Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Lanzamiento de Libro "El Sentimiento de lo Humano en la ciencia, la filosofía y las artes".

En realidad, como muy bien ha expresado el doctor Ojeda, esta es la presentación de un libro, pero es al mismo tiempo es un homenaje a Félix Schwartzmann, que es el sentido del libro y también, es el sentido de esta ceremonia.  Y por lo tanto, yo quiero concentrarme en el homenaje a Félix Schwartzmann.

Tuve la oportunidad, no de leer, pero sí, de ojear el libro, mirar las distintas contribuciones, sentirme profundamente afectado por su primer capítulo que describe a Félix Schwartzmann, en esa dimensión humana; de la persona, del padre, que es, y que constituye probablemente el 80 % de los que es Félix Schwartzmann.  Tuve la oportunidad de ver la contribución de varios de sus colegas, colegas nuestros, todos ellos, indicando su aprecio por la contribución intelectual, por la guía intelectual, por este aporte sensacional que Félix Schwartzmann ha hecho a lo largo de la vida.   Y es por cierto, un libro amplio y profundo, de gran contenido, pero creo, que lo fundamental del libro es                                                   esta dimensión humana de Félix Schwartzmann, y por lo tanto, yo habría propuesto cambiarle el título y dejarlo simplemente como el sentimiento de lo humano.

Porque creo, como lo hemos escuchado ahora también, que la contribución de Félix Schwartzmann está sobre todo en entender al hombre, vaya pregunta y vaya tema.  Yo sé que él ha hecho una gran contribución en la filosofía y la historia de la ciencia y me recordaba y lo he recordado recién con la Decana, que tuve la oportunidad de tomar hace muchos años un curso de historia de la ciencia, donde aprendí, que para hacer historia de la ciencia, había que saber ciencia.  Porque no podía ser historia de la ciencia solamente una descripción mecánica; de procesos, de hechos, de fenómenos, si no se entendía la raíz misma de él y por lo tanto, desde ese entonces, empecé a admirar a quienes se dedicaban a la historia de la ciencia y más aún cuando ella, como en el caso de Félix Schwartzmann, está complementada por esta visión del hombre que es el fenómeno que en definitiva, está detrás de la ciencia, de la creación, de la inteligencia y del desarrollo tecnológico.

Félix Schwartzmann es este ser humano fantástico, que un día, alumno del Liceo de Aplicación, decide que en realidad le aburren las clases, le aburre la hora del recreo, le aburre regresar a la casa y él quiere saber más de la vida y deja el Liceo de Aplicación, para aprender más de la vida y probablemente para tocar con sus manos de niño, todavía una realidad, que desde el Liceo y probablemente desde su hogar paterno la encontraba todavía lejos.  O sea, Félix Schwartzmann, es un hombre de decisiones y es un hombre que sabe marcarlas con algunas opciones que son tan cruciales como éstas, no conozco otro caso, de quien haya decidido dejar el liceo, porque había que aprender de otra manera sobre la vida.

Y entonces se gradúa mucho más tarde, el año 49, en nuestra Facultad de Filosofía y educación y desde el año 1951, es profesor de historia de la ciencia, historia y filosofía de la ciencia, después, en nuestra Facultad de Ciencias.  Es decir, este niño que aprendió de la vida, que dejo el liceo, llegó a ser un académico, que desarrolló un aporte importantisimo en la formación de tantos que lo testimonian en el libro. 

Hay testimonios hermosos del trabajo de Félix Schwartzmann, y es porque, claro, Félix Schwartzmann, se preocupo de Nietszche, pero también, de Einstein y de Mozart y de Hegel, y de Neruda y se preocupó de todos, y por lo tanto, proveyó a cada uno de sus estudiantes con un nicho de interés, un hombre que es capaz de hablar. Como podríamos decir hoy en la Universidad, transversalmente.  Y es un hombre que no sobreenfatiza ninguna especialidad y habla de los grandes temas, y por lo tanto, todavía podemos aprender de él, como de estas palabras maravillosas que hemos escuchado, y que nos dice:   en realidad, que la historia de la humanidad es la historia del amor, o de los hombres entre los hombres.

