Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Inauguración Año Académico Facultad de Artes.

(Transcripción)

Inaugurar el Año Académico de la Facultad de Artes de la Universidad de Chile es inaugurar las actividades en el centro mismo de aquéllo que la universidad debe privilegiar que es el humanismo. Es de esta facultad, de donde primordialmente sale la creación y las ideas que permiten hacer de la universidad mucho más que una entidad capaz de crear y diseminar conocimiento en ciencia y en la tecnología, es en donde radica el esfuerzo mismo que es el ser de la universidad. Y, por lo tanto, inaugurar un año académico en esta facultad nos puede hacer reflexionar acerca de los problemas, acerca de las dificultades que enfrenta la realización del trabajo universitario. Es cierto que nuestra universidad tiene una gran cantidad de debilidades y de amenazas, amenazas derivadas de un modelo universitario inconsecuente con la necesidad de privilegiar el desarrollo de la inteligencia, de la capacidad que el país necesita para dar todos los saltos materiales. Pero también inconsecuencia, porque en ese modelo son precisamente aquellas áreas más sensibles al desarrollo de las reformas, más importante desde el punto de vista del perfeccionamiento de nuestra vida en sociedad como son las humanidades, las ciencias sociales y las artes, las que son más perjudicadas por una orientación implícita por políticas de mercado que se aplican y que no tienen en cuenta probablemente las graves consecuencias de perder el desarrollo universitario que Chile logró construir. Amenazas, porque ciertamente ese modelo privilegia más bien a las universidades como centros de negocios que como centros académicos, de reflexión, de propuestas y de debates. Amenazas, porque en definitiva, se observa a la universidad simplemente como un problema del que debe ocuparse el sector privado y que no tiene nada que ver con las responsabilidades del Estado a pesar de las enormes implicancias de externalidades y efectos que el trabajo universitario tiene para la vida nacional, en un sentido más integral.

Y entiendo también que producto de este cuadro que se ha venido desarrollando y que apreciamos todos los días en la forma en que se investiga, en la forma en que se enseñan las políticas, en la forma en que se aplican y discuten las mismas, se complementa con las debilidades de la propia institución. Debilidades, muchas de ellas, generadas por los años de intervención, pero debilidades también, que tienen que ver muchas veces con nuestra lentitud para poder reaccionar frente a las necesidades distintas; debilidades que tienen que ver con la urgencia muchas veces y las muchas ganas de cambiar nuestras estrategias y estilos de trabajo para poder abordar los grandes temas nacionales de hoy día, como son el desarrollo del postgrado y la investigación. Debilidad porque muchas veces no logramos todavía percibir que en nosotros radica la responsabilidad fundamental para reaccionar proactivamente frente a ese medio que requiere un trabajo universitario de calidad, en el cual la Universidad de Chile debe seguir manteniendo su liderazgo. Son debilidades que hemos hecho el mejor esfuerzo para ir superando en la institución. Todos sabemos las enormes desventajas que se nos produjeron y que rezagaron nuestros trabajos en muchas áreas, en donde sensiblemente hubo pérdida en el trabajo, en la profundidad académica y en otras, donde el enfoque estuvo más bien modelado por la conveniencia en lugar de los intereses estrictamente académicos. Y al Estado le complacen esas reformulaciones y tareas concretas que hemos reseñado, y para este año hemos apuntado 3 tareas importantes en la institución. La primera, es la que ha reseñado también el señor Decano y nuestra reforma en el pregrado, reforma que tiene que ver con una nueva concepción de los estudios profesionales en el país, reforma que tiene que ver también por una racionalización de los mismos en término de los requerimientos externos, pero también en término de desarrollar nuestras propias potencialidades. Esa precisión, ese trabajo, ese examen que se impuso en la universidad ha terminado con lentitud y estamos llamando a acelerarlo, porque es muy importante que la Universidad de Chile lleve el liderazgo en esta transformación que tiene que ver con el sistema, con la concepción del sistema sobre todo, y como muy bien sabemos, la mayor parte del llamado sistema universitario nacional hoy es propiedad de la Universidad de Chile y tenemos que ser capaz de desarrollar nuevas ventajas, nuevas potencialidades en la formación profesional y eso tiene que ver esencialmente con esta nueva construcción del sistema de ingreso a la universidad y de una reforma del pregrado que haga de la formación de profesionales un elemento mucho más integrador, mucho más completo, mucho más diverso que el que hemos sido capaces de desarrollar. Ahí hay una tarea importantísima que nadie hará por nosotros y el escenario es que no puede ser que lo hagan otros para que después la Universidad de Chile, según lo que ocurre allá afuera, tenga también que hacerlo. Nosotros hemos contado el camino proactivo de que nuestra universidad encabece ese cambio que necesitamos para el país, es vital para el desarrollo profesional y es vital también para los cambios que permanentemente debe sufrir la universidad asumiendo su rol en el sistema.

