Pedagógico, todas esas cosas que se dicen, sino que una cuestión de fondo, sobre la cual no hay edad.

Yo preparé un documento que se llama "24 Propuestas sobre Educación", invité a los cuatro candidatos presidenciales a debatirlo y no saqué de ahí ninguna conclusión real, respecto al pronunciamiento de estas materias.  Esto requiere un pronunciamiento real y yo creo que ya es suficiente.  Es suficiente porque estamos postergando el desarrollo real del país, por años y esto no es una figura retórica, es así porque lo vamos a seguir posponiendo, vamos a seguir creando esta sensación de dos países, que no es una sensación no más, es una realidad y, evidentemente, vamos a seguir posponiendo la oportunidad de tantos niños y jóvenes porque no hemos sido capaces, nuestra generación, de tomar las decisiones oportunas y, yo creo que nuestra generación siempre recibió como explicaciones por parte de la generación anterior, nuestros padres, nuestros abuelos, porque, en realidad, durante el siglo XX nos farreamos una oportunidad.

En un plan correcto, don Aníbal Pinto escribió un libro que se llama "Chile, un caso de desarrollo frustrado" porque el desarrollo chileno se frustró por malas decisiones, porque no se atendieron desequilibrios, por mala suerte, también hubo crisis económica, complicaciones de todo tipo, pero farreamos la oportunidad.  Nosotros hoy día tenemos la oportunidad de no farrearnos el desarrollo económico y siento que nosotros vamos a tener que darle explicaciones también a la siguiente y a la subsiguiente generación, de porque no atendimos una prioridad fundamental para sustentar eso que hoy día se ve tan luminoso en los discursos políticos, pero que puede ser bastante opaco en el momento de las verdades, cuando se compare realmente lo que se ha sido capaz de hacer en cincuenta años más. 

De manera que creo que esto es una llamada de atención que trato de no dramatizar, pero siento que nuestra sociedad merece un debate bastante mejor, bastante más elevado y decisiones que sean mucho más comprometidas con vista a la calidad de la educación y, por supuesto, a la calidad de la educación pública, en particular.

Le agradezco nuevamente, Director, su invitación a hablar en este colegio; nuevamente repito, es tan simbólico, tan importante, por lo que ha aportado y por quienes han enseñado acá en este establecimiento.

Bueno, les agradezco nuevamente, muchas gracias.

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