Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia Presentación de la reedición de los dos tomos del Atlas de la Historia Física y Política de Chile de Claudio Gay.

Es pretencioso decir que yo voy a presentar la obra de Claudio Gay. Este Atlas maravilloso que, a muchos, desde niños, dominó nuestra imaginación y posteriormente también, porque no decirlo, nuestro trabajo de formación académica. Lo que yo puedo hacer es comentar respecto al valor que tiene esta edición y respecto a la importancia que tiene lo que ha afirmado el señor director de LOM a cuyas palabras adhiero fervientemente, sobre la necesidad de tener en Chile una visión editorial que no esté ligada esencialmente a las ganancias y a las pérdidas y que las cuestiones contables que son relevantes e importantes pasen a ser un ingrediente en la consideración de políticas editoriales que consideren también el valor intelectual, el valor cultural y el valor moral.

Esto que ustedes ven que envuelve un trabajo monumental y que yo lo aprecio con mucha independencia, pero también con mucho agrado, que es el poder digitalizar toda esta maravillosa obra, lo que representa probablemente costos que son inviables si uno pensara simplemente en las tasas de rentabilidad como normalmente hoy nos hemos acostumbrado a poner respecto a todo.

Aquí hay, evidentemente, como bien se ha afirmado, como bien lo ha dicho también la directora de DIBAM, una tarea distinta; es una tarea que consiste en ayudar a que nuestra juventud repiense el país, rescate sus valores, vea de donde salen muchas de nuestras tradiciones y nuestra historia y eso no tiene un precio de mercado. A todos aquellos que ven el precio de todo, pero el valor de nada a mí me parece que esta obra constituye un monumento a lo que el país necesita reconstruir como una manera de mirar también aquello que es importante no solo por el valor material que implica.

Don Claudio Gay llegó a Chile como profesor invitado a ser profesor en el colegio de Santiago, el año 1828 y yo recordaba que el colegio de Santiago estaba ubicado donde posteriormente y a partir de 1850, más o menos, se empezó a edificar la Casa Central de la Universidad de Chile. Y hoy día en la mañana, cuando entré a la Casa Central luego de haber leído la excelente presentación de Rafael Sagrado en esta publicación, me pude imaginar a Claudio Gay caminando con niños que corrían detrás de él como reporta Villalobos en sus agriculturas chilenas, mostrándole pedazos de roca, caracoles insólitos, pedazos de madera que él probablemente acogía con esa curiosidad que solo un intelectual, un sabio como él, podía sostener.

Él fue atraído como muy bien lo sugiere Rafael Sagrado, y la pregunta es: ¿por qué Claudio Gay se interesa en venir a Chile?, y probablemente la respuesta está en la línea de lo que Rafael interpreta en su introducción, que es la cierta popularidad que Perú y Chile habían adquirido en Francia como centros de atracción para la investigación natural. Eran tierras y realidades por descubrir y probablemente fue el imán que atrajo a Claudio Gay con la excusa de ser profesor en una escuela, pero para ser lo que él había sido ya y fue el reto de su vida. Claudio Gay, a dos años de haber llegado, le presentó un proyecto al gobierno.

En ese proyecto  le ofrecía al gobierno de Chile constituir una geografía física y descriptiva del país ni más ni menos, pero además una geología y un estudio de la composición de los terrenos, además una estadística completa de las actividades productivas y de la población y finalmente, la formación de un gabinete de historia natural con especies, con rocas, con mineral, cuadernos estadísticos de las provincias, catálogos de las viñas chilenas, los planes de las principales ciudades y ríos además de los planos de las haciendas que pudieran visitar, ni más ni menos. Y es cierto detrás de esto estaba un poco la ambición que es muy típica de un investigador, particularmente de un investigador científico, planificar un poco sus objetivos y pretender alcanzar quizás un poco más allá de lo que es factible.

Pero a partir del año 1830, un catorce de septiembre, se firma con el gobierno un contrato de cuatro años. Quiero destacar esto, porque es la primera vez entonces en que el estado chileno financia un proyecto de investigación, un proyecto de investigación de esta magnitud y que es cierto como lo dice Clara Budnik, los fundadores de nuestra República tuvieron esa visión para pensar que esto era importante y que era importante poner recursos para investigar sobre Chile y poder tener, como Claudio Gay lo ofrecía, mapas de las ciudades, un estudio de la geografía física, un estudio de los recursos naturales.

