Discurso del Prof. Luis A. Riveros, Rector de la Universidad de Chile en, Entrega de "Premio Academia" de la Academia de Bellas Artes a la Orquesta Sinfónica de Chile.

(Transcripción)

Hace años un día mi hijo pequeño me preguntó, ¿Papá, qué se hace en la Universidad? Y encontré esa pregunta de niño tan inocente, de una profundidad que todavía me estremece, sobre todo cuando hay muchos que toman decisiones y no saben que se hace en una Universidad. Porque cierto es, que una Universidad como lo define el común, es un lugar donde se hacen clases y se hacen clases para que alguien obtenga un título profesional y quizás a eso habría que agregarle que además siempre en el proceso paga y, por lo tanto, la actividad es rentable. Pero más que eso, en un sentido mucho más profundo, la Universidad hace muchas más cosas para ser eso y obviamente para manifestar lo que constituye como un ente importante, trascendente en la sociedad chilena.

En la Universidad, por cierto, también se desarrollan otros estudios que tienen que ver con la proyección a largo plazo de lo que se hace, de lo que se piensa, de lo que se cree, de lo que hay que volver a examinar. En una Universidad se investiga, porque no hay creación de conocimiento posible sin investigación, sin estar todos los días empujando el conocimiento hacia su frontera para tratar de entregarle a aquellos el conocimiento al día, el conocimiento en sus perspectivas y más aún tratar de formarlo como entes críticos dispuestos siempre a buscar más conocimiento. Pero no es sólo eso, además la Universidad debe ser un agente humanizador, un agente que contribuya precisamente no sólo en su interior, en sus claustros al perfeccionamiento del ser humano, al desarrollo de sus sensibilidades, a permitir que afloren sus sentimientos, sean estos Ingenieros o Médicos, Abogados o Cientistas, sino que debe haber un alma que inspire una formación que finalmente se transforme en una vocación de compromiso para que la Universidad sea entonces una conciencia que piense a la sociedad y que permita desde su altura intelectual ciertamente, moral indiscutiblemente, tratar de que las cosas caminen mejor.

Y es cierto, no pude contestarle entonces a mí hijo, y es cierto quizás hoy día que hay muchos que no entienden que la Universidad es este todo, indisoluble, donde necesariamente es parte de lo que aquí se hace: el arte y la cultura. Sin arte y cultura no hay posibilidad de que la Universidad desarrolle ese rol humanizador, ese rol profundo de creación de individuos competentes, de individuos críticos, pero al mismo tiempo con un sentido de servicio a la sociedad.

Es por eso que agradezco este premio y lo hago francamente con gran emoción a nombre de la Orquesta Sinfónica de Chile. No fue su creación una idea suelta, una idea quizás aventurada que obedeció a un concepto de Universidad, a una Universidad que tenía que comprometerse en un país que avanzaba en muchos otros ámbitos sino también en cuanto a su rol humanizador, a su rol formador de nuevos hombres, a su rol inevitable de llevar a todo Chile el arte y junto con él, el sentimiento profundo que se desarrolla en la Universidad.

Es cierto, estamos en una época de globalización donde muchas cosas están cambiando y estamos siendo aplastados por el poder comunicacional que por todos lados hace que los países más grandes estén por sobre los más pequeños y que las grandes corporaciones estén sobre los Estados; y así también que las cultura más desarrolladas, más financiadas, más poderosas también aplasten definitivamente a la de los países pequeños con muchas posibilidades, pero todavía pequeño como el nuestro.

Por eso me uno a lo que dijo don Eugenio Heiremans, aquí hay que hacer un esfuerzo especial para poder financiar arte y cultura en Chile, porque no se trata solamente de una cuestión para un grupo de apasionados, sino que se trata de defender lo que es la esencia del ser nacional en un período tan desafiante como el que se abre en las próximas décadas. Financiar arte y cultura es la única manera de poder consolidar también una educación de verdad para Chile, y un proyecto de educación para Chile es el elemento fundamental para que éste tenga un proyecto definitivamente de impacto económico, social, cultural y tecnológico.

De manera que cuando se hace tanta mezquindad muchas veces de los recursos para los parientes pobres, el arte y la cultura, en realidad se está sacrificando algo que es esencial incluso para los parientes ricos que son el crecimiento, los equilibrios macroeconómicos, las tasas de inversión y todo aquello que significa la parte material que es importante, pero que jamás significará nada si está ausente de espíritu, carente de valores, ausente los sentimientos humanos que son fundamentales para que una sociedad desarrollada sea desarrollada en lo integral.

Mario Toral trabajó en este Salón de Honor durante enero y febrero en este hermoso mural y un día acá discutimos cuando él jugaba con los elementos de nuestro emblema institucional para mirar su significado; y ciertamente está allí la ingeniería, las humanidades, el derecho y la medicina. Y Toral me dijo, "bueno, ¿y qué significa esta estrella luminosa? Yo le dije que esa estrella luminosa es el humanismo verdadero manifestado en el arte y la cultura que permea a toda la actividad de la Universidad.

Yo le agradezco entonces a la Academia de Bellas Artes que con este premio que es un estímulo más, se permita que nuestra Orquesta Sinfónica parte importante de esa estrella fulgurante siga palpitando, para que siga iluminando los sentimientos de esta Universidad y su proyección verdadera hacia el Chile que queremos.

Muchas gracias.

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