Félix Schwartzmann, y uno lo aprende, leyendo las páginas de este libro, no sólo fue un hombre de decisiones importantes en la vida, sino también de adhesiones muy profundas.  Yo no lo sabía, pero él fue uno de los contribuyentes importantes al proceso de reforma universitaria, porque él se preocupó del hecho, porque él escribió en torno al hecho, y porque él obtuvo una postura respecto de eso.  Y también, al mismo tiempo, fue un trotskista que probablemente, fue llevado a ella, por esta visión que tiene del hombre, del hombre que no puede ser acallado, y del hombre que puede cambiar, también, sus visiones y sus decisiones, en las grandes lides ideológicas y políticas.

Pero, Félix Schwartzmann también es un admirador de Gardel, y creo que entre todas las cosas que leí, probablemente eso fue lo que me dejó más impresionado. Yo veo muchos admiradores de Gardel, pero hay pocos admiradores de Nino Bravo, y pocos que al momento de trabajar en su hogar tararean algunas canciones populares.  Entonces, estamos hablando acá, de una persona que tiene extraordinarias cualidades, no sólo como intelectual, no sólo como científico, no sólo como filosofo, sino que como un hombre;  padre, amigo, maestro, en el sentido integral de la palabra. 

Yo creo que nos hemos juntado acá, para alegrarnos de la publicación de ese libro, pero sobretodo para decirle gracias al maestro, al maestro que, yo debo decirlo, ha dedicado una vida entera a esta universidad, él es un hijo de ella y el hoy es uno de sus maestros más distinguidos.  Y hay que agradecer hoy día, ese nivel de compromiso, ese nivel de adhesión, ese nivel de proyección en el trabajo universitario, que tanto, nosotros los que no fuimos discípulos de él, admiramos y quizás envidiamos en aquellos que tuvieron la oportunidad de ser discípulos.

Yo creo que este es un homenaje muy debido y muy sentido y he tenido la oportunidad de escucharlo varias veces, tengo la fortuna de ser  también, con él, miembro de la Academia Chilena  de Ciencias Sociales, Políticas y Morales  y escucharlo y escuchar sus comentarios, sus ideas y muchas veces sus chascarros oportunos e inteligentes.  Pero creo que no hay nada mejor que describa todo lo que yo pueda decir, que lo que leí en el libro y que está en una de sus primeras páginas y que dice: el segundo y fulgurante descubrimiento de esos años, en la Facultad de Ciencias Universidad de Chile 1966, fue la naturaleza social de la ciencia. 

Le debo a Félix Schwartzmann el haberme introducido temprano a todo ese mundo, en su curso de la Facultad de Ciencias, donde conocí lo que hasta entonces era el saber de una minoría en Chile, los trabajos de la Escuela Francesa de Historia y Filosofía de la Ciencia, Alexander Koire, Gastón Bachelard. En todos esos autores se expresa la convicción no intuitiva de que las ideas científicas se hacen y cambian de manera abrupta  y no por una suerte de acumulación de evidencia puramente empírica que se sustente en imágenes e ideas que nos son dadas e inmutables, y que cada época es ciega a los fundamentos de lo que toma por cierto y evidente. 

El gran público se hizo consciente de todo esto, gracias al famoso libro de Thomas Kuhn, que es imposible sin los antecedentes de la Escuela Francesa, a la cual Kuhn cita con reverencia. Para mis cortos 19 años, esas lecturas guiadas por Schwartzmann, sobre el quehacer científico, me sacaron para siempre de la posición de ingenuo-aprendiz, a ser también un crítico de lo que yo recibí en mi formación profesional.

Creo que no hay homenaje mejor al que tenemos todos que adherir junto a este agradecimiento por lo que es, por lo que ha sido y por lo que seguirá haciendo junto a nosotros Félix Schwartzmann, muchas gracias.

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