Y, evidentemente, era una aventura que comprometía recursos, pero de nuevo, no es cierto, es importante reseñarlo, porque es un paralelo con hoy, y las limitantes que hay para financiar proyectos de investigación, que son severas en un país que tiene muchos más recursos de los que teníamos en 1830 y en que deberíamos tener una visión de futuro mucho más profunda y mucho más rica de la que teníamos en ese entonces.

El compromiso de Claudio Gay con el gobierno fue, primero, una historia general, natural de la República animal, vegetal, mineral, es decir una tarea monumental. Segundo, preparar una geografía física y descriptiva de Chile, con observaciones sobre el clima y adornado además con cartas geográficas y planos de ciudades. Luego un tratado sobre la geología chilena y finalmente una estadística general y particular de la República, o sea era una tarea diríamos hoy día un proyecto monumental; no habría sido posible financiarlo con FONDECYT. Era un proyecto de cuatro años, lo menor posible financiarlo por medio de un FONDART, pero esta tarea envolvía un pago de $ 125 mensuales, es decir, este proyecto le costó al país los pagos al investigador de $ 6.000.

Estuve haciendo algunos cálculos rápidos y $ 6.000 realmente hoy es una cantidad todavía insignificante para financiarlo y probablemente Rafael ha hecho los cálculos para financiar un proyecto de investigación de esta magnitud. Además, entonces, esta es la primera vez  que se crea el concepto que hoy domina tanto los proyectos de investigación. El estado le ofreció a Claudio Gay $ 3000 adicionales si cumplía lo prometido y además le proveía de instrumentos y de facilidades para que se pudiera movilizar seguramente o acceder a lo largo del país.

La pregunta es si todo esto realmente absorbía los costos de esa investigación monumental.  Claudio Gay durante varios años recorrió el país entero, desde lo que hoy es nuestra cuarta región hasta lo que hoy es nuestra décima región, aproximadamente. Hizo un levantamiento espectacular del país, un trabajo en terreno que terminó el años 1838, más o menos, es decir, excediendo un poco los períodos pactados  y de nuevo poniendo en terreno real lo que se ambicionaba efectivamente preparar. Y, evidentemente, se trata de un trabajo monumental; todos los que hemos  tenido oportunidad de revisar no solo el Atlas, sino que el resto de las elaboraciones, los volúmenes publicados por Gay, se da cuenta de la cantidad insólita de trabajo que allí está.

Entonces, un comentario adicional para mí siempre es admirable como estas personas tenían en ausencia de INTERNET, de Excel, y de procesadores de palabras, esta capacidad para poder escribir bien y poder escribir mucho y poder además escribir sustantivos; esto es una cosa que a mí siempre me ha admirado de Andrés Bello, un hombre que tuvo tiempo para ser Rector, Subsecretario de Relaciones Exteriores y Senador al mismo tiempo, y que además en las noches escribe casi por diversión el Código Civil de la República. Son inteligencias monumentales y creo que la edición de este trabajo permite nuevamente recuperar esa visión de este investigador del siglo XIX, esforzado, competente, dedicado día y noche a su trabajo para poder consolidarlo.

De alguna manera, esto permite construir un homenaje de admiración a quienes fueron de verdad, como Claudio Gay y Andrés Bello, los precursores verdaderos de la investigación en Chile. Él acumuló más de 1500 dibujos en colores, y además sus dibujantes, aparte de un par de dibujantes nacionales, eran de una gran categoría internacional, como el propio Rugendas y todavía cuando uno recorre esta publicación y las que le antecedieron, uno se da cuenta de esa capacidad para poder ubicar los dibujos correctos para retratar la sociedad de la época, para retratar sus problemas, para retratar sus sueños, sus potencialidades.

Uno recoge algunos de estos dibujos que lo choca, como el de la casa de cóndores, que es de una violencia espectacular que reproduce justamente ese ánimo de sobrevivencia de nuestra sociedad, a comienzos del siglo XIX, de una manera muy vívida. También está aquí lo otro, que es la recepción en el Palacio de la Moneda, que reproduce ese otro lado de la sociedad, el lado rico, el lado tranquilo, el lado apacible, el lado de la gestión política. Cuando uno recorre estos contrastes de la sociedad chilena de la época cuando ve a los pobres y sus vestimentas, cuando ve a los ricos y sus carruajes y evidentemente solo la impresión física, visual, a uno le trae una imagen muy consolidada del país que éramos y del país que en definitiva de alguna manera fuimos.