Pero hay otra segunda tarea que es muy importante este año y que tiene que ver con la acreditación. Nosotros hemos sostenido que un proceso de acreditación en Chile es fundamental para poder darle a los jóvenes información transparente respecto de las ofertas universitarias. Todos sabemos la liviandad, muchas veces la impudicia, con que se hace marketing a las instituciones que ofrecen estudios de educación superior; ciertamente eso no cubre a todo el sistema en desarrollo, pero gran parte del mismo ha estado caracterizado por una enorme superficialidad en sus ofertas y por ofertas que realmente muchas veces, por particulares e innovadores, transgreden a veces hasta los principios de la ética. Pero para eso es necesario tener un sistema que califique adecuadamente lo que ocurre en el sistema, que provea información adecuadamente sobre lo que los estudiantes han de esperar de las ofertas de pregrado y también del postgrado. No es posible que el sistema universitario se siga desarrollando como un supermercado en que se puede sacar de las distintas estanterías distintos componentes para obtener títulos de médicos, de abogados, de artistas. Aquí es fundamental poner orden en el sistema y nosotros nos hemos jugado por un sistema de acreditación que nos solucione en serio, que no sea un sistema de acreditación como el antiguo sistema de licenciamiento, cuya vara fue tan baja que finalmente todas las universidades, cualquiera que se postulara, lograba la autonomía. Aquí es fundamental tener un sistema en que la vara sea alta y la Universidad de Chile debe ser quien provea esa vara con su sistema universitario. La calidad de nuestro trabajo, la calidad de nuestros académicos, la calidad de nuestra organización hoy día es fundamental para poner esa vara que es necesaria para que el sistema tenga un desarrollo más estable y un desarrollo más bien formal.

Pero también es fundamental -y esto es una tercera tarea- avanzar más en el proceso de la estructura interna de la universidad. Aquí todos sabemos que existe en la universidad una gran porción de funcionarios y de académicos también, que están en condiciones de jubilar y que lo necesitan, lo quieren y lo merecen, pero no pueden hacerlo porque las condiciones de jubilación producto del cambio del sistema previsional son absolutamente inaceptables, y yo, como Rector de la Universidad, he estado en contra de poner en la calle a funcionarios no sólo porque eso puede crear conflictos e inestabilidades para el trabajo de la Institución, esa no es la razón fundamental, la razón fundamental es que si esta universidad predica el humanismo, predica la comprensión de las ideas, predica la tolerancia, entonces no puede aplicar las mismas políticas que aplican las empresas privadas para tratar a su personal. No obstante, la universidad necesita un reacomodo, necesita una reestructuración en esa dimensión, que es la dimensión que nos puede proporcionar los recursos para desarrollar mejor nuestro trabajo académico y, por lo tanto, estamos en la decisión de implementarlo. Esperamos que el gobierno, en el proyecto de ley que se presenta luego al Congreso, permita que la universidad, con sus propios recursos, pueda asistir a los funcionarios y académicos en condiciones de jubilar y que desean hacerlo en un programa voluntario para que la universidad pueda también atender esa otra gran prioridad que es el desarrollo de los académicos jóvenes. Hay una falencia importante en la institución en esta materia; necesitamos ponernos al día en ella, porque tenemos que pensar en la universidad a 10 años y la universidad en 10 años se puede ver seriamente amenazada si no logramos consolidar nuestros programas de postgrado, nuestros programas de desarrollo de académicos jóvenes y la estructura de incentivos. De manera que es cierto que enfrentamos tareas y problemas, y es cierto que hemos superado muchos otros y también hay que mirar hacia el lado brillante de las oportunidades y de las fortalezas de la Universidad de Chile. Quién no sabe que aquí están los mejores académicos del país, la mayoría de ellos desarrollados aquí, con sacrificios en años duros muchas veces, en condiciones que nunca han sido las mejores ni las óptimas, pero están aquí, los mejores profesores, los mejores investigadores, los mejores creadores del país. Y uno sabe que la Universidad de Chile ha sido reconocida por la propia comunidad europea en un estudio totalmente independiente que no tiene nada que ver con los estudios de algunas revistas chilenas que tienen vinculaciones con las propias universidades privadas. En ese estudio la Universidad de Chile es la única chilena en el ranking de las 500 mejores universidades del mundo y una de las mejores 7 universidades Latinoamericanas incluidas en ese ranking. Y eso evidentemente es algo que nos da una tarea, porque eso hay que mantenerlo en el tiempo y eso de mantenerlo en el tiempo requiere un trabajo comprometido de las autoridades y de los académicos de esta institución, principalmente. Pero ahí están las otras ventajas: hemos sido la universidad con mayor agresividad en la creación de doctorados; hemos sido la universidad con los mejores resultados aunque la competencia diga otra cosa, en el último proceso de selección universitaria; somos una universidad que tiene una enorme fortaleza, una enorme tradición, un enorme peso, pero eso no nos puede llevar al conformismo, no nos puede llevar a esperar del mañana a ver qué es lo que pasa. Eso mismo requiere justamente nuestra reacción, nuestro trabajo, nuestro potencial constructivo para mejorar al seleccionar, para ser todavía más y mejor de lo que estamos siendo y podemos ser.

De manera que creo que los estudiantes que llegan a esta institución no se han equivocado, porque ésta es la institución, la mejor institución académica, la universidad amplia, tolerante, humanista que nuestros antecesores se preocuparon de construir y que tenemos nosotros la obligación de preservarla. Es por eso que es bueno decirlo aquí, en la inauguración de este año académico de la Facultad de Artes, porque aquí radica parte importante de lo que es ese gran esfuerzo de la universidad por mantener sus estándares, por reseñar al país ese liderazgo que muestra en muchas áreas, pero aquí particularmente, donde son más profundas y claras y porque es aquí justamente donde nadie puede decir que aquí está el negocio, la ganancia por utilidades de ninguna especie en la universidad, sino solamente aquélla que se dirige al alma, al corazón de las personas. Aquí es bueno decir que tenemos la obligación de seguir renovando el compromiso con la universidad y eso significa seguir trabajando duramente como lo hacen nuestros académicos y autoridades universitarias para seguir proyectando y creando universidad en un ambiente difícil, poco tolerante, muchas veces poco consecuente, pero que en definitiva es el escenario adverso y todo que tenemos que enfrentar y que seguiremos, no tengo ninguna duda, enfrentándolo mañana.

De manera que junto con inaugurar el año académico en esta facultad tan querida para la universidad, tengo que hacer un llamado vital, convencido, enérgico, a trabajar duro, mis queridos colegas, porque tenemos mucho que hacer, no podemos estar de brazos cruzados en ninguna parte de la universidad esperando que alguien solucione nuestros problemas o esperando ver qué es lo que pasa en el futuro que vendrá. Tenemos la obligación de salir adelante, de enfrentar estos retos, enfrentar nuestros problemas y salir adelante como lo hemos hecho, como hemos podido hacerlo aunque a muchos les moleste en el país, para que esta universidad siga teniendo fuerte, alto, el estandarte de la tolerancia, del prestigio, de la fraternidad, de la humanidad y de la creación sólida del conocimiento para el Chile del mañana. Muchas gracias.

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