Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile, en Ceremonia de presentación del |

Realizado por el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile.

(Transcripción) 

Uno no puede dejar de sentir un poco de angustia después de escuchar las conclusiones que tan bien ha resumido de este trabajo el Prof. Gligo (1). Uno siente una especie de enorme preocupación, pero que va mucho más allá de los temas puntuales, y tiene que ver con el tema de la sustentabilidad. Quizás, no puede uno dejar de pensar respecto de cuan parecido es la experiencia de fines del siglo XIX y de comienzos del siglo XX, a la experiencia de fines del siglo XX y de comienzos del siglo XXI. El Prof. Sunkel (2) lo sabe muy bien, porque ha sido una de las personas que ha trabajado en este tema. Pero cuando uno, como Aníbal Pinto, se pregunta ¿cuáles fueron las razones que provocaron el fracaso del desarrollo económico chileno, que se veía con tanto auspicio, con tanta voluntad, con tanta dedicación? Si uno revisa la literatura, los periódicos de la época, ve un gran entusiasmo por el Chile que viene, el Chile de la grandeza, el Chile de la inversión, el Chile de las casas señoriales de Santiago que empezaban a crecer, el Chile del Iquique que se desarrollaba como un gran centro de inversión, el Chile que se abría al mundo, el Chile de la -llamaríamos en nuestra época- integración, el Chile de la propia mundialización que refirió Keynes en su libro "Las consecuencias económicas de la Paz". Pero ese Chile falló. Ese Chile entró, a comienzos ya del siglo XX, en una etapa de grandes contradicciones, de grandes problemas sociales y políticos, que finalmente llevaron a una, yo diría, pérdida de la posibilidad de desarrollo sustentable y, en definitiva, a la secuela de acontecimientos del siglo XX que todos nosotros bien conocemos y sufrimos: una historia conocida.

¿A qué atribuye Pinto esa situación, ese cambio, esa frustración del desarrollo? Bueno, esencialmente a la no sustentabilidad del desarrollo económico, desde el punto de vista de la incompatibilidad entre la base económica y la base desde el punto de vista social, político, cultural y, diríamos ahora, ambiental. O sea, no es posible, como dicen los economistas, cuadrar un sistema, en que se trata de llevar adelante un crecimiento económico, si, en definitiva, ese crecimiento económico se enfrenta con otros elementos de la dinámica social, política, global de una sociedad y que, en consecuencia, no van acompasados con ello. En Chile, en mi opinión, hay dos. Primero es, desde luego, nuestro tremendo retraso en el ámbito social, en materia de distribución de ingresos. Un país que pretende seguir creciendo a un 5% ó a un 6% por año durante veinte años para poder alcanzar el piso del mundo industrial, evidentemente no es un país que tiene la distribución del ingreso y las enormes tensiones sociales derivadas de eso como lo exhibe desgraciadamente nuestra economía. Ahí hay un grave problema y una incompatibilidad que no hace elegible al país para la inversión que necesita el crecimiento. El segundo elemento, es el que nos acaba de revelar en forma tan cruda este informe: la no sustentabilidad de nuestro desarrollo, desde el punto de vista de la base ambiental que se destruye, justamente, como producto, como resultado -inevitable en gran medida, evitable en otra medida- del crecimiento económico y del desarrollo.

Entonces, aquí hay un tema central que lo posiciona muy bien este informe tan bien publicado y que contiene una gran cantidad de trabajo. Yo he tenido sólo la oportunidad de hojearlo, naturalmente, pero me doy cuenta (habiendo sido durante mucho tiempo un investigador que ya no soy a estas alturas) de lo que cuesta hacer y poner junta toda esa información, toda esa capacidad y toda esa inteligencia que está incluida en esas hojas. Por eso, a mí me parece que ésta es una contribución muy importante. Una contribución muy importante para -como muy bien se dijo- pensar al país. Las universidades, y esta Universidad en particular, está diseñada para pensar al país y convertirse en la inteligencia del país. Un país no puede funcionar sobre la base de los incentivos que da el sistema político económico, de mirar los próximos tres meses o los próximos dos años. Un país tiene que funcionar, como vi en un gráfico, pensando en el Chile del 2040. Cuando Manuel Montt o Pedro Aguirre Cerda, pensaron en un proyecto educacional para Chile en diferentes proporciones, estaban pensando en veinte, en treinta o en cuarenta años más. Pero nosotros hoy día somos incapaces de eso. Estamos preocupados de la inauguración de playas que, con todo respeto y cariño, tienen un gran efecto para los próximos tres meses, probablemente, con algunas eventuales consecuencias: las elecciones dentro de tres años. Sin embargo, el diagnóstico, el pensamiento sobre el país, el país que queremos construir, el de los próximos diez, veinte, o treinta años, el que le queremos dejar a nuestros hijos o nietos, no es hoy día una preocupación central en política. Por eso a mí me parece muy importante que este trabajo lo rescate y lo reponga. Ojalá que este libro no sea solamente decorativo para muchas estanterías, sino que esta reflexión sea algo que se piense, se medite, que llegue adonde debe llegar, que es la conciencia de la ciudadanía y, por cierto, de los políticos.

Yo lamento que no esté aquí la prensa. Si hubiésemos anunciado alguna cosa escandalosa, probablemente estaría acá solicitando que le explicáramos con mucho cuidado todo esto. A mí me parece que, después de todo, lo que hay detrás de esto es un gran escándalo con nosotros mismos y una gran vergüenza de lo que no estamos siendo capaces de cuidar adecuadamente y, por tanto, el enorme costo que le estamos traspasando a nuestras generaciones.

Yo realmente me siento muy contento de que sea el Ministerio Secretaría General de la Presidencia el que encargue este estudio, porque una actitud muy chilena es tratar de no revelar las cosas y ponerlas debajo de la alfombra. Y como muchos lo saben, la mejor manera de no estar enfermo, es no hacerse nunca un examen. Por eso yo creo que es muy importante que sea, precisamente, la autoridad que demande esta información. Ojalá esta información no quede solamente en una estantería -insisto-, sino que también esto sirva para pensar en cuales son los planes de acción que tenemos que diseñar, como una estrategia de país, para mirar estos problemas y los problemas sociales que, como digo, son los dos grandes impedimentos para sustentar el desarrollo.

Finalmente, yo me siento también muy contento de que aquí hayan participado académicos de otras universidades. Yo creo que esa es la dirección correcta del trabajo que se debe tratar de impulsar en las universidades. Somos un país de recursos escasos y de inteligencias escasas, y la inteligencia cada vez se muestra como uno de los recursos más escasos; por lo tanto, ser capaces de convocar y tener las voluntades de colaborar, a mí me parece que es indispensable para que, más allá de estudios, paper o trabajitos que se realizan por un grupo de gente en una universidad, sea una verdadera contribución desde las universidades al país. Es un mensaje, en mí opinión, importante, trascendente y que debe permear de alguna manera en la comunidad nacional.

Yo los felicito por este trabajo. Me doy cuenta del enorme empeño que se ha puesto para sacar esto adelante, y creo que debemos hacer un esfuerzo para que llegue finalmente a la conciencia de todos. Ojalá esto sirva para poder empujar no sólo en los discursos, sino que en los hechos, el país que queremos.

Muchas gracias.

 

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Notas
1. Prof. Nicolo Gligo, investigador del Instituto de Asuntos Públicos.
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2. Prof. Osvaldo Sunkel, Director del Instituto de Asuntos Públicos.
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