Palabras del Rector de la Universidad de Chile, profesor Luis A. Riveros, Con motivo de la Inauguración del Año Académico 2002 del Hospital Clínico de la Universidad de Chile.

Esta inauguración del año académico en nuestro Hospital Clínico se da en medio de una muy especial circunstancia. Este año, la Universidad de Chile cumple 160 años desde su creación, y este Centro de Salud de alta complejidad 50 desde su fundación. Circunstancias ambas de gran trascendencia, que nos permiten reseñar con mucha firmeza la excepcional tradición en que se asienta la Universidad de Chile, su larga y brillante historia de contribución al país, y de aporte a la salud chilena y, la formación de especialistas médicos que ha llevado a cabo en forma determinante en nuestro Hospital.

Es muy oportuno reseñar que la Universidad de Chile es una institución Nacional y Pública, que tiene por misión el establecer la diferencia con el resto del sistema universitario. Esto significa que no podemos mirar a la Universidad con los mismos criterios de gestión, y en el fondo con los mismo objetivos globales, que lo hace el sector privado. Tenemos una misión diferente, debemos marcar nuestro quehacer con el emblema -–desgraciadamente cada vez más débil en nuestra sociedad—del servicio público y del respeto por los demás. Y es que esta Universidad debe seguir proyectando hacia el futuro el resguardo del bien común, la protección del ciudadano y los objetivos más decisivos en defensa de los intereses de la nación y atención a los problemas de país. Somos la Universidad de Chile!!, no podemos constituir una empresa más que proporcione servicios a precios más o menos razonables. El espíritu de nuestros fundadores nos debe vincular profundamente con el ideal de misión que no nos cansaremos de defender.

Pero así, esta Universidad, con esa historia y ese mandato que Chile le ha otorgado por tradición y por ley, es financiada solo parcialmente por el Estado. Tan parcialmente, que su esencia financiera es fundamentalmente privada y entonces, la pregunta que corresponde es si la Universidad debe responder a la estructura de su financiamiento, o más al espíritu fundacional que constituye la impronta de su misión Nacional y Pública. Esta es la tensión que nos ha mantenido en dilemas serios que precisan una resolución a nivel de Estado. Yo llamo, una vez más, con motivo de la inauguración de este año académico, a que se medite y decida sobre lo que la sociedad chilena espera de esta institución, y la forma como se debe respaldar con recursos apropiados lo que ella hace por Chile en investigación, docencia y extensión.

Nuestro Hospital Clínico, por ejemplo, vio como se caducaba el convenio con el servicio nacional de salud en 1994. También como el Estado decidía la creación de otro Hospital Público para sustituirlo en su misión histórica en el área norte de Santiago. No sabemos si eso fue parte de negociaciones entre la institución y el gobierno; pero si sabemos que en esos años se trató de una decisión que causó serios estragos en nuestro esquema de trabajo, en lo que sentimos fue siempre la misión comprometido con Chile desde este Hospital Universitario.

Me consta que ha costado mantener equilibrio entre el financiamiento a que se nos ha forzado, y la misión histórica hacia el país que aquí se lleva a cabo. Este Hospital, que continua cumpliendo con enorme responsabilidad su tarea de formación de especialistas, sigue al mismo tiempo produciendo trabajo académico, investigación aplicada que es de fundamental importancia en el diseño de su trabajo, en la evaluación de su marcha. Un Hospital que ha podido resolver muchos de sus problemas, que ha logrado originar un fundamental programa de desarrollo, que se ha caracterizado por una inversión significativa y que significa asegurar su futuro institucional. Ha significado esfuerzos importantes por parte de sus académicos, profesionales y funcionarios –esfuerzos que agradezco a nombre de la Universidad. Desde la rectoría se ha hecho también todo lo posible para apoyar estos resultados, para guiar en la búsqueda de un equilibrio entre la solución de financiamiento y la misión esencial de la institución. Hemos respaldado los proyectos del Hospital, como es el caso del gran salto que significarán las instalaciones para imagenología. Creo que el camino mostrado ha sido promisorio. Los resultados muestran un éxito que es necesario respaldar y reseñar, especialmente entre quienes siembran la desconfianza, o aquellos que ignoran o parecen desconocer el tránsito difícil a que hemos sido sometidos.

Este Hospital nos enorgullece por su alto espíritu de servicio público presente en las acciones desconocidas muchas veces, pero que llevan solidaridad y competencia hacia los pobres y las regiones apartadas. Me enorgullece como Rector ver a nuestros médicos especialistas en la décimo primera región, en las comunas más apartadas de la patria, prestando un servicio para quienes de otro modo estarían privados del acceso a la cirugía y atención medica especializada. Asimismo, nuestros oftalmólogos van al sur, y operan cataratas y tratan otras patologías en gente de escasos recursos: le devuelven la vista y la vida, en muchos casos, a quienes sufren y pertenecen como todos, a una misma nación. Nuestros odontólogos van a la cuarta región y abren también su trabajo generoso para la gente, para ser solidario, para dejar bien puesto el nombre de la Universidad de Chile. Muchos deben saber todas estas cosas... Y muchos otros casos de trabajo efectivo y solidario de nuestro querido Hospital. Muchos deben saberlo, especialmente los que nos critican, los que siempre buscan lo negativo, los que tratan de destruirnos.

Por eso, en esta ocasión en que comenzamos a celebrar los 50 años de la institución, vaya el reconocimiento por los avances certeros en materia de desarrollo institucional, por la creación de consultorios periféricos, por la extensión del trabajo a regiones, por ser, cada día más, el líder en medicina de alta complejidad. Vaya el reconocimiento por los logros alcanzados, y que muchos negaron cuando se discutía si acaso este Hospital debía cerrarse o más bien venderse... Vaya el reconocimiento por su trabajo académico, por su enorme contribución que debe seguirse fortaleciendo en el tiempo, para hacerlo cada día más universitario, cada día más comprometido con los destinos de la institución como un conjunto, junto a los cambios profundos que ocurren en nuestra Facultad de Medicina, un Hospital cada día más de la Universidad de Chile. Vaya, finalmente, el abrazo emocionado a todos por lo que hacen con tanta competencia por Chile, por la salud chilena, junto al ideal de contar con una vida más solidaria en Chile, y programas de formación médica que efectivamente tengan en consideración la calidad y la seriedad que siempre ha tenido en nuestro país.

Un saludo afectuoso a todos, por el logro de un gran año académico, que ratifique nuestros sueños, los progresos, las ambiciones, los ideales que se esconden tras los muros respetables de este edificio señero de Chile y de la salud chilena.

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