Me gustaría subrayar, además, esta capacidad que yo calificaría de maravillosa, de Claudio Gay, de haber preparado todos esos mapas del territorio de la República que si ustedes contemplan y mi pregunta es: ¿cómo sin tecnología satelital pudo haber construido mapas completos con acabados detalles de nuestra República? Y me parece que ahí hay un tema que yo no lo sé si nuestros colegas geógrafos han estudiado, pero parece que es un tema fascinante. Cuando uno recorre esos mapas y los compara, como tuve la oportunidad de hacerlo anoche, con un grado de precisión que me parece que hoy, es muy natural y muy obvio, pero cuando estamos hablando de 1830 no es ni natural ni obvio y obviamente sin tecnología para poder llevarlo a cabo.

Y quisiera destacar en particular aquí en mi lámina favorita en todo este Atlas que es el mapa de Santiago de 1831. Los invito a todos a que lo examinen, a que estudien las ciudades de 1831. Una ciudad todavía de pocas manzanas con nombres de calles que no son las actuales, con otras que sí son las actuales, con una descripción de los edificios cuando La Moneda todavía estaba en la Plaza de Armas, digamos el Palacio de Gobierno y la Casa de Moneda todavía era Casa de Moneda. Es una manera maravillosa de ver y de enseñar como esta ciudad ha crecido, ha cambiado con todos sus problemas y también todas sus virtudes.

Claudio Gay tuvo un período posterior a su trabajo de investigación un largo debate para poder financiar la publicación y eso no ha cambiado, no ha cambiado porque muchos investigadores que hacemos estos proyectos que tienen financiamiento se quedan digamos con estos libros que no son rentables, almacenados por años. La visión hoy es muy distinta para materia de publicación, y las editoriales que efectivamente enfatizan el trabajo académico tienen también que ser regidas con las mismas reglas y, por lo tanto, van sistemáticamente a un fracaso financiero.

Debaten con el Ministro Montt, que posteriormente es presidente, pero que finalmente le llevaron a publicaciones primero parciales y finalmente a la publicación concreta, a partir de 1853, de los 20 tomos y de las 245 láminas, que están incluidas en el Atlas. Y la última obra, que justamente es sobre agricultura, que fue publicada por Sergio Villalobos en la edición del año 1973, apareció en 1865. Es decir, uno puede, en términos generales, decir que el trabajo de investigación abarcó aproximadamente unos 14 años y el trabajo de publicación abarcó por lo menos unos 20 años,  proporciones que son un poquito indiscretas, pero que en muchos casos no han cambiado.

Pero, sólo un siglo más tarde de la aparición de esta obra, es nuevamente publicada para Chile y lo hace la Editorial Universitaria. Y es la obra que todos nosotros conocimos es nuestro período de formación en la universidad; estaba hecho, naturalmente, con otra tecnología que hoy estamos conociendo y creo que entonces es de justicia, que casi 40 años más tarde, haya entonces una reedición tan bien lograda, tan maravillosa, de esta obra. Esta obra no es una obra para ser presentada, lo que si debo decir es que esta maravilla ha sido puesta de nuevo a disposición de la juventud chilena y de los niños y a mí me parece tan importante.

Esto se ha logrado tan bien en esta edición y el trabajo de DIBAM es el poder poner esto, con tecnología digital, de manera que los niños puedan acceder a ello y puedan aprender entonces que nuestro país partió hace mucho tiempo, que nuestro sacrificio viene de hace mucho tiempo y que, por lo tanto, en esa comparación, cuyo resultado siempre es positivo, creo que Claudio Gay nos ha dejado un tremendo legado respecto a lo que necesitamos proteger, que son nuestros recursos naturales.

Y respecto a lo que necesitamos es creer en el progreso permanente de nuestra sociedad; creo que ese mensaje debe llegar positivo, constructivo y transparente a los niños y a los jóvenes. Y creo que ese es el gran valor que esto tiene, el valor de enseñar que Chile es un país que ha tenido un notable pasado, pero que por lo mismo es un país que tiene un notable y glorioso futuro. Muchas gracias.

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