Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de Graduación de Profesores de Educación Media en disciplina científico-humanista.
(Transcripción)
Todos los que estudiamos pedagogía, alguna vez en nuestra vida, lo hicimos quizás con dos ilusiones. La primera, la ilusión de la realización personal: estar conectados con otros y ser capaces de conducir y organizar tareas para proyectarlas en otros. Verse uno en la cara de esos niños como en un espejo para ser querido por ellos y para ser, de alguna manera, un maestro. Y también, porque yo creo que el profesor es, como muy bien lo entenderán los historiadores, el nexo más fuerte, más sólido, entre el presente y el futuro. Creo que todo aquel que ha querido estudiar pedagogía, es porque quiere proyectarse hacia el futuro en esos niños, sobre cuyas mentes y sus corazones actuamos quienes enseñamos, quienes trabajamos con ellos, quienes podemos proyectarnos.
Por lo tanto, la carrera que ustedes han abrazado, es una carrera que está llena de ilusiones. Son realizaciones, son aspiraciones, ideas, que van mucho más allá de estas cuestiones materiales que hoy tanto nos preocupan y que hacen que la gente más bien sepa el precio de todo, pero realmente el valor de nada. Quizás por lo mismo, nos encontramos entonces muchas veces con esa muralla que es la realidad del sistema escolar o del sistema educacional, en que la calidad importa poco, es quizás la cantidad lo que debe maximizarse; en una sociedad donde prima un cierto desacuerdo, al menos, respecto a la importancia que tiene el proceso educacional; y en que las condiciones en las cuales se trabaja precisamente para esos niños a los cuales nos gustaría mover tanto en la escala social a través del desarrollo de sus capacidades, en esa misma realidad de los colegios más pobres, de los colegios con más restricciones, se vive precisamente también un sistema educativo que más nos apabulla, en términos de la incapacidad para buscar una solución a largo plazo de aquello que hoy no nos gusta.
Yo he escuchado con mucha atención las palabras de vuestro compañero que indican de una manera cruda la realidad escolar. La realidad que hay que enfrentar más allá de los sueños y de las ilusiones de proyectarnos en los niños y mirar hacia el futuro. La realidad que se ha impuesto para degradar a la educación a un nivel que probablemente no es comparable a ninguna de las cosas que mí generación tuvo la oportunidad de ver. Pero al mismo tiempo, esa realidad que es tan contrastante con estas aspiraciones, es un desafío para ustedes. Por eso es tan importante lo que él ha dicho: el profesor hoy debe envolverse en la formación docente y en la formación de sí mismo. Yo creo que no hay nada más poderoso que la capacidad de soñar y de lograr realizar los sueños. Por lo tanto, esa capacidad que ustedes han tenido porque han estudiado pedagogía en los tiempos en que hay que ser valiente para hacerlo, hay que tener coraje, porque ustedes saben que se enfrenta una realidad difícil, una realidad compleja, pero una realidad que debe mejorar; constituye un desafío para ustedes muy importante.
Nosotros en la Universidad hemos hecho un esfuerzo muy importante para poder llevar adelante nuestro trabajo en el área de formación pedagógica. Ustedes conocen la historia: a la Universidad de Chile se le desmembró esta área y fue prácticamente declarada fuera de nuestras prácticas docentes y académicas. Con esfuerzo hemos ido, poco a poco, consolidando un programa de estudios pedagógicos, que yo estoy convencido -muchos estamos convencidos- produce los mejores profesores del país. Por lo tanto, este grupo de excelencia, este grupo formado en una Universidad diversa, tolerante, competente, de alto vuelo, es justamente el grupo en quien tenemos que depositar, mejor que en ningún otro, esa confianza de poder cambiar las cosas que allá afuera no están funcionando bien, y que hacen que nuestra educación hoy no sea un orgullo para el país, sino muy por el contrario.
De manera que creo que esta ceremonia en que ustedes se gradúan, no es una ceremonia más en que se entregan algunos cartones recordatorios y en que se canta la "Canción del Adiós": aquí deben haber compromisos. El gran compromiso es que ustedes se llevan la tarea de enfrentar esa realidad dura en la forma más competente y decidida para poder cambiarla. Porque eso es indispensable para un país que quiere un cambio en tantas otras cosas, pero que primero que nada debe cambiar las capacidades, las cualidades y las personas. Por eso mismo creo, ustedes también deben llevarse, al menos, un par de tareas importantes.
Yo creo que la número uno, es que ustedes son representantes de la Universidad de Chile allá afuera. Ustedes serán siempre identificados como los profesores de la Chile, tal y como los ingenieros de la Chile, los abogados de la Chile, los médicos de la Chile. Uno, por lo tanto, tiene una relación indisoluble con esta Institución, que es -como ustedes bien lo saben- una Corporación que está permanentemente siendo acosada. Porque, para decirlo con franqueza, hay quienes en este país no les gusta que exista una Universidad amplia, una Universidad diversa, una Universidad tolerante, una Universidad donde se respetan las ideas, una Universidad donde todos, todos, tienen cabida. Es quizás por eso que muchos prefieren que la formación pedagógica se realice en universidades que tienen patentes y sellos, que pertenecen a grupos ideológicos de principios o simplemente grupos de interés. Esta Universidad es del Estado de Chile, aunque a veces cuando se examinan las cuentas, se da la realidad que no es del Estado de Chile, pero vamos a considerarlo como un principio: una Universidad que responde a los intereses del país. Y hoy ustedes lo representarán en las aulas y en los colegios. Ustedes son representantes oficiales -y así los nombro- de la Universidad de Chile en el ejercicio de su profesión. Eso significa mucho para una Universidad que muchas veces no se le da el crédito.
En esta Universidad hay una pequeña mancha y, obviamente, ocupa titulares y escándalos. Pero cuando hace dos días atrás la Unión Europea dijo "mire vamos a hacer 22 proyectos de investigación con Chile", de los cuales trece son de la Universidad de Chile y tres son de la otra universidad que queda acá en la Alameda, entonces eso no aparece en ningún titular, en ninguna noticia. Eso no es importante porque eso refleja efectivamente lo que esta Universidad es capaz de hacer. Ustedes tienen, entonces, la obligación de reponer allá afuera -sobre todo en la mente de los jóvenes- lo que significa esta Institución para el país y para la sociedad chilena.
Pero lo segundo, que también es una tarea importante, por favor, profesores de Historia, de Castellano, de Filosofía, de Artes Plásticas, de Inglés, de Biología, Matemáticas y Química, que nunca se apague el fuego en sus corazones por tratar de hacer de la pedagogía, nuevamente, lo que nunca debió dejar de ser: la gran profesión para el futuro. La gran profesión para formar el futuro de un país que necesita construirlo sobre la base de las capacidades de sus jóvenes y de sus niños. Esa es una tarea muy importante, por eso deben volver. Volver a contarnos qué pasa allá afuera. Volver a decirnos qué tenemos que cambiar. Volver a ayudarnos a formar las nuevas generaciones de profesores. La vuelta a la Universidad es indispensable en una gran Universidad: ésta lo es. Por lo tanto, cada vez que vuelvan, volverán a su Casa y serán bienvenidos.
Mucha suerte, que les vaya